sábado, 5 de octubre de 2013

HELMUT PLESSNER Y JÜRGEN HABERMAS SOBRE LA NECESIDAD DE AUTORIDAD POLÍTICA PARA LIBERAR VIOLENCIA POR RAZA Y SANGRE Y POR EXCENTRICIDAD: EL DECISIONISMO POLÍTICO APLASTÓ Y SUPERÓ AL MARXISMO COMO ENGENDRO FILOSÓFICO ROMÁNTICO ALEMÁN AL REVÉS



HELMUT PLESSNER Y JÜRGEN HABERMAS SOBRE LA NECESIDAD DE AUTORIDAD POLÍTICA PARA LIBERAR VIOLENCIA POR RAZA Y SANGRE Y POR EXCENTRICIDAD: EL DECISIONISMO POLÍTICO APLASTÓ Y SUPERÓ AL MARXISMO COMO ENGENDRO FILOSÓFICO ROMÁNTICO ALEMÁN AL REVÉS


Helmuth Plessner nació en Wiesbaden (Alemania) el 4 de septiembre de 1892, su progenitora fue cristiana y su padre médico judío. Estudió zoología y biología en las Universidades de Heidelberg y Berlín.

Para 1914 se traslada a la Universidad de Göttingen para estudiar fenomenología con el riguroso filósofo Edmund Husserl.

Plessner es un reconocido filósofo y sociólogo alemán y uno de los fundadores de la "Antropología filosófica".

Entre 1920 y 1933 dicta cátedra en la Universidad de Colonia siendo un momento decisivo para su evolución intelectual y en ese contexto publica sus obras “La unidad de los sentidos” y “Lineamientos de una estesiología” (1923), que fueron el corpus de la más importante de sus obras: “Los estadios de lo orgánico y el hombre. Introducción a la antropología filosófica” (1928).

Para 1933 abandona Alemania y con la ayuda de Buitendijk reside en 1934 en Groninga (Holanda) donde pasó como refugiado durante la ocupación alemana y su condición de medio judío le salvará de seguir el destino de muchos judíos holandeses.

Para 1946 ya es catedrático de filosofía de la Universidad de Groninga y durante su exilio holandés escribirá dos libros fundamentales: “El destino del espíritu alemán al final de su época burguesa” (1935) y “La risa y el llanto” (1941).

De 1953 a 1959 fue director de un famoso instituto de sociología alemana y desde ahí ha quedado establecido como el sociólogo que afirmó la excentricidad del hombre en el mundo, vale decir que el ser humano es el único animal capaz de trascender a su propio cuerpo.

Plessner desarrolló una Antropología Filosófica y una Antropología Biológica que pueden considerarse magistrales para interpretar la naturaleza humana: la vida se expresa a ella misma, vale decir que tiene sus códigos, pulsión y reacciones fundadas en la naturaleza humana y no en seres etéreos o metafísicos, y parte de esta expresión se realiza en términos de formas de vida sensibles, vale decir el imperio de los sentidos, emociones y tendencias.

La vida se expresa a ella misma a través de los sentidos: los sentidos le otorgan a la vida el material a priori constituyente de la percepción o visión o comprensión del mundo (destroza así Plessner el idealismo cognitivo de Kant, y desaparece el filosófico a priori y las categorías e intuiciones producidas por la subjetividad trascendental kantianas como filtro por el cual el hombre ordena las experiencias del mundo).

Vale decir: los sentidos son las cualidades formales que nos hacen conscientes a priori - condiciones por las cuales experimentamos cosas -, condiciones tales como el tiempo, el espacio, la causalidad, las leyes de la física y el número, y, cómo nosotros podemos conceptualizarlas como cualidad ínsita al ser humano, a la vez que podemos concebir y conceptuar la naturaleza física de nuestro ambiente o hábitat, a través de nuestro crecimiento e interaccionando en ese ambiente.

Desde Husserl y Scheler, el filósofo y antropólogo Plessner adaptó la idea de la intencionalidad de la conciencia lejos de un ego trascendental o la percepción y en su lugar coloca los motivos del comportamiento (en el sentido más amplio del término) de los organismos interactivos del medio ambiente como una realización de límites que representan el lugar donde los impulsos o el crecimiento del organismo se reúne con el mismo, para Plessner la intención de la conciencia está realizada en el acto del auto-posicionamiento, vale decir que el ser humano tiende a copar su medio ambiente, a dominarlo, a internalizarlo en sus medidas y concepciones y emociones, se puede hablar del auto-posicionamiento telúrico-económico y ambiental socio-cultural-político.

Hay ámbitos de la acción humana y su entendimiento que definen la conciencia y que al mismo tiempo son la conexión en y con el mundo material de la naturaleza, vale decir que el hombre busca ampliar los aparentes límites que le presenta su entorno, y los supera porque encuentra y ubica varias formas de retroalimentación con el aludido entorno poliédrico, el ser humano tiene la habilidad de expresar muchas preferencias intencionales con respecto a su entorno: He ahí su excentricidad.

El ser humano es consciente de su capacidad para superar los límites y sabe que puede superar la presión de dichos límites de su entorno, el ser humano descubre que guarda dentro de sí una variedad de intencionalidades que puede liberar y poner en ejecución para superar dichos límites: la expresión del ser humano es ilimitada para superar los aludidos límites de su entorno.

Los seres humanos alternamos entre una intencionalidad abierta y una cerrada - nosotros somos esos límites, pero la intencionalidad humana liberadora la describe Plessner como la excentricidad de la intencionalidad humana en sus relaciones ambientales y su determinación concomitante. Para Plessner, nuestra subjetividad puede ser entendida en términos de expresividad a priori en la naturaleza en general, y nuestra experiencia por cierto en las relaciones con ella.

Jubilado ya en 1962 de la cátedra universitaria, fijará su residencia cerca de Zúrich en cuya Universidad seguirá impartiendo conferencias y seminarios. Para 1972 fue nombrado doctor honoris causa por esa misma Universidad y posteriormente por las de Groninga, Friburgo y Göttingen.

Muere el 12 de junio de 1985 en Göttingen-Alemania.

Y precisamente sobre este importante personaje fundador de la antropología filosófica y bajo comento: Helmut Plessner, escribe el connotado miembro de la Escuela de Frankfurt como es Jürgen Habermas (quien polemiza con Plessner, pero a su vez asume muchos de sus conceptos que destrozan y superan y desprecian al marxismo) consignando lo siguiente:

“… Es lo que Thomas Mann, ya en 1945, trataba de hacer ver tanto a sí mismo como a todos los alemanes al gritarles lo que podía haber sido el ‘motto’ de su novela ‘El Doctor Fausto: ‘que no hay dos Alemanias, una buena y otra mala, sino una sola a la que por astucia diabólica lo mejor se le trocó en lo peor’. Esta sentencia se convierte en el lema de la investigación de Plessner. Esa astucia diabólica, que en la novela tiene que quedar reflejada como la astucia del carácter, el análisis científico trata de rastrearla en el curso de la historia, de sus decisiones y de sus represiones; pues lo que la psicología de los pueblos concibe en una inmediatez proyectiva como carácter nacional, no es otra cosa que ‘historia enroscada’.”
“… Sólo cuando el fragmento nacionalsocialista de nuestra historia sea entendido desde el contexto de la tradición alemana, quedará conjurado el peligro que ya es casi algo más que un peligro: pues tan fatal como la versión que considera el fascismo como un destino en el contexto de la historia universal o de la historia del Ser, es esa otra más corriente que ve en él una especie de avería histórica; esa versión hace de la culpa un triste accidente, y del accidente pronto acabaremos haciendo lo que sucede siempre y en todas partes. La historiografía política (eso que Plessner presenta tan acertadamente como ‘historia de la cultura en un horizonte político y social’) no puede renunciar a categorías ‘acientíficas’ de este tipo. Mas por otro lado sólo debe emplearlas si la culpa, en lugar de agotarse en imputaciones personales que pueden resultar cuestionables, arroja todo el sentido histórico que puede tener para la actualidad. Tal historiografía, al hacernos comprender ‘cómo pudo suceder’, nos proporciona al mismo tiempo motivos y criterios legitimados por la propia historia, para una orientación racional en los riesgos que entraña el futuro.” (pág. 115)

“… Plessner, no sin razón, hace derivar del persistente sacudimiento de tradiciones ambiguas y a la vez incompatibles esa necesidad de autoridad que ha dejado una  marca tan visible en la actitud del alemán ante la superioridad: ‘Los elementos esenciales que concurren en la marcha que se inicia con la interpretación biológica de la idea de pueblo pueden entenderse como consecuencia del desmoronamiento de la autoridad’.”
“… Como base de legitimación ya no se dispone ni del oscuro sueño del viejo Reich ni del pretexto diurno del nuevo Estado; no quedaba, pues, otra cosa que ese elemento con el que desde Herder los alemanes venían tratando de compensar su desunión territorial, las diferencias en su derecho público y en su derecho constitucional y sus desgarraduras de tipo confesional y tradicional: la idea de pueblo. Y ésta, al final de ese proceso de desmoronamiento de las autoridades intramundanas en el que la historia supera críticamente a la filosofía, la sociología a la historia, y la biología finalmente a la sociología, queda identificada con el desnudo hecho de la raza. ‘El orden de salvación supramundano deja paso a la  razón, ésta a la historia, ésta a su vez a la economía y a la sociedad y su puesto acaba siendo ocupado finalmente por la sangre.’ Este proceso es el verdadero tema de la investigación: el camino, que Plessner bosqueja con toda transparencia y expone de forma magistral, por el que el espíritu se rebaja hasta convertirse en carne y por el que abandona el campo a la carne y a su fechitización, un campo que muy pronto se convertiría en campo de batalla.” (pág. 117)
“… Plessner muestra cómo los sucesores de Dilthey, tratando de huir de todo lo que aún pudiera sonar a ideología, van empujando fuera de la dimensión histórica la base de sus reducciones ideológicas, hasta situarla en el plano de la pura vitalidad: como ‘animal ideológico, como animal que produce símbolos, el hombre, en esta perspectiva, ni es un ser histórico, ni un ser social’. De este modo, la biología queda elevada a ciencia fundamental del hombre. (…) La ciencia fundamental que es la biología recibe, pues, de la dimensión de la sangre y de la tierra su principio regulador supremo: para ella es verdadero lo que sirve como medio para la autoconservación del pueblo y de la raza ya para la exhibición de su superioridad. Consecuencia y reverso de todo ello es el decisionismo. Cuando el hombre es considerado en su autenticidad como un ser natural, huelgan para su acción todas las justificaciones extraídas de la teoría. La decisión, exenta de toda norma, sólo reconoce ya la situación concreta y en ella a la raza concreta, al pueblo; y el único interés que la guía es el de mantener e intensificar la vida.”
“En la relación entre conciencia y acción, la huida de todo lo que resultase sospechoso de ideología acaba concediendo el primado a la acción. Ésta solo se rige ya por los imperativos que dimanan de la capa determinante de la naturaleza, que, como sustrato último y propiamente dicho, es la verdadera ‘infraestructura’: la sangre; término que, con su aura, es la última acuñación de una religiosidad cósmica que con ello queda ya definitivamente exhausta.” (pág. 118, ‘5. Helmut Plessner’  en ‘Perfiles filosófico-políticos’ de Jürgen Habermas, editorial Taurus, versión castellana de Manuel Jiménez Redondo, traducido de la tercera edición alemana, aumentada, España 2000)

Es evidente que nuestro filósofo coevo Habermas comparte con la pléyade de intelectuales alemanes la debacle, la desgracia y el salvajismo que significó el ascenso del nazismo en Alemania vía las elecciones, y es ostensible el esfuerzo racional y sociológico y antropológico de sus intelectuales por entender cómo es que Alemania culta y líder de la filosofía universal (y en otros campos) y maestros del mejor de los mundos éticos y morales, hayan caído tan hondo a las simas de la perversión, ferocidad y sevicia no sólo contra el género humano sino contra todo lo creado por la civilización occidental de la que Alemania pre-nazi se sentía muy orgullosa y presumida por cierto por su gran aporte en lo que correspondía: traumada quedó la nación alemana con tamaño evento que hasta el día de hoy es un baldón de la que no se salvan en modo alguno.

Sin embargo, como bien lo denunció en su momento el gran filósofo fenomenológico (no judío) Karl Jaspers: La nación alemana puso el tema bajo la alfombra y no asumió como nación su delito y su culpa y su responsabilidad y politiqueramente buscaron responsables menores y circunstanciales sobre el ascenso y acción y praxis y proyección del nazismo en Alemania, y esto es una deuda y responsabilidad que la civilización occidental tiene en agenda y muy presente y hasta la fecha.

Precisamente sobre ese tópico es que Plessner tensa su esfuerzo racional e intelectual y lo afronta asumiendo la famosa frase de Thomas Mann sobre la ‘astucia diabólica’ que convierte de ángeles a demonios sedientos de sangre y destrucción a la nación alemana, no solamente a los nazis en el poder.

Y es que para el mal monumental y sistemático, a nivel de gobierno y de política de Estado, estaba presente y actuante el carácter germano, sin lugar a dudas: el carácter y biotipo e intencionalidad del mal, de la perversión y de la bestialidad es de lo que tiene que entenderse cuando Plessner analiza ello como la ‘historia enroscada’.

Y tenemos que estar muy atentos con esa ‘historia enroscada’ y con ese carácter y ese biotipo germano que es ínsito a esa nación, no olvidemos que la Alemania de Merkel (acaba de ser reelecta y seguirá al frente del gobierno y del Estado alemán) sigue siendo en el hoy por hoy la líder de la UE y es la que más apoyo presta para la ejecución de crímenes y genocidios y asesinatos de EE.UU. en el medio oriente y en otras zonas y actos: No olvidar esto. La democracia y el Estado de Derecho y los Derechos Humanos tienen sus malditos demonios escondidos detrás del humo de su melifluo y benefactor incienso, Plessner ya nos puso en aviso.

Y es que el ascenso del nazismo en Alemania vía las elecciones y con millones de votos de la nación germana no es nunca por nunca una simple ‘avería histórica’, aquí hay una culpa-macro (ahora a nivel de Estado) que está pendiente y vigente, y precisamente el inteligente Habermas habla de los ‘riesgos que entraña el futuro’ de Alemania, y a eso me refiero caro lector cuando Alemania sigue mirando a los costados o silbando al cielo con respecto a su culpa y responsabilidad universal como nación y a nivel de Estado; pero siguen, sin embargo, con mucha diplomacia y ‘diabólica astucia’ apoyando crímenes, asesinatos, genocidios y programas económicos salvajes e inhumanos como es el caso en Grecia, España, Irlanda, Islandia, Portugal, etc., el análisis de Plessner-Habermas es vigente y nos tiene que preocupar y hacer sacar las conclusiones respectivas atinentes a nuestros intereses y como condición de género humano, como miembros de una cultura de humanidad civilizada, como miembros de un país y de un Estado en conexión y relación política y económica, y Sudamérica tiene sus intereses y su realidad muy en relación con Alemania y la UE.


Y es que Plessner puso en mesa un tema central e intemporal que no sólo atañe a la Alemania nazi sino a todo el universo político en general: ‘esa necesidad de autoridad’ que el alemán requiere y pide y consume (¿Merkel significa eso ahora?). ¿La sed de autoridad y de superioridad es ínsita a los cuerpos políticos del género humano? Sí esto fuera cierto, significaría que somos unos hipócritas frente a las formas de gobierno tradicionales sobre todo con la República en general y que ello explicaría (y hasta justificaría con ‘astucia diabólica’) como es que Alemania y la UE en general vienen moliendo y destruyendo y desgraciando y licuando a las Repúblicas antedichas y conocidas y que hoy están en las calles siendo dura y sangrientamente reprimidas y con millones de parados exigiendo soluciones a la UE y a los organismos financieros internacionales con la Troika incluida.

En sentido estricto de antropología biológica lo que se afirma es que al caerse la autoridad emerge la idea de pueblo como proyección biológica, lo que interpreta Habermas aquí siguiendo a Plessner es que sin autoridad y sin superioridad en determinada coyuntura histórica se sobrepone y pulsiona la sangre, el carácter y las emociones rompiendo límites y marcos y parámetros (cuanta deuda a la libido freudiana) … terrible análisis y/o revelación del genio y carácter germano …. Si es ADN político-biológico entonces tengamos temor de lo que pueda resurgir de Alemania en caso de crisis o de presiones externas o internas nuevamente … y por excentricidad …

Tan es así que el mismo Habermas y siempre en la cita bajo comento, pone en el centro del estadio al ‘pueblo’, al pueblo alemán que rompiendo límites biológicamente supera a la filosofía a la sociología y a la misma historia y así aparece manifiesta y desnuda y en toda su magnitud y por excentricidad: la ‘Raza’ … terrible afirmación, espantosa revelación, el quid de la ‘astucia diabólica’ germana se hace presente nítidamente y por excentricidad: Volvamos a releer a Plessner cuando afirma terriblemente que ‘El orden de salvación supramundano deja paso a la  razón, ésta a la historia, ésta a su vez a la economía y a la sociedad y su puesto acaba siendo ocupado finalmente por la sangre.’ Vale decir que el pueblo alemán optó por convertirse en carne, en raza en pulsiones emotivas e irracionales y por excentricidad: la eliminación física del otro escuchando a la sangre y a la raza, la batalla demoníaca y sagrada en holocausto de la biología en físico y en sudor y grito de guerra … y por excentricidad.

Vale decir que prima la pura vitalidad, la fuerza, el arrojo, la actitud guerrera, la decisión, y como ‘animal ideológico, como animal que produce símbolos, el hombre, en esta perspectiva, ni es un ser histórico, ni un ser social’. Es decir que tenemos al frente y en toda su magnitud a máquinas de guerra, de asesinato y de exterminio individual y masivo guiados por la pura biología, y excentricidad, y como dice Habermas tenemos aquí a hordas salvajes pulsionadas por su sangre, por su raza y por sus intereses donde que “para ella es verdadero lo que sirve como medio para la autoconservación del pueblo y de la raza ya para la exhibición de su superioridad.”: Y no olvidemos, por excentricidad.

Aquí tenemos entonces en toda su expresión y brillantez lo que se conoce como DECISIONISMO que magistralmente desarrolla en su momento Carl Schmidt, y es que el decisionismo político se avoca a la observación del hombre en su estado natural y en plena acción y sin teorías que lo alimenten ni lo hagan razonar en justificaciones metafísicas de algún tipo, el decisionismo político estudia al hombre que actúa sin normas y que solamente arremete o somete o reconoce la situación concreta y por excentricidad: su raza, su pueblo, su sangre, sus intereses y todo lo que signifique consolidar, beneficiar o amplificar su vida y la vida.

El decisionismo político entonces repele toda ideología que frene o neutralice o ciegue a la acción como expresión biológica pura y neta a manera de ‘infraestructura’ como idóneamente lo precisa el mismo Habermas, es la sangre, es la raza como tierra, como carne, como cielo y como premio en sí, para sí, y por excentricidad.

Y es realmente punzante, tremendo y relevante lo que ponemos en mesa de análisis en Filosofía política con estas posturas basadas en el drama real y agónico y salvaje del paso del nazismo en Alemania con el apoyo, promoción y legitimación del mismo pueblo alemán con sus millonarios votos en las urnas: Pueblo como versión autorizada universal del componente básico y cardinal y fundamental de todo Estado como concepto jurídico-constitucional en la cultura política universal occidental.

En Sudamérica tenemos una atenuante y vertiente distinta ateniéndonos a Paolo Virlo cuando hace una buena distinción entre MULTITUD y PUEBLO; siendo multitud la percepción de individualidades donde que cada quien quiere imponer su voluntad, capricho y deseos y donde no existe el objetivo común, a diferencia del concepto de pueblo donde sí existe suma colectiva de individualidades pero donde participan todos  de objetivo común: ciudadanos. El análisis que hemos hecho de las posiciones de Plessner-Habermas se refiere sin lugar a dudas a PUEBLO y no a MULTITUD, se refiere al pueblo alemán con objetivos comunes, lo que agrava su culpa y su responsabilidad universal contra el género humano.

De todo lo expuesto hasta aquí, fácil es colegir que el decisionismo político germano aplastó y superó en mucho y en todo terreno al débil marxismo como falaz teoría insubsistente y como engendro filosófico romántico alemán al revés.

Lima, 04 de octubre del 2013

Jaime Del Castillo Jaramillo

Abogado egresado de la U.N.M.S.M. con más de 20 años de ejercicio profesional y cuenta con estudio jurídico abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio profesional; periodista, fundador y director del programa radial y televisivo ‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y cerrado cinco veces en radio); Maestría en Ciencia Política con la tesis “Pensamiento Político peruano insuficiente y epidérmico causa de nuestro subdesarrollo político”; Post Grado internacional en Ciencia Política otorgado por la UCES - Universidad Ciencias Empresariales y Sociales de Buenos Aires-Argentina graduado con la tesis: “Crisis terminal de los Partidos Políticos en el Perú”; catedrático universitario de ‘Historia del Pensamiento Político”, “Filosofía Política”, “Metodología de la investigación en Ciencia Política”, “Realidad Nacional”; “Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.; blogger, comunicador social, articulista y conferencista.

Fundador, ideólogo y Presidente de “Foro Republicano”

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