domingo, 30 de octubre de 2016

Antigua cultura pianística norteamericana se refinó y lució con el Harlem Stride Piano. Música cubana también fue educada en la escuela europea tal como el pianista norteamericano, de ahí la gloria y el liderazgo universal de ambas. Historia del Jazz. Parte XXIII




Antigua cultura pianística norteamericana se refinó y lució con el Harlem Stride Piano

Música cubana también fue educada en la escuela europea tal como el pianista norteamericano, de ahí la gloria y el liderazgo universal de ambas. Historia del Jazz. Parte XXIII



Por:    Jaime Del Castillo Jaramillo




En verdad de verdades, el jazz de los años 20’ y 30’ era música de espectáculo y muy hambriento y necesitado de público numeroso; ese jazz era pletórico de tretas y recursos musicales siempre novedosos y por cierto efectistas, a fin de mantener alegre, entretenido y satisfecho al respetable; pero, hablemos claro, el Jazz para la gente blanca, necesitaba de esos recursos efectistas musicales antes mencionados, era la compensación o el contrapeso por no contar o no tener la gracia y el genio del arte negro en su jazz de salones decentes y lujosos y para los racistas blancos en puridad de verdad, los mismos a quienes les gustaban buenos espectáculos musicales y por cierto que gozaban y tenían fuerte capacidad adquisitiva para gastar en grande, exigiendo espectáculos musicales de primer nivel.



Es por eso, que muchas de las veces, el alarde y la alharaca o el oropel epidérmico musical, podía sobrepujar a la esencia  misma del jazz; por eso, en alguna oportunidad el gran maestro Duke Ellington dijo que: “cuando yo comenzaba mi obra, el jazz consistía en la espectacularidad”, es obvio que el jazz para los elegantes salones de gente blanca, necesitaban de boato, esplendor y bambolla; es por eso que, en oposición y a contrapelo de esa pompa, gala y postín jazzístico de la gente blanca, pues, el Harlem Stride Piano va a brillar, va a diferenciarse, va a distinguirse y a crecer más nítido, rápido y en olor de popularidad, pero sobre todo, crecerá y se consolidará en profesionalismo, vale decir, la mediocridad, la superficialidad y el ‘chiveo’ no estaban en el diccionario de los grandes pianistas del Harlem negro.  


El Harlem Stride Piano, sustancial y cardinal y directamente, fue una respuesta profesional, sarcástica y musical, en contra de la descarada, abusiva y poderosa discriminación racial, cultural y social, proveniente no solamente de la gente blanca, sino también, de los propios negros del Harlem culto y clase media alta.


Además, esa discriminación racial de rostro fiero y crispado y exacerbado, se convirtió en más brutal y desalmado y perverso con la terrible y grave recesión económica y crisis financiera de los años 20’ y 30’. Los obreros negros y los negros en general, no recibían el mismo salario o sueldo que los obreros y trabajadores blancos, eso está debidamente consignado en la historia y debidamente probado y comprobado. La vida se volvió gris, dura y ruda para el negro en esa álgida y coyuntura cultural, política y económica y la música por cierto, era su bálsamo y su paraíso de libertad.



Los maestros y genios creadores del Harlem Stride Piano inteligentemente, también hicieron uso de la espectacularidad, de la que hacían gala los jazzistas de los salones elegantes para gente blanca, precisamente, uno de los más grandes exponentes de este estilo, fue el gran maestro del swing y célebre músico del Harlem Stride Piano: Fats Waller o Thomas Wright Waller, quien naciera en el mismo barrio de Harlem y fue hijo de un pastor bautista, precisamente aprendió a tocar el órgano y el piano, influenciado por su progenitor. Fats vio la luz de este mundo, un 21/5/1904, en  Nueva York y fallece un 15/12/1943 en Kansas City.



El gigante Fats Waller, era una afinada máquina artística y muy sorprendente, al momento de mostrar su gran talento musical, el mismo que cautivaba, emocionaba y arrebataba a su público, en suma, un showman de lujo y antología; en verdad de verdades, el genial maestro pianista Fats Waller todavía no ha sido superado por otro músico de jazz, ni ayer  ni ahora y se le ha regateado los honores y las dignidades correspondientes; Fats Waller es un gigante de gigantes del jazz, pero, sea por racismo, sea por odio, sea por envidia o sea por ignorancia, no se le ha dado, ni reconocido, el verdadero y altísimo sitial que le corresponde en la áurea historia del Jazz. No se equivocan en modo alguno, los que afirman que el espectacular Fats Waller solamente es comparable al legendario Louis Armstrong.


El Harlem Stride Piano no solamente asumió el sugestivo modo de la espectacularidad del jazz oficial y de la gente blanca de la poderosa New York, sino que puso en el corazón mismo, de su nuevo estilo y ritmo musical, a su antecedente directo, el ragtime pletórico de alegres, saltarinas y decidoras síncopas y a todo ello, se le adicionó múltiples recursos y técnicas pianísticas que enseñaron y fijaron los grandes maestros pianistas, que van, desde Jelly Roll Morton o Earl ‘Fatha’ Hines, hasta los geniales pianistas de la música clásica. Obviamente, que con todos esos elementos, técnicas, métodos y recursos musicales antedichos, el producto final, denominado Harlem Stride Piano, devino en un bellísimo estilo de congruencia y naturalidad orquestal y pletórico de calidad pianística virtuosa, original y compleja.




Repito, el Harlem Stride Piano fue una clarísima y nítida respuesta del jazz popular y en contra del jazz oficial o de los salones de lujo, a la usanza de la pudiente gente blanca de New York; es más, así y en ese sentido, lo reconoció y sentenció expresamente, el gran maestro pianista James P. Johnson, cuando reveló que los orígenes del tantas veces mencionado Harlem Stride Piano, se enclavaron y fructificaron en los linderos bien demarcados de la enconada disputa cultural, racial y social antes mencionada y por cierto, muy bien aceitada, por la exigente y elitista competitividad musical en la ruda y materialista ciudad de Nueva York.



Fue el piano, el instrumento musical más completo y complejo y ahora convertido, en la principal herramienta o privilegiada arma de guerra musical, a fin de cruzar espadas, en sendas y lucidas batallas musicales de la mejor antología del Jazz neoyorkino. Es de mal gusto o de baja cultura o ignorancia supina, que se acepte o se aplauda a un pianista procedente de Harlem que sea mediocre o regular, toda vez que históricamente, de Harlem nacieron los más grandes pianistas de EE.UU y del mundo entero en materia de Jazz y la escuela está ahí, y se debe mantener y preservar, no admitiendo a pianistas mediocres o mancos de la mano izquierda, tal es el caso del pianista Eddie Palmieri que ha sido premiado con Latin Grammy por obras de Latin Jazz cuando ese pianista de Harlem no le llega ni a los talones, al más ínfimo y último de los grandes pianistas jazzísticos de Harlem. La ignorancia es atrevida.



Nunca y en ningún Estado de la patria de Abraham Lincoln, se usó el piano con la intensidad, originalidad y profusión que en New York; nunca y en ningún Estado de la Patria de Benjamín Franklin, se ejecutó musicalmente el piano con tal preciosismo, técnica, complejidad y calidad, como lo hicieron los señeros y grandes maestros de las blancas y las negras de la Gran Manzana y en específico en el Harlem negro, nunca.


Los originales, patrones y gigantes maestros pianistas de Nueva York, obtuvieron su alto nivel y calidad y reconocimiento universal, porque el pianista formado, educado y forjado en la Capital del Mundo, se moldeó de acuerdo a las rígidas y rigurosas enseñanzas del método, del sistema y del estilo europeo, donde la música clásica era el cielo y el paradigma.




Ahí está el secreto pues, para comprender y apreciar, en su real dimensión, calidad y magnitud, a los grandes pianistas de jazz de la Gran Manzana y de Harlem en específico; luego, esa escuela pianística fue aplicada para el género de la salsa en los años 70’, (en algunos casos), en New York, pero con el antecedente directo, de los  paradigmáticos pianistas cubanos formados y educados también, en la misma norma básica de escuela europea musical; por eso mismo, la música cubana es la matriz señera, para lo que después se llamaría salsa en New York a partir de los años 70’. (La verdad es que, Salsa no es otra cosa que música cubana mal y peor ejecutada en New York y en otros lugares llamados ‘salseros’).



Y es que, en verdad de verdades, los ciudadanos de Nueva York, --sean de raza blanca o negra--, normalmente estaban acostumbrados a escuchar a buenos pianistas llegados de diferentes partes del mundo, además de los mismos tecladistas norteamericanos; la cultura pianística norteamericana es tan antigua como la nación misma, es parte natural de su formación artística nacional, por ello mismo fueron y son grandes fabricantes del piano desde el siglo XIX;  en New York se escuchaba buen piano, ya sea en los conciertos, ya sea en los cafés, ya sea en los teatros. Su cultura pianística, es también es tan poderosa como su economía nacional, indudablemente y ahí está su solidez y presencia como bastiones de la civilización occidental. El buen arte es el termómetro fundamental, para medir el nivel de civilización de las naciones y por cierto el Jazz norteamericano es su creación nacional y el mejor del mundo y desde hace décadas, hasta la fecha.

 (Fin de la parte XXIII)


Lima, 30 de octubre del 2016

Jaime Del Castillo Jaramillo

Abogado egresado de la U.N.M.S.M. con más de 25 años de ejercicio profesional y cuenta con estudio jurídico abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio profesional; periodista, fundador y director del programa radial y televisivo ‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y cerrado cinco veces en radio); Maestría en Ciencia Política con la tesis “Pensamiento Político peruano insuficiente y epidérmico causa de nuestro subdesarrollo político”; Post Grado internacional en Ciencia Política otorgado por la UCES – Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales de Buenos Aires-Argentina graduado con la tesis: “Crisis terminal de los Partidos Políticos en el Perú”; catedrático universitario de ‘Historia del Pensamiento Político”, “Filosofía Política”, “Metodología de la investigación en Ciencia Política”, “Realidad Nacional”; “Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.; blogger, comunicador social, articulista y conferencista.
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