Parlamento medieval inglés fue instrumento capitalista de la primera
revolución política del mundo moderno y Locke crea su teoría política de la “República
Plutocrática y esclavista” idónea
Lo que teníamos en Europa hasta
el siglo XIII era una sociedad
rígida y enclaustrada e ignorante, que en líneas generales, los historiadores
denominan el ‘Antiguo Régimen’; con el rey en la cúspide, pletórico de
riquezas y tierras y privilegios y leyes propias, el rey se amparaba en que
Dios le había dado poder para mandar y gobernar terrenalmente, y que solamente
respondería de sus actos ante Dios y sólo ante Dios, a eso se le llamaba: la
voluntad del soberano. Junto al rey se hallaba y rodeándolo, la nobleza
aristocrática que gozaba pues, de privilegios y prerrogativas: no pagaba
impuestos normalmente, monopolizaba altos cargos políticos y administrativos,
manejaba la milicia, y vivía casi siempre de la tenencia de inmensas tierras y
demás mercedes regalistas. La nobleza veía con desagrado y de baja ralea:
trabajar físicamente o hacer negocios o comercios.
Recordemos lo que escribió Luis XIV el famoso rey francés, a quien
se le atribuye la famosa frase: ‘El Estado soy yo’ donde compendia
la filosofía y praxis absolutista de la época:
“Todo poder, toda autoridad, residen en la mano del Rey y no puede
haber en el reino otros que los que él establece … Todo lo que se encuentra en
la extensión de nuestros Estados, de cualquier naturaleza que sea, nos
pertenece … la voluntad de Dios es que cualquiera que haya nacido súbdito
obedezca ciegamente… Es preciso ponerse de acuerdo en que, por muy nefasto que
pueda ser un príncipe, la rebelión de sus súbditos es siempre criminal… Pero
este poder ilimitado sobre los súbditos no debe servir sino para trabajar más eficazmente por su
felicidad.” (De las memorias de Luis XIV)
Otro grupo que fue absolutamente
dominante en el ‘Antiguo Régimen’
fue el clero, o los representantes oficiales de la Iglesia Católica: quienes estaban estrechamente vinculados a la
aristocracia o nobleza; el clero, tenía inmensas propiedades inmuebles o grandes
fincas o haciendas, y no pagaba impuestos, y ejercía fuerte dominio espiritual,
cultural, religioso y sicológico sobre las masas de la Edad Media: tenían
sometidos al pensamiento, y a la ciencia y la técnica de la época, ni que decir
de la moral y las costumbres sociales, y la educación toda.
Y el sector perjudicado y
explotado y aplastado, por toda esta maquinaria política, social y económica
del ‘Antiguo
Régimen’, era el pueblo (de quien decían que su destino era: ‘nacido
para sufrir’) o ‘Tercer Estado’, donde se agrupan a
todos aquellos que no son parte de la nobleza o aristocracia, ni menos del
clero, y ahí podemos verificar y encontrar, desde el harapiento mendigo, hasta
el rico comerciante; también ubicamos desde el trabajador o peón y/o agricultor,
hasta el artesano, etc., pero todos ellos están homologados en el pago de
impuestos forzosos y necesarios, para mantener al rey y a la nobleza y al clero;
además, que tenían que trabajar para comer. Descontado está, que el ‘Tercer
Estado’ no gozaba pues, ni de derechos, ni privilegios, ni de
prerrogativas algunas.
Pero es precisamente en el siglo XIII donde comienza el cambio de
ideas y actitudes y de imaginarios, aunque lentamente y dentro del mencionado ‘Tercer
Estado’, y ese grupo materialmente estuvo integrado por los burgueses, y, ¿Quiénes eran los burgueses?: pues todos los que tenían
negocios en las ciudades o burgos, y
en sus alrededores, no eran campesinos o agricultores, básicamente eran
comerciantes, mercaderes y negociantes de las ciudades, y puertos, es decir:
los primeros capitalistas. Ya para
el siglo XVI, estos primeros capitalistas empiezan a organizarse,
(sobre todo cuando incrementaron sus ganancias, utilidades y riquezas)
homogéneamente (luego en forma numerosa), y a uniformizar ideas, a fin de proteger: primero sus vidas, y segundo: sus propiedades
y negocios. Y aquí ya tenemos, a la burguesía o capitalistas.
Y es importante el siglo XIII, porque la limitación del
poder absoluto monarquista y la influencia del viejo parlamento medioeval inglés toma proyección y fuerza hacia
adelante en línea constante; recordemos siempre, que fue en 1215 que al Rey Juan Sintierra lo obligaron a firmar la
Carta Magna que concede derechos y
prerrogativas a la nobleza y a la alta burguesía; y luego, en 1265 lo obligaron
al Rey, a organizar un PARLAMENTO
BICAMERAL, es decir, que la institución del parlamento es muy antigua y
para defender siempre los intereses de la clase dominante, nunca fue creada
para defender al pueblo, o como símbolo de la democracia, todo lo contrario.
Para el siglo XVII esa burguesía (el
capitalismo) ya era poderosa (más poderosa aún que la misma vieja
aristocracia medieval, que los seguía despreciando y escupiendo), y con muchos
tentáculos de poder; con sus riquezas y comercios, habían podido penetrar en
muchos sectores de la sociedad, y del
pensamiento, y se ganaron un espacio nuevo y especial y expectante; es decir,
que ya eran perfectamente conscientes de su fuerza cultural, económica,
financiera y de pensamiento, y ya no estarían dispuestos a seguir marginados
del manejo político y administrativo; sólo les faltaba destruir los cimientos
medievales y del ‘Antiguo Régimen’ en general, empujando los cambios
revolucionarios, y oficializando su poder concreto, y legalizando su prestigio
social de una vez por todas vía el parlamento,
y para ello recurrirán a las alas del pensamiento o filosofía política para poder volar alto, y posicionarse
definitivamente con poder oficial, legal y concreto; y así lo hicieron.
Debe quedar bien en claro, que
fueron los capitalistas ingleses los
que dieron el primer gran golpe contra el ‘Antiguo Régimen’ ya bien entrado el
siglo XVII; verificándose así: la primera revolución política del mundo
moderno; y lo más importante, usaron el PARLAMENTO como arma y como escudo y adueñándose de él para
siempre, y con ello, la monarquía absoluta inglesa no se fortaleció, sino todo
lo contrario, dicha monarquía estaba desprestigiada y en desgracia, por las
divisiones en las misma casta aristocrática, por los agudos conflictos de
confesiones religiosas, por la agitada y violenta contrarreforma en general, por
las guerras continuas e intensas, etc., etc.
Otro hecho importante, cardinal y
clave, es el siguiente: Inglaterra tenía PARLAMENTO
desde el medioevo, y donde se defendían exclusivamente los intereses directos
de la nobleza y del clero y por cierto de los capitalistas, pero nunca el PARLAMENTO fue del pueblo, o pensado y
diseñado para defender al pueblo, fue todo lo contrario, absolutamente todo lo
contrario. El parlamento en general
entonces, es creación inglesa elitista y excluyente y exclusiva de los
poderosos, y tan antiguo como el medioevo, el parlamento inglés no fue creado ni por, ni a partir de las ideas o
del pensamiento ni de Locke ni de Montesquieu ni de Rousseau; el parlamento
fue una creación política elitista y material e histórica que viene desde la
Edad Media en Inglaterra.
Entonces, el viejo parlamento medieval inglés representaba a los grupos de
poder: la nobleza, el clero y la alta burguesía (el pueblo nunca tuvo
representación en modo alguno); pero, el Rey en verdad, controlaba
absolutamente al viejo parlamento en sus inicios, fue la mesa de negociaciones
entre los poderosos terratenientes, el clero y los nobles y el rey mismo, nada
más. El Parlamento, que duda cabe,
era el lugar donde se conspiraba oficial y legalmente, como engañar y como
exaccionar impuestos y fuerza física del ignorante y crédulo y famélico pueblo.
Y si bien es cierto, que dicho Parlamento medieval inglés se reunía
periódicamente, y servía para frenar en algo el poder monárquico, por parte de
los ricos terratenientes, el clero celoso y oportunista y la parásita nobleza,
pues, ya la tradición política inglesa tenía la herramienta idónea para
fortalecerla y reformarla a favor del nuevo grupo de poder fáctico y económico:
Los capitalistas. Solamente faltaba
el pensador político que le dé vuelos, carta de ciudadanía y nuevo contenido y
proyección al viejo y decrépito parlamento medieval inglés, y modernizarlo obviamente: John Locke (1632-1704) en el siglo
XVII, sería el pensador político de los capitalistas, y con su teoría de la
bicefalia del poder (poder ejecutivo
limitado y frenado por los capitalistas, atrincherados en el Parlamento moderno) crearía la poderosa arma que necesitaban los capitalistas modernos para frenar al
ejecutivo y manipularlo, y para tener manos libres para hacer negocios e incrementar
sus riquezas; y de paso controlar a la plebe, o al pueblo o al populacho con
las armas legales (Estado de Derecho) incluyendo prioritariamente: la violencia
estatal.
También es importante señalar,
que el sector de la burguesía o los capitalistas
ingleses, supieron capitalizar políticamente y para sus fines y partido: el
fenómeno religioso de la Contrarreforma,
que precisamente nace en Inglaterra, con la separación de la Iglesia Católica, e implantando su
propia confesión religiosa nacional: La Iglesia
Anglicana, demás está mencionar, que tras esa nueva confesión religiosa
nacional y oficial inglesa, habían profundos e intensos intereses económicos,
comerciales y políticos.
Recordemos que, cuando se separa
Inglaterra del Vaticano, automáticamente la sociedad se partió en dos bandos
religiosos protestantes, que se enfrentaron hasta sangrientamente: la iglesia
oficial estatal, era la Anglicana, y
su jefe supremo era el mismo Rey o monarca, y como no podía ser de otra manera: la alta nobleza y aristocracia lo
acompañaba por intereses obvios; pero, del otro lado opuesto, la burguesía o
los capitalistas emergentes aliados
de la baja nobleza se hicieron de las iglesias Puritanas calvinistas.
Aquí, es preciso y menester,
abundar en este punto: La Iglesia Anglicana
fue promovida como reforma religiosa
de trascendencia universal e histórica en el siglo XVI, por los reyes, que
necesitaban someter los intereses religiosos y eclesiásticos institucionales a
la política monárquica, y para ello, se aprovecharon del general desprestigio
del Papado y de la Iglesia Católica, por continuos y revelados actos de
corrupción que manaban de la misma Roma, se aprovecharon asimismo, de la sed de
reforma espiritual y religiosa que la sociedad inglesa reclamaba fervientemente,
sobre todo en los sectores influyentes y grupos de poder, todo ello también fue
empujado y promovido por los cambios culturales y sicosociales que trajo el Renacimiento.
Preciso recordar es, que fue con
el rey Enrique VIII en 1531, que se
rompió relaciones religiosas con el Vaticano, en el contexto del divorcio no
reconocido del mencionado rey inglés. Luego el rey Enrique VI defendió abiertamente la reforma luterana, en contra
también de la Iglesia Católica, pero cuando muere dicho rey, y asume María Tudor, se regresa a la confesión
católica (1555) iniciándose sangrientas persecuciones en contra de los
protestantes o reformistas. El anglicanismo
como iglesia nacional oficial se consolidó con la reina Isabel I. El factor religioso trajo mucha polémica, conflictos y
guerras sangrientas, que no permitieron al capitalista tener la paz y los
mercados calmos para hacer riquezas, por eso es que optaron más adelante, por
la TOLERANCIA religiosa como una
salida política, para poder tener paz y hacer negocios y riquezas.
Asimismo, tenemos que considerar
que el Calvinismo fue la confesión
religiosa protestante o reformista,
que tenía grueso sustrato teológico, filosófico, ético, social y político, vale
decir, que el calvinista estaba obligado a una conducta pública y privada
rigurosa (precisamente la ética protestante
y el capitalismo en los EE.UU., fue estudiado por el científico social alemán Max Weber en una obra que sigue siendo
un clásico de las ciencias sociales). Su creador Jean Calvin (1509-1564) fue un teólogo francés que sustentaba la
salvación divina como una gracia de Dios, pero que el creyente tenía que
esforzarse en demostrarle a Dios que era el elegido, con esa sustancia
religiosa se da creación a las iglesias presbiterianas, que se diferenciaban
por cierto de las iglesias anglicana y luterana. El puritanismo de esencia
calvinista en Inglaterra, llegó inclusive a formar un partido político en el
siglo XVII, luego devino en un riguroso sistema de vida donde el individuo o
creyente buscaba su regeneración personal y públicamente era muy estricto y
riguroso en seguir códigos éticos y morales de esencia religiosa.
El pequeño gran detalle que
tenemos que tener muy presente aquí, es que, los calvinistas puritanos (los capitalistas
más decididos tomaron dicho partido), --enfrentados contra los anglicanos monárquicos--, tenían como principio político básico: que si el
gobernante o monarca actuaba en forma absolutista o tiránica, podía ser sacado
del poder, podía ser depuesto por la fuerza, vía la insurrección; así se
explica la conducta del revolucionario republicano inglés Oliverio Cromwell (1599-1658) que de la mano y con su genialidad
política y militar, llevó a los
capitalistas emergentes al poder, y a posiciones que nunca antes tuvieron,
luego de sangrientas batallas y luchas y conflictos, donde que el PARLAMENTO era la trinchera de guerra
por el poder entre capitalistas modernos y terratenientes medievales; y, ¿El pueblo?: El pueblo no tenía nada que
ver ahí, ni sabía de qué se trataba tanta barahúnda política, el pueblo nada
defendía ni atacaba en dicho parlamento, porque no tenía representación alguna
ahí. Sólo era llevado a los ejércitos de uno y otro bando, como carne de cañón,
hacia las duras, largas y espantosas batallas, apelando a su confesión y
pugnacidad religiosa, luego regresaban a sus hogares, más pobres que nunca,
mutilados, enfermos, hambrientos y traumados, nada más. John Locke nunca se preocupó de ellos en modo alguno, en forma
absoluta.
En 1640, los capitalistas y parte de la pequeña nobleza inglesa
(calvinistas puritanos mayoritariamente), encaramados en el Parlamento, exigieron que se
reconociera su poder supremo parlamentario sobre el rey Carlos I, vale decir, el PARLAMENTO
exigía dominar la política inglesa sobre el monarca, o, que el poder ejecutivo
se someta a las decisiones congresales o parlamentarias. Fue un duro golpe asestado
por parte de la fortalecida y apertrechada burguesía, o capitalistas emergentes, que utilizaban al parlamento para sus fines económicos y políticos, doblegando a la monarquía
absolutista, y estalló la cruenta y terrible guerra civil como era de
esperarse: la primera revolución
política del mundo moderno.
Fue en 1647, que el EJÉRCITO
PARLAMENTARIO liderado por Cromwell
derrotó a las fuerzas militares reales o monárquicas, y tomó prisionero al rey Carlos I, dándose inicio a la
revolución radical: se expulsó a la nobleza monárquica del parlamento, se
suprimieron las prerrogativas y privilegios de la aristocracia, se enjuició al
rey condenándolo a la muerte en 1649, y se abolió la monarquía, proclamándose
la República y entregándose todo el
poder al revolucionario puritano Cromwell.
Los capitalistas dejaron bien en
claro, hasta donde podían llegar para defender sus intereses económicos y
políticos.
Luego de tomado el poder total y
absoluto por parte de los capitalistas
emergentes, y de la mano gloriosa de Oliverio
Cromwell, --el radical puritano--, humillando al poder ejecutivo o monarquía, y ejecutando además, al mismo rey Carlos I; y expectorados los grupos de
poder monárquicos del parlamento; y cerrando el mismo instituto congresal; y ahora,
modernizado el PARLAMENTO como
propiedad y trinchera burguesa emergente: los capitalistas ahora sí, tenían la mesa servida para imponer sus
condiciones y asegurar y consolidar sus intereses; pero faltaba solamente, un
pequeño gran detalle: deshacerse de Oliverio
Cromwell, quien tenía la dirección del poder central, y los capitalistas prefieren manejar todo,
desde y con el parlamento, porque
así dan espacio de maniobra a todas las vertientes del capitalismo: económicas, financieras, comerciales, etc., en
posición, acción y proyección totalmente alejada de los intereses populares,
obviamente.
Fue tan poderoso el prestigio, y
el dominio, y la obra del gran republicano Oliverio
Cromwell que los capitalistas
emergentes inteligentemente, tuvieron que esperar a su muerte (1658) para poder
hacer los últimos ajustes idóneos a sus intereses, conveniencias y
complacencias. Evitaron nueva guerra civil entre los que querían la continuación
de la República y los monarquistas,
y astutamente, demostrando pericia y lucidez políticas: los capitalistas emergentes conceden a la
nobleza monárquica (1660) la restauración, en la cabeza del rey Carlos II, pero con las siguientes
condiciones: El rey aceptaba la supremacía del parlamento en la elaboración de las leyes y la fijación de los
impuestos, quedaban suprimidos los monopolios y privilegios de la aristocracia.
De esta manera pues, ganaron el poder de manejo económico y financiero, y la
estabilidad política necesaria, con su dominio y dirección del tema impositivo,
que era el que preocupaba a los capitalistas. El rey reinaba pero no gobernaba,
gobernaba el parlamento de los capitalistas emergentes del mundo
moderno. El pueblo seguía siendo súbdito sin derechos, sin representación y sin
voz. Y los esclavos seguían siendo simples cosas y mano gratis, nada más.
Es en esas circunstancias, en que
el capitalismo emergente, apela su
pensador político preferido y de los suyos John
Locke (1632-1704), --quien era contemporáneo del otro gran filósofo
político Thomas Hobbes, pero a
diferencia del académico y retraído Hobbes,
pues Locke era un hombre de la
política y de los negocios siempre--, y por lo tanto, sus escritos y célebres
ensayos eran obras del momento, escritos de simple coyuntura política-económica
que expresaban el sentir del capitalismo
de su época, escritos que se convertirían luego, en filosofía política
universal del liberalismo político,
porque las necesidades del capitalismo
son las mismas en cualquier parte del mundo.
Leamos a John Locke como defiende a sus colegas capitalistas y negociantes
del momento:
“Para mí, el Estado es una
sociedad de hombres constituida únicamente con el fin de adquirir, conservar y
mejorar sus propios intereses civiles, intereses civiles llamo a la vida,
libertad, salud y prosperidad del cuerpo; y a la posesión de bienes externos,
tales como el dinero, tierra, casa, mobiliario y cosas semejantes”. (John Locke en su ‘Carta sobre la tolerancia’,
1689)
De la simple lectura Ut Supra:
Es obvio que John Locke se dirige
exclusivamente a los capitalistas y prósperos
comerciantes y negociantes colegas suyos de la época, porque en verdad de
verdades, el hombre común y corriente o el pobre hombre inglés de su evo: pues,
en modo alguno, su vida no tenía protección alguna, ni menos su libertad, su
salud era lo de menos para los gobernantes, y la prosperidad del cuerpo del
esclavo y del jornalero les interesaba nada, y como es obvio, el pobre nunca
tenía dinero ni para comprar tierras, casa, mobiliario y etc.; es decir que, en
forma clara y contundente Locke defiende
al capitalismo de su tiempo, a
diferencia de Thomas Hobbes que sí
se preocupa filosóficamente por la felicidad
de todos los miembros del Estado, y su desarrollo teórico es claramente en ese
sentido, es obvio que a los liberales
o capitalistas no les gusta, ni les
conviene abordar o tratar el tema de la FELICIDAD
DEL PUEBLO porque precisamente la riqueza del liberal y del capitalista
reside en hacer infeliz y mantener en la infelicidad a las minorías ‘ciudadanas’
desposeídas y débiles; por eso odiaban y odian a Hobbes los liberales, porque Hobbes
planteaba una República parecida a
la que había instaurado y dirigido el revolucionario republicano Oliver Cromwell, y en verdad, los capitalistas
normalmente, no quieren saber nada de gobiernos (se han adaptado también a
dictaduras y tiranías y fascismos) donde no exista parlamento para manejarlo con su dinero y con sus propios
representantes.
Tan es así, que en 1679: el Parlamento dominante, expide victoriosamente el Habeas
Corpus Act, o ley de hábeas corpus, además de leyes para la defensa de
los derechos ciudadanos (mejor dicho
leyes para favorecer al capitalista,
pero nunca al pueblo), y con ello: logran blindarse de cualquier pretensión
absolutista que quiera afectar sus intereses, sea en sus vidas o propiedades,
todo ello por cierto, estaba iluminado por la filosofía política liberal creada
por el negociante y político John Locke.
Dicho todo esto, ya podemos entender la aparición histórica del rey Jacobo II, --quien fuera el sucesor del rey Carlos II, el mismo que fuera aupado al poder bajo las condiciones del parlamento capitalista-, un monarca de mente estrecha y absolutista, pero sobre todo y ante todo católico, y eso significaba pólvora con mecha corta en la Inglaterra anglicana, calvinista, y sobre todo: tomada por los capitalistas puritanos atrincherados en el Parlamento. Jacobo II inoportuna e imprudentemente, quería relanzar el poder real o monárquico, enfrentándose inmediatamente al Parlamento, pero no tuvo el apoyo tan necesario de la alta nobleza, ya que ésta no era católica, sino anglicana y muy al contrario vieron a Jacobo II como un obstáculo para el desarrollo de sus intereses económicos y políticos, sobre todo porque el torpe rey había permitido el ingreso de misioneros jesuitas al territorio inglés, eso provocó que salte automáticamente el sentimiento patriota inglés tan sólido y unificado en contra del monarca católico, además de eso: la nobleza no quería guerras, ni tampoco regreso al absolutismo, porque ya tenían mucho terreno ganado y posiciones de poder envidiables y con tendencia a consolidarse mucho más y a crecer, en tal virtud, los capitalistas inteligentemente decidieron destronar, desbancar y expectorar al rey católico Jacobo II.
La Revolución Gloriosa de 1688: es otro hito importantísimo en el
avance y consolidación de los intereses capitalistas ingleses, adueñados ya del
parlamento, y en contra del
absolutismo que los pueda controlar, regular y fiscalizar. Esa famosa
revolución de 1688 ya tenía su ideología y su filosofía política creada y
sustentada por John Locke en su
espíritu y actividad práctica de hombre de negocios y político, como se ha
dicho. Poniendo en ejecución el principio político calvinista, de que si el
gobernante era tirano, podía ser depuesto por la fuerza, pues destronaron a Jacobo II sus enemigos, y abandonado el
monarca en desgracia, tuvo que dejar el trono, sin pena ni gloria. Y luego,
cazurramente, los capitalistas
ofrecieron la corona de Inglaterra a Guillermo
de Orange, --que era príncipe holandés y que no sabía hablar el idioma
inglés--, Guillermo aceptó la corona,
con las condiciones que le puso el Parlamento
dominante y voraz políticamente: Mantener al protestantismo como religión base y dejar gobernar al Parlamento; así se inicia en firme el
alabado y célebre y moderno parlamentarismo
inglés.
La Revolución Gloriosa de 1688, fue hecha sin violencia, con
negociaciones, con inteligencia y con refinada astucia, y obviamente: con potente
voracidad de poder, bien disimulada. Aparece el nuevo régimen político parlamentarista que será modelo para el
capitalismo universal: el Parlamento dicta las leyes, recauda impuestos, y
elige al primer ministro quien es el
titular del ejecutivo de los mismos capitalistas
(nunca hubo la DIVISIÓN O SEPARACIÓN DE
PODERES que ilusamente desarrollará teóricamente Montesquieu, lo que hubo en forma material y concreta fue ABSOLUTISMO PARLAMENTARIO plutocrático);
el Rey reinaba pero no gobernaba.
Con la Revolución Gloriosa quedó firmemente establecido y legitimado que
el parlamentarismo: No es DEMOCRACIA, ni nunca fue democrático,
recordemos que solamente votaban los miembros de la nobleza y los capitalistas
o burgueses enriquecidos.
El capitalismo tomó el poder absoluto, y hasta ahora lo detenta, con
ficciones hechas pasar por teoría
política y sancionada jurídicamente por el Derecho Constitucional y por constituciones políticas positivas que
garantizan el ‘Estado de Derecho’
del capitalismo dominante, y que ahora se puede comprobar en cualquier Estado
moderno de la civilización occidental. El marxismo
se equivocó absolutamente, y a las finales jugó a favor del capitalismo mundial
como ahora se puede comprobar con mucha facilidad.
Lima, 27 de agosto del 2014
Jaime Del Castillo Jaramillo
Abogado egresado de la U.N.M.S.M.
con más de 20 años de ejercicio profesional y cuenta con estudio jurídico
abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio profesional; periodista,
fundador y director del programa radial y televisivo ‘Yo, Sí Opino’ (censurado
en TV y cerrado cinco veces en radio); Maestría en Ciencia Política con la
tesis “Pensamiento Político peruano insuficiente y epidérmico causa de nuestro
subdesarrollo político”; Post Grado internacional en Ciencia Política otorgado
por la UCES – Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales de Buenos
Aires-Argentina graduado con la tesis: “Crisis terminal de los Partidos
Políticos en el Perú”; catedrático universitario de ‘Historia del Pensamiento
Político”, “Filosofía Política”, “Metodología de la investigación en Ciencia
Política”, “Realidad Nacional”; “Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.;
blogger, comunicador social, articulista y conferencista.
Fundador, ideólogo y Presidente
de “Foro Republicano”
http://fororepublicanoperuano.blogspot.com
@jaimedelcastill
yeagob2@gmail.com
https://www.facebook.com/jdelcastillojaramillo
No hay comentarios:
Publicar un comentario