Martin Heidegger potencia filosófica universal y sus reflexiones sobre
el Poder, que importan a la verdadera Ciencia Política. La eliminación del
falso individualismo racionalista y el realismo de la existencia histórica
predeterminada que cambia los ejes de la filosofía política en el siglo XXI
Heidegger dijo: ‘La tecnología nunca se dejará vencer por el
ser humano. Pues significaría que el ser humano es el titular del Ser’.
Según Martin Heidegger, la filosofía
occidental centrada en la humanidad, ha contribuido a provocar la grave crisis
del mundo moderno. La filosofía centrada en la humanidad, --tal como es la
tradición filosófica occidental--, solamente ha provocado las visiones,
posiciones y proyecciones egoístas, voraces, perversas y dominantes de los
pocos, contra los muchos, y esta esencia de relaciones asimétricas
político-sociales-económicas, es el fenómeno mundial actual y provocador de
tanta desigualdad y desgracia, y mentiras universales justificadoras, para
mantenerse firmes aplicando su tecnología, que en lenguaje heideggeriano
significa voluntad de apropiación y dominio del mundo externo.
El ser humano no es el titular
del SER, pero tampoco la TECNOLOGÍA, el ser humano como
individuo no es nada, frente a la
TECNOLOGÍA dominante, ejecutada por los sectores más poderosos de cada
sociedad, nación o civilización, así debe entenderse esta contundente cita del
más grande filósofo contemporáneo Martin
Heidegger.
Por eso mismo, Heidegger también dijo que:
‘En vez de
reconocer nuestro lugar en el mundo, nuestra posición como un ser entre todos
los seres, hemos convertido al mundo en algo que existe por y para nosotros.
Nuestra arrogancia ha hecho de la tierra un recurso descartable.’
‘Tratamos el
mundo y todo lo que contiene como algo para ser consumido … ‘Una clase de ser,
el ser humano, cree que todo el Ser existe para él’ ….’
‘El mundo y
todo lo que contiene existen para ser usados- ¡por nosotros! ¿Por qué? Porque
somos humanos; porque le damos al mundo su ‘marco de referencia’: porque
pensamos …’
‘Muchas
atrocidades del mundo se remontan a la creencia filosófica, supuestamente
inofensiva, de que los seres humanos somos especiales, de que proveemos al
mundo de una referencia, de que somos lo que Descartes llamó ‘cosas pensantes’.’
‘Para
advertir el vínculo entre filosofía centrada en el ser humano, visión
tecnológica del mundo y el Ser, debemos revisar primero la famosa declaración
de Descartes: ‘Pienso, luego existo’ … Ahora bien, no podríamos entender a
Descartes sin conocer a los antiguos griegos’
Martin
Heidegger, es un magnífico, original y potente filósofo universal, que es
contemporáneo, y que su influencia sigue viva y vigente hasta la fecha y desde
hace más de medio siglo. Los más importantes y relevantes filósofos e
intelectuales de importancia mundial, han sido tocados por el poderío y la fuerza
del pensamiento heideggeriano, para bien o para mal. Es insoslayable. Por lo
tanto, no existe buena ciencia política si es que no se revisan los ejes
maestros y vitales de la filosofía heideggeriana, no se puede comprender bien y
en forma precisa y actualizada a la filosofía política, sin pasar por Martin
Heidegger, así de sencillo y de fácil.
Cómo puede la ciencia política de hoy, sentar opinión y
categorías sobre el ser humano, sobre el poder, sobre las formas de gobierno, o
regímenes políticos, o sobre la realidad nacional o internacional, etc., etc.,
etc., si no conoces el lenguaje, la cosmovisión y las categorías filosóficas de
Martin Heidegger. Simplemente en un
absurdo que la ciencia política, se mantenga ignorante de ese mundo rico y
musculoso y fructífero filosóficamente hablando, tal como es, el emporio
heideggeriano. Es imprescindible su estudio a fondo, para poder estar a la
altura de la intelectualidad mundial, y sobre todo para interpretar cabalmente
el fenómeno del poder y de la política. No hay ciencia política verdadera si no
pasas por Martin Heidegger, o para
negarlo, o para refutarlo , o para asumirlo, o para desarrollarlo. Así de
sencillo y de fácil.
Abordemos algunas ideas maestras del pensamiento
filosófico heideggeriano, para luego entrar al comentario de sus escritos
específicos sobre el PODER.
Heidegger, inicia su saga filosófica
con Platón (428-354 a.c.) en virtud
de ser el gran filósofo griego que en forma sistemática y coherente, va
razonando y respondiendo a las grandes preguntas de la filosofía. Recordemos su
famosa ‘Teoría de las Ideas’, según la cual, el buen Platón planteaba que todas las cosas
tienen su forma en un mundo ideal extraterreno; también tienen su forma, las
ideas abstractas, como la Justicia, la belleza, la verdad y el bien. El sabio Platón
quería que cada cosa y cada idea, sean juzgadas en comparación con su forma o
tipo ideal original.
Recordemos que, la tesis de cómo explica que los seres
humanos conocen el mundo ideal, donde están las formas e ideas originales, la
desarrolla Platón con su tesis de la
ANAMNESIS,
que vienen a ser los múltiples ciclos de vida y muerte de los seres humanos,
por lo tanto estamos frente a los ‘estados encarnados y desencarnados’
de la humanidad, y que durante cada estado desencarnado conocemos las formas
ideales, el mundo extraterreno platónico. Pero inmediatamente olvidamos el
mundo ideal platónico, al nacer nuevamente o ‘encarnar’. Sin embargo,
vía la razón y solamente la razón o el pensamiento sereno, volvemos a recordar
lentamente todo nuestro saber y conocimiento desencarnado. Por lo tanto, los
científicos nunca descubren nada, si no que, simplemente recuerdan su anterior
conocimiento, cuando estuvieron desencarnados y asumieron el mundo ideal
platónico.
Recordemos también que, en el pensamiento de Platón, los filósofos, por ser
racionales, están más cerca del conocimiento eterno, y son los más indicados y
llamados para gobernar, deben ser los filósofos los que gobiernen y no, los
políticos. De aquí arranca la tesis universal en filosofía política de los ‘Reyes filósofos’.
Cuando Heidegger,
pasa al siguiente capítulo, elogia
la actitud de Aristóteles (384-322 a.c.)
a quien llamó: ‘El último de los grandes filósofos que tuvo ojos para ver y desconfiar
de todas las especulaciones petulantes, por muy cercanas al sentido común que
estuviesen.’ Y es que, la
potencia racional de Aristóteles queda
fuera de toda duda; sin embargo, Heidegger
cuestiona al buen Aristóteles cuando
a los conceptos de la existencia
como sustancia y atributo, le agrega la ENUNCIACIÓN como SER, o sea enunciar que existe la entidad, y ese SER no es ni sustancia ni atributo; y
es que para Heidegger la existencia
no es el SER, y aquí se abren las
aguas con respecto al existencialismo
francés con Sartre a la cabeza. El SER es inmaterial, la existencia no es
el SER, hasta este punto del
desarrollo que venimos realizando.
Y con esta posición de Heidegger, deja en evidencia que el gran Aristóteles era consciente de ese problema latente, y buscó darle
solución, pero nunca encontró la salida para salirse del sólido concepto de
sustancia. Y categorizó a los seres, pero no había noción del SER como tal. Y desde entonces, la
noción de sustancia se internalizó y
sentó sus reales, en toda la filosofía occidental.
No olvidemos que
Heidegger, hace seguimiento, interpretación y lectura de Aristóteles, pero ahora en la versión
de los escolásticos medievales, quienes se fundamentaron en el Estagirita, y se
encuentra en ellos el énfasis que pusieron en la sustancia aristotélica, pero desde otra óptica o razonamiento sutil
teológico: ‘en tanto ser trascendente,
Dios es causa y fundamento de todo ser. Su origen y explicación última’.
Y por lo tanto
Heidegger, ante los conceptos escolásticos (de raíz aristotélica) de ‘Sustancia’, ‘Dios’, ‘ser trascendente’,
etc.; considera que todo intento por
encontrar un fundamento del SER, en
otra cosa que no sea este, constituye una evasión de la pregunta por el SER.
Heidegger, se demora en la
interpretación del pensamiento de
Descartes (1596-1650) ya que por algo se le denominó ‘Padre de la filosofía moderna’, y es que a Descartes no le agradaba la incertidumbre, buscaba la precisión en
el sistema filosófico basándose en las matemáticas. Y para ello buscó un ‘axioma absoluto’, algo considerado
verdadero, más allá de toda duda. Algo
firme, certero y sólido racionalmente, y donde pueda apoyar todo su sistema
racional filosófico. Entonces, decidió cuestionarlo todo desde su origen,
mediante su método de la duda radical.
Y como primer paso de la duda radical, se analiza el
conocimiento que nace de los sentidos, atacando al conocimiento sensorial de
todo tipo y lo descarta, y concluye Descartes
que ese conocimiento no era confiable, y no se puede apoyar el conocimiento en
este sentir o percibir sensorial.
Descartes, recordemos se enfocó en los
sueños, los analizó y meditó, y arriba a la conclusión que los objetos
cotidianos que aparecen en nuestros sueños parecen reales, pero no es la
realidad.
También Descartes
descarta a las matemáticas como forma de conocimiento absoluto, si bien es
cierto no era conocimiento sensorial, sin embargo su idealidad y formalidad
extrema podría llevar a confusión y error. Y siendo que el conocimiento
sensorial como el no sensorial no eran seguros y generaban incertidumbre,
concluye que hay una sola cosa más allá de toda duda, y era su PENSAMIENTO, por eso es que sentenció y
sentó universalmente, su pequeña gran frase que ha girado universalmente y ha
inspirado a las filosofía venideras por siglos: ‘Pienso, luego existo’. En esa frase se parapeta el RACIONALISMO venidero en la filosofía
occidental. Y a partir ahí, por cierto, elabora su sistema, sobre la cosa
pensante, la ‘caña pensante’, sobre que Dios sí existe, porque podemos
concebirlo y pensarlo, y por lo tanto es racional que un Dios benévolo excluya
la posibilidad de un demonio maligno. Luego, las matemáticas deben existir, ya que
mediante las matemáticas y sus principios, podemos deducir el mundo exterior, etc.,
etc.
Una centuria despúes, del pensamiento del gran filósofo
francés Renatus Cartesius o Descartes, aparece el ginebrino J.J. Rosseau (1712-1778), quien
consideró que no somos cosas pensantes, si no, que somos seres bondadosos y en
armonía con la naturaleza, y que es la sociedad con sus restricciones, cadenas
y egoísmos, la que corrompe al ser humano. La cosa pensante, para J.J. Rousseau, es el YO o Moi, o núcleo de la naturaleza
humana, que enriquece el alma universal, y por lo tanto, era fácil conocer la
naturaleza de toda la humanidad, por las complejidades de la mente humana. Los
enemigos de Rousseau, los empiristas, lo llamaron el idealista
desatinado.
En la misma época histórica aparecen los empiristas, (que rechazan los supuestos
de Descartes y Rousseau), ellos son quienes afirman que conocen las cosas mediante
la experiencia, --(sentido común)--,
y usan dicha información como base para construir un pensamiento complejo, y
rechazaban al racionalismo, tales
fueron George Berkeley (1685-1753), John Locke (1632-1704) y David Hume (1711-1776). Pero lo cierto
es que, todos los empiristas y racionalistas, continuaron la vieja tradición
filosófica occidental que fue reforzada, pulida y proyectada por Descartes, y es, la distinción precisa,
racional y brillante entre Sujeto y Objeto.
Las fuertes y sustanciosas discrepancias filosóficas
entre empiristas y racionalistas, continuó, hasta fines del siglo XVIII, y con
la llegada de Inmanuel Kant
(1724-1804), el famoso filósofo prusiano y piedra basal del criticismo, y
además, el precursor del idealismo
alemán, quien le dio la razón a los empiristas, cuando afirma que tenemos
estructuras innatas o previas, que usamos para adquirir conocimiento sensible y
con ello adquirimos experiencia sensorial que es el primer conocimiento; pero,
también le dio la razón a los racionalistas, cuando afirmó que la mente humana
filtra toda la información en una forma que le es propia, ya que cada
experiencia es una experiencia humana. Y es que los seres humanos aportamos
estructuras o modos de interpretar, a la experiencia.
Kant, recordemos, aportó nuevos
conceptos, como Unidad, Realidad,
Sustancia y Posibilidad, además
de los antiguos y trabajados conceptos de espacio
y tiempo. También, no podemos dejar
de mencionar que Kant dio por
sentado, que todos los seres humanos tenemos los mismos filtros, o estructuras
mentales, o modos de interpretar las experiencias, o el conocimiento, por lo
que creyó, --al igual que el ginebrino J.J.
Rousseau-, que examinando las categorías
de la mente humana, podía generarse un conocimiento humano universal.
Por eso, el prusiano Kant, llega a la conclusión, que en el campo ético todo acto moral
podía deducirse de un gran principio universal, que denominó ‘Imperativo Categórico’: ‘Obra como si el principio que sigues fuese
a convertirse en una ley que todo el mundo debiera seguir’.
Obviamente, que el imperativo categórico kantiano,
tenía que ser criticado, porque no era muy práctico al sentido común, y es que Kant hace una filosofía demasiado
impoluta, o idealista o formalista, y que no toma en cuenta la verdadera
realidad, por ejemplo, ignora que en los hechos cotidianos, la gente no siempre
dice la verdad, toda la verdad.
En esa circunstancia, es que aparece Friedrich Nietzsche (1844-1900), quien
hace la crítica extrema dinamitando al pensamiento filosófico anterior, cuando
dice que la filosofía prolija de Kant,
es el ejemplo del más amplio supuesto falso de la historia de la filosofía,
vale decir que pone en ridículo al pensamiento kantiano, por idealista e
ingenuo, y agrega el filósofo de Rocken, que existe una suerte de ‘verdad’ universal a ser descubierta, y
dicha posición es de máximo interés para la filosofía política.
“¿Qué es la
verdad? No existe tal cosa, verdad es sólo un concepto inventado hace ya mucho
por los griegos para convencer a los demás de que ellos debían gobernarlos.
Toda cultura que ha dominado, explotado u oprimido a otra lo ha hecho en nombre
de alguna verdad. Proclamar la verdad, es en realidad pretender el poder.”
Nietzsche consideraba y exponía que
el dogma más coercitivo, alienante y opresivo era el cristianismo, ya que reducía a la humanidad al mínimo común
denominador, toda vez que, el cristianismo predicaba doctrinas absurdas, como por
ejemplo, la forma de vida cristiana. Específicamente escribió Nietzsche que:
“¿Acaso hay
algún gran logro obtenido por alguien que actúe como cristiano sumiso? ¿Acaso
Miguel Angel podría haber pintado o Cesar conquistado el mundo si hubiesen
vivido arrodillándose ante otros? Los grandes logros requieren grandes
esfuerzos. Los cristianos quisieran vernos como un mundo de dóciles sapos que
se escabullen por el suelo mientras sacrifican todo placer, fuerza y felicidad
por una vida ultraterrena. Nada de esto es verdad. ¡Dios ha muerto!.”
Recordemos entonces que, según Nietzsche, todas las doctrinas, teorías, cánones, normas y leyes de
los grupos que se adjudican poseer la verdad, son simples o retorcidas o
embozadas formas de oprimir nuestros más elevados instintos. Y consideraba que
solamente los fuertes y los nobles, son capaces de crear sus propias leyes, y estilos
y formas de vida. El resto, somos ovejas obedientes que seguimos al inmenso
rebaño con las narices pegadas a la cola de las ovejas que van delante. Recordemos
también que Nietzsche en general,
pensaba que la mentalidad de ovejas, --que la denominaba: la moral de esclavo--, arrastraba al negro
pozo de la mediocridad.
Nietzsche también negó la verdad absoluta, y rechazó los valores
morales convencionales, afirmaba que construimos nuestros propios valores, o
dejamos que otros lo hagan por nosotros. Lo que creemos verdad, es solo una
clase de prejuicio.
“Debemos
tomar conciencia de la superficialidad, e ir al fondo del asunto. Sin debilidad
sentimental: la vida es en esencia apropiación, superación de lo débil y
extraño; supresión, dureza, incorporación y, si hay benevolencia, explotación.”
Por lo tanto, para
Nietzsche, las ideas como categorías universales de Kant no son verdad, sino funciones de lo que llamó VOLUNTAD DE PODER. Según Nietzsche, todo organismo vive y se
proyecta, para incrementar su fuerza vital, –o poder--, y toda pretensión de verdad
depende de esta voluntad de poder. La verdad pasó a ser cuestión de ‘interpretación’: si alguien tiene el
poder, nosotros interpretamos a su modo la ‘verdad’. Con esa posición y
pensamiento Nietzsche transformará
la forma en que los filósofos abordarán las preguntas sobre el conocimiento y
la verdad. Aun sin la coerción del poder, la verdad entonces necesitará ser
interpretada. Y de aquí saldrá todo un filón de conocimiento y pensamiento,
para interpretar la palabra: Ideología, tan importante y central para la
ciencia y filosofía política.
Sin embargo, el filósofo y téologo danés Soren Kierkegaard (1813-1855), --también
reconocido como el padre del existencialismo--,
ya mucho antes que Nietzsche, había
formulado la duda sobre las ideas de verdad, conocimiento y Dios, y lo hizo
considerando el tiempo que los filósofos anteriores a su pensamiento,
consideraron irrelevante abordar dichos temas. Su frase más conocida es: ‘Puesto
que somos seres finitos, no podemos conocer algo infinito como Dios’.
Kierkegaard considera en su pensamiento
filosófico que la verdad es
subjetiva, y que por lo tanto, no se puede conocer nada universal y trascendente
en el tiempo. Si por si acaso existiera una verdad atemporal, no se podría
comprender, porque la humanidad no es atemporal. En tal virtud, la verdad
relevante para el individuo, no puede ser más que el individuo mismo. El
filósofo danés y referente primero del existencialismo, creía de suma
importancia esta subjetividad plena de la verdad.
Recordemos que
Kierkegaard, nunca afirmó que Dios
ha muerto, tal como lo expresó tan categórica y altisonantemente Nietzsche, el pensador danés existencialista solamente dijo que no
podemos saber si Dios existe, y que por lo tanto, debemos dar un salto de fe,
siendo que este salto de fe, es el camino a una existencia auténtica.
Kierkegaard era cristiano, pero aún
así, no creía que ir a la iglesia y orar tuviese algo que ver con serlo, y
afirmaba que lo más noble que el creyente podía hacer era apoyarse en sus
creencias, sabiendo que nunca se podría alcanzar la certeza o la verdad.
El gran filósofo moravo Edmund Husserl (1859-1938) comienza a filosofar a comienzos del siglo
XX, --y es el fundador y padre de la fenomenología trascedental o del
movimiento fenomenológico que
influirá definitivamente en la filosofía occidental hasta el presente siglo--,
y Husserl desarrolla su pensamiento,
cuando los científicos pregonaban sabiduría absoluta, --precisamente, Kierkegaard, criticaba a los grandes
sistemas filosóficos que borraban al individuo y pretendían el conocimiento
objetivo y atemporal--. La ciencia también consideró que podía resolver todos
los problemas que aún preocupaban al hombre, ese fue el marco intelectual de Husserl, quien esbozó un pensamiento
rebelde en su pretensión de destronar a la grandilocuencia científica y
filosófica.
Husserl, el gran discípulo de Franz Brentano y Carl Stumpf comienza desarrollando un método filosófico llamado FENOMENOLOGÍA, empieza con la sicología
humana, y avanzando en ello consideró que su pensamiento y método filosófico
podía describir la ‘experiencia’ o
la ‘toma de conciencia’ de las cosas,
sin reducirlas a datos científicos. Husserl
consideraba que la experiencia de una persona era experiencia de algo. De ahí
parte, su desarrollo fenomenológico.
Y se enfoca Husserl
en el acto de la ‘experiencia de’,
antes que en la cosa experimentada, o en la persona que experimenta, produjo
una nueva clase de conocimiento, que podía dar cuenta de cosas no pensadas por
la ciencia. Y lo que hizo entonces Husserl,
fue rescatar la experiencia cotidiana, de las limitaciones reduccionistas de
las ciencias, y desarrolló un nuevo y poderoso método de conocimiento, que
habría de inspirar a muchos pensadores convencidos del empobrecimiento de la
visión científica del mundo. La fenomenología logró gran celebridad y una gran
corte de seguidores y discípulos.
Martin
Heidegger,
fue precisamente uno de los pensadores que influenciados por Husserl, –fue su mejor alumno--, ataca
al empobrecimiento de y por la visión científica del mundo. Heidegger fue mucho más allá en su
pensamiento y postura filosófica, y consideró que no solamente la ciencia
estaba empobrecida, sino que los filósofos en general también habían perdido el
rumbo, incluyendo a su propio maestro Husserl.
Y que por lo tanto, frente a tanta pérdida de tiempo en búsquedas obsoletas,
que marcaban el fin de la filosofía, pues, se debe comenzar nuevamente a
pensar.
Heidegger, comienza a revisar toda
la historia de la filosofía, y además, estudia a sus más importantes
representantes, y sobre la base de las contribuciones iniciales de los griegos,
y llega a la conclusión de que, hasta la
interpretación del SER, se
desarrolló un dogma que no solamente declara superflua la pregunta sobre el
sentido del SER, si no que también
convalida su olvido. Esta constatación heideggeriana, marcará la curva que lo
llevará al éxito filosófico original
Heidegger, fue un escritor
prolífico, escribió como 50 obras, de los más diversos temas, comenzando en
1914 con su tesis doctoral sobre el filósofo medieval Duns Escoto. Recordemos que Heidegger
nació un 26 de septiembre de 1889 en Messkirch, región de Baden Wurtenberg, en
la selva negra alemana, en el seno de una familia fuertemente católica. Estudió
filosofía formalmente en la universidad de Friburgo, bajo la tutela de Heinrich Rickert, un conocido
neokantiano, y, Edmund Husserl, y
desde 1915 hasta 1928, Heidegger dio
clases en las universidades de Friburgo y Marburgo, siendo reconocida su
capacidad filosófica.
Para 1927, Martin
Heidegger publica su opus magna: ‘Ser y Tiempo’ (Sein und Zeit), que
logró celebridad universal. Para 1928, ya como miembro del partido nacionalsocialista
o nazi, Heidegger reemplazó a Husserl (que era judío) en la cátedra
de Friburgo, y por cierto Heidegger
colaboró muy activamente en la implementación de la políticas nazis en la
Univerdad de la referencia.
Para 1944, fue suspendido en su cátedra, por órdenes de
las fuerzas aliadas, hasta 1951. Heidegger
se retira de la enseñanza universitaria para 1959, y regresó a su tierra natal
en Messkirch en donde vivió aislado, falleciendo el 26 de mayo de 1976.
El eje central de la vida de Martin Heidegger se remite al misterio fundamental de la existencia. Para Heidegger, había un solo problema, desde que los filósofos
comenzaron con sus preguntas sobre el mundo, todos ellos soslayaron el hecho
más importante, a saber: el mundo existe.
Por lo tanto, Heidegger polemiza con
los filósofos que lo antecedieron, y afirma que el misterio fundamental de la
vida, es que algo existe; que antes que nada, el mundo es. Antes que preguntar
por el SER y la trascendencia de la
vida, la pregunta y constatación primera debió ser: El mundo existe.
Mientras Platón
sentó el gran precedente, que en vez de interesarse por el mundo en sí,
cuestionó aspectos del mundo que lo rodeaba. A su vez, Aristóteles lo clasificó. Desde ese hito, los filósofos se habían
preocupado de las cosas del mundo, en vez de preocuparse de lo más importante:
la existencia misma del mundo. Platón evade
al mundo terrenal, y Aristóteles se
afana en hallar su finalidad según su propia clasificación, pero ambos se
olvidaron de filosofar sobre la existencia misma del mundo.
Heidegger entonces filosofa pensando
en el significado de esta condición básica de la existencia, a la que nombró: SER. Y por lo tanto, para su visión
crítica del pensamiento occidental, Heidegger
hace un distinción trascendental en su filosofía, considerando a SERES (Seiendes o el singular de
Das
Seiende) como las cosas que existen, tales son, los objetos, hechos,
procesos, relaciones; mientras que SER
(Sein) se refiere, a la existencia de estas cosas, al hecho que sean; por lo
tanto, los SERES pueden ser
estudiados por las ciencias o el conocimiento cotidiano, pero la comprensión
del SER, eso corresponde a la
filosofía. Por eso decía que ‘Todo ser
es en el ser’. Para mayor precisión, el
SER es el SER. Y recordemos que
las traducciones a otros idiomas modernos, mantienen esta distinción mediante
el uso de mayúsculas: los seres y el SER.
Es la comprensión del SER lo que hace a la filosofía verdera.
Por lo tanto, el SER
(que resaltamos con mayúscula), es la condición primeva, originaria o fundante,
o el ‘fundamento’ que permite que
todo lo demás pueda existir, y todo lo demás, --como personas, cosas y
objetos--, son los seres (que denotamos con minúscula), o son las entidades que
existen en el mundo. Y así como sin la luz no se puede ver el mundo y sus
objetos, igualmente, uno nunca ve la luz, mas sí las cosas iluminadas, en la
misma forma, nunca se tiene experiencia del SER sino de los seres que existen por él, y solamente por el SER. Los seres que existen en el mundo
le deben su existencia al SER.
Cada ser, es temporal o finito, en el sentido que, el
tiempo forma parte intrínseca de su constitución. Todo ser humano envejece y
muere, natural e inevitablemente. Al final, cada ser acaba en un estado de ‘Nada’ al morir. Todo ser humano muere.
Es que, los seres humanos al existir, participamos del SER, pero al dejar de existir o morir, participamos no ya del SER sino de la NADA, y solamente, estas dos posibilidades, del SER y la NADA son continuas. Es claro, que para Heidegger, el mundo en que vivimos o el mundo de los seres,
solamente pude ser comprendido basándose en la existencia y la inexistencia,
del SER y la Nada.
Precisamente, por estas consideraciones heideggerianas,
es que su pensamiento se le clasifica como existencialista,
ya que el existencialismo toma como
fundamento esencial, la existencia en primer lugar o término. ‘La esencia, reside en la existencia’.
Sin embargo, el mismo Heidegger se
encargará de deslindar con el existencialismo francés, en su momento, ya que
existían diferencias de fondo entre Heidegger
y el pensamiento sartreano.
Heidegger criticó, que gran parte de
la filosofía y de las ciencias occidentales, buscaron obtener conocimiento de
las entidades particulares, pero esta preocupación por los seres conduce al
olvido de la preocupación por el SER, el
dador de la existencia a todos los seres que existen en este mundo. Para Heidegger con este olvido de la
preocupación por el SER, se ponía en
juego, al mismo pensamiento occidental, y sospechaba por tanto, del empirismo, del
positivismo y del pensamiento científico.
Recordemos que Heidegger
afirmaba, que toda la historia de la filosofía, --siguiendo el patrón de Platón--, olvidó al SER, y se dedicó a los seres, cuando la
exposición del SER primordial, que
él mismo proponía, marcaba el fin de la filosofía, --en su tradición de pensar
los seres--, y que comenzaba el comienzo de la nueva tarea: PENSAR, en un serio intento de
comprender el SER.
Heidegger necesitó imaginar como
entender la naturaleza elusiva del SER,
una vez que ya fue expuesto, ya que el SER
no es un ser individual, por lo que es imposible examinarlo u observarlo.
Entonces, comenzó por estudiar cómo surgió el tema del SER. ¿Cómo es posible que el SER
sea un tema? ¿Qué nos permite preguntarnos por el SER? Su respuesta: NOSOTROS.
Heidegger hace un cambio de eje, del
y en el mundo filosófico, cuando traslada los focos de atención del YO, --individualista y racional de la
tradición filosófica occidental--, al NOSOTROS,
a la humanidad, al mundo.
De manera similar a su exposición, de la complejidad y
significado de la verdad evidente, de que las cosas existen, demostró que así
como los seres humanos, somos capaces de formular preguntas sobre la existencia
y el SER, también somos capaces de
responderlas.
Nos distinguimos de todos los demás seres porque
hacemos de nuestra existencia un tema. Es decir, somos capaces de hacernos
aquellas preguntas fundamentales que conciernen a todos los seres.
Heidegger, empieza a darle cuerpo
filosófico a la humanidad, al nosotros, a nuestra existencia cotidiana, al margen
absolutamente de egoísmos o soberbias y pedanterías individualistas.
En pocas palabras: somos capaces de preguntar por el SER. Los seres humanos somos una clase
especial de seres en los que el SER
se da a conocer. Heidegger pensaba
que la capacidad de plantear estos temas era señal de una relación especial con
ellos y, en cierto sentido, una forma de responder a ellos. Su explicación se
entiende mejor, con referencia a la historia de la filosofía. Las filosofías
del pasado, siempre han buscado responder a las preguntas importantes, mediante
la postulación de un estado excepcional de las cosas, o un estado excepcional
de la mente, que pudiera usarse para explicar el mundo cotidiano. La tradición
filosófica occidental se olvidó de la existencia cotidiana y de los seres
humanos que hacemos la humanidad incognitamente, pero existencialmente y en
forma sólida.
La ‘teoría de
las ideas’ de Platón requiere
aceptar la reencarnación y las formas ultraterrenas. La ‘cosa pensante’ de Descartes
supone asumir la fantasía de que el mundo no existe. Cada filósofo, a su
manera, ha ignorado el mundo de todo los días y ha salido en busca de algún
principio extraordinario capaz de explicarlo. Los grandes filósofos se
olvidaron del mundo que los rodeaba, obviaron a la humanidad doliente, y de la
existencia del día a día.
En vez de buscar un estado excepcional de la
existencia, Heidegger decidió
realizar una investigación
fenomenológica de los seres humanos en su cotidianidad. (Recordemos que la fenomenología de Husserl enfatiza la ‘experiencia’
o ‘conciencia’ de algo). En pocas
palabras, Heidegger se propuso
investigar la experiencia de ser un ser humano típico. Heidegger filosofa en la existencia misma de cualquier ser humano,
Heidegger hace aterrizar los
conceptos y la gran tradición filosófica occidental al mundo terrenal.
Heidegger sostuvo que la existencia,
como condición primordial del mundo, afecta la totalidad del modo en que los
seres humanos vivimos. Previo a todo, existimos, ‘estamos’. Y según Heidegger,
así debemos pensarnos, si queremos comprender nuestra vida y nuestra ‘cotidianidad’. La existencia humana
entonces, pasa a primer plano en el enfoque filosófico heideggeriano.
Si el ‘YO’ es
una característica esencial, entonces se debe interpretar existencialmente, lo
que quiere decir es que, la posición individual racional cartesiana ya no le
interesa a Heidegger. De tal forma
que, Heidegger pone de cabeza a Descartes. Pero también, a la historia
de la filosofía, que antes de él, pensaba que la existencia particular de una
persona no tenía efecto alguno en su ponderación de los temas filosóficos.
Recordemos lo que equivocadamente sentenciaron los más altos representantes de
la filosofía occidental, como Rousseau
quien afirmó que “los seres humanos son nobles salvajes”; Kant cuando dijo que “los
humanos son seres autónomos”, Nietzsche
cuando sentenció que “los humanos son lobos y corderos”;
y hasta los maestros orientales Zen dijeron
que “los
seres humanos son vasos que deben vaciarse de todo pensamiento”, todos
ellos y muchos más, creyeron que podían examinar la esencia de toda la
humanidad, y estuvieron totalmente equivocados, de ahí la trascendencia e
importancia actual del pensamiento de Martin
Heidegger.
Esto supone volver a pensar que significa ser humano.
Para lo cual Heidegger acuña un
término. DASEIN (pronúnciase ‘dasáin’),
literalmente DA-Ahí, SEIN-Ser. Pero el castellano, a
diferencia de otras lenguas, nos da la posibilidad de precisar matices:
sein-ser/estar, es decir, DASEIN-‘ser/estar-ahí’.
-
La clase de ser que llamamos humano.
-
El ser que somos, la entidad que somos, en la especifidad de
nuestro ser
-
La entidad fundamental que cada uno de nosotros descubre en
la afirmación YO SOY.
Nada de reducirlo a un cuerpo biológico, a una mente, a
un actor social, a un factor económico, a una conciencia, ni a ningún otro
preconcepto o visión parcial. DASEIN-ser/estar-ahí-
la entidad humana específica ¿Se superpone a lo que llamamos ser humano?
Para Heidegger,
el término crea un espacio en blanco, un área por llenar. Y para hacerlo se
propone realizar un análisis cuidadoso y abarcador del DASEIN en su cotidianidad.
Para Heidegger,
entonces, los sistemas filosóficos de occidente ignoran un rasgo central de
todo conocimiento: ARROJO. ‘El
Dasein es arrastrado al arrojo, es decir, como algo arrojado dentro del mundo’.
El Dasein es arrojado al mundo,
viene a la existencia en un mundo que está fuera de su control, un mundo que
contiene cosas que el Dasein no ha
elegido. El SER-AHÍ o el Dasein es existencia arrojada al
mundo, un mundo duro y ríspido.
La existencia determina nuestras posibilidades de
conocimiento (y de todo lo demás). Y el acontecimiento básico de nuestra
existencia es el ‘arrojo’. En pocas
palabras Heidegger pensaba que todo
ser humano (todo Dasein) está
formado por su cultura. Al ser arrojado asume lo que encuentra en su entorno
para poder vivir o sobrevivir, de tal forma que asumimos la cultura ambiente
por la necesidad de adaptación y sobrevivencia.
Al no tener control sobre el entorno social en el que
somos ‘arrojados’, devenimos parte
de una cultura y, en consecuencia, aprendemos todos nuestros comportamientos de
esa cultura.
Todo lo que uno puede hacer, ya está regulado por el
entorno social. Los seres humanos particulares no tienen nada de singular.
Nadie es un individuo autónomo, libre para elegir su propia manera de existir. Heidegger aclaraba esto, diciendo que
los seres humanos están constituídos según su entorno. Todo está ya escrito y
regulado y normado, no hay seres libres para elegir o individuos racionales
trascendentes, es la cultura la que te impone sus reglas y te ‘culturiza’
o somete.
Los niños aprenden a actuar, mediante la interacción
social con los adultos, pero, más que aprender es imitar o copiar. El uso de la
palabra ‘aprenden’ es equívoco, pues
supone que hay alguien que aprende. Los adultos que interactúan con los niños
no enseñan, sino que crean conductas en el niño que luego formarán lo que
llamamos una ‘persona’. Solo cuando
el recién nacido ha sido formado por su entorno se convierte en Dasein. Las acciones, –moverse,
pensar, hablar, etc.--, que van dando forma a nuestra existencia son tan
elementales, que nunca reconocemos cabalmente su significado.
Los filósofos occidentales que se creyeron capaces de
encontrar la esencia universal de la humanidad, no tuvieron en cuenta que todas
las prácticas, incluso la misma práctica del pensar, difieren entre las
culturas existentes, en tiempos y espacios. En consecuencia, sus ‘sistemas universales’ sólo reflejan
egoistamente su propio entorno social, en buena cuenta aquí se acusa al Eurocentrismo. No hay naturaleza humana
intrínseca o única, como la ‘voluntad de
poder’, que los filósofos puedan descubrir. Las características que
considerábamos ‘naturaleza humana’
son sólo características de una cultura particular, sobre todo de la cultura
del filósofo que afirma la ‘voluntad de
poder’ o la existencia de la ‘caña
pensante’. Heidegger llama a la
cultura particular de cada uno, ese entorno social al cual uno es arrojado al mundo. Desde el simple
mendigo hasta el filósofo mas trascendente, todos, absolutamente todos, somos ARROJADOS al mundo.
Las diferencias prácticas sociales de una cultura
específica forman el ‘mundo’ de esa
cultura. Esos ‘mundos’ públicos
constituyen los parámetros por los que actúa el Dasein de una cultura. Por ejemplo el mundo oriental dice que el
conocimiento viene del interior, mientras que el mundo occidental dice que el
conocimiento viene de la ciencia, mientras que el mundo africano dice que el
conocimiento viene de entender el animismo del mundo.
Cada uno de estos mundos, pueden a su vez dividirse en
otros menores, que definen de un modo más específico al Dasein. Por ejemplo, un
Dasein en los Estados Unidos puede estar involucrado en el mundo del
espectáculo, o del arte, o el bajo mundo.
Según el mundo o los mundos particulares en que uno
esté involucrado, ciertos factores adquieren mayor o menor importancia en la
constitución propia. Por ejemplo, un Dasein
involucrado en el mundo de las ciencias puede permanecer indiferente ante
una crisis de la bolsa, mientras la reacción de un Dasein involucrado en el
mundo de los negocios será diferente. El Dasein
se define por su participación en diversos mundos. Precisamente, por ello, es
errado el concepto CIUDADANÍA
considerando racionalmente en forma equivocada, que todo ciudadano se interesa
o debe interesarse en la POLÍTICA o
en la REPÚBLICA, no es así, existen DASEIN que en forma absoluta y
definitiva no están involucrados en el tema político, ni nunca lo estarán, pero
la FILOSOFÍA POLÍTICA RACIONALISTA
INDIVIDUALISTA sigue en el error de afirmar y de hacer creer torpemente que
el ciudadano es el ‘vigilante’ de la
cosa pública, cuando eso no existe o no se da, en términos reales o de la
existencia, por eso es que ha proliferado la corrupción o las mafias políticas
aliadas del narco y de las organizaciones criminales, porque la concepción
filosófica política está absolutamente errada, y por lo tanto la praxis y la
gestión pública de hoy está de cabeza y en rumbo diferente a los intereses y
bienestar de la gran mayoría.
Para destacar la importancia del ‘mundo’, el filósofo de Baden-Wurtemberg, Heidegger llamó ser-en-el-mundo
al acto de existir del Dasein. El
uso de guiones en la expresión señala que no hay distancia entre nosotros y el
mundo, que el mundo no es algo que está ‘ahí
fuera’. Somos parte del mundo, tanto como él es parte de nosotros, parte
del ser del Dasein, en tanto ser-en. En lugar de pensar ‘en’ como indicador espacial, como en
el caso de estar ‘en’ un país o ‘en’ una caja, se comprende mejor el ser-en-el-mundo de Heidegger si entendemos ‘en’
como ‘estar inmerso’.
Recordemos que, para Heidegger no hay distancia, física o mental, entre nosotros y
nuestro mundo. Estar involucrado con su mundo es intrínseco al Dasein. No hay existencia, no hay ‘ser/estar-ahí’, sin un mundo en el
cual existir. Una persona sin mundo no tiene sentido. El mundo y el Dasein son uno y el mismo. Por eso
mismo, las culturas son tan importantes en las existencias del NOSOTROS.
Entonces debe quedar claro que, el Dasein mismo, en definitiva, aquellos seres que llamamos humanos,
--es decir NOSOTROS--, somos posibles en nuestro ser únicamente porque hay un
mundo, la existencia es previa y fundante. El Dasein se muestra a sí mismo como el ser que principalmente está
en su mundo, pero que al mismo tiempo, es solamente debido o gracias al mundo
del cual es, al cual pertenece por antonomasia. Aquí, obviamente encontramos
una peculiar unión de ser en el mundo
con el ser del Dasein, que a su vez se puede hacer más comprensible y concreto,
sólo cuando se hayan establecido las estructuras básicas o primarias de aquello
que establece la unión del propio Dasein
con su mundo.
Heidegger enseñaba que, al estar
involucrado el Dasein, en tanto ser-en-el-mundo en un sistema de
relaciones, donde es fundante de todo lo conocido y lo que se conoce, en el
entendimiento primero y concreto y empírico de empíricos, el DASEIN es previo a la ciencia o a la
filosofía, es el entendimiento práctico que todos los seres humanos asumimos y
vivimos y estamos. El DASEIN no es
intelectual, ni teórico, ni necesariamente articulado o sistemático, pero es
concretamente anterior o primario o fundante o primevo. Las relaciones culturales son más fuertes que
la misma ciencia o la filosofía, las relaciones culturales hacen el mundo y el DASEIN es estar en el mundo, la
existencia es vivencia práctica, antes que científica o filosófica.
La POLÍTICA entonces
es RELACIONES CULTURALES principal y
fundantemente, y eso determinará el grado de CIUDADANÍA o CULTURA
POLÍTICA y, por lo tanto, será determinante para estudiar o comprender a
profundidad, la forma de gobierno o régimen político AUTÉNTICO o INAUTÉNTICO.
Y si avanzamos mucho más, podemos establecer o comprender el nivel de CUIDADO
que se requiere y quienes son los llamados a ello, en el escenario político
determinado y original y único por su idiosincracia particular. A mayor nivel
de ignorancia cultural o anomia cultural o heterodoxica cultural intranacional,
pues las aplicaciones correctas de POLÍTICA
para un gobierno justo y de beneficio público de amplias mayorías, también
tiene que ser muy original en su praxis AUTÉNTICA.
Para comprender mejor este tópico, podremos decir que, en
la óptica o marco teórico filosófico heideggeriano, resulta pues que el buen Descartes y su racionalismo, y otros tantos filósofos empiristas, pragmáticos,
críticos, etc., estaban equivocados, estaban errados radical, absoluta y
categóricamente, en suma, casi todo el discurso filosófico occidental estaba
equivocado y deviene en presuntuoso y discriminador, establecieron un APARTHEID filosófico europeo a todas
luces heideggerianas, toda vez que el Dasein
no es jamás ni nunca, un observador desapegado o lejano o desaprensivo o
ajeno al mundo. Estar en el mundo, es ser parte del mundo y ser mundo y el DASEIN es mundo concretamente.
Recordemos pues, que Descartes construyó equivocadamente el mundo sobre su noción de ‘cosa pensante’, para él, el mundo
existe como resultado de su propia mente, lo cual es un individualismo atroz y
egoico absoluto. Es decir, DESCARTES se
convierte por sí y ante sí y para sí, en el fundamento absoluto del universo,
lo cual es jocoso y no resiste ningún análisis hoy por hoy, así de egoico y
fatuo fue el pensamiento político
racional y su derivación más terrible: el liberalismo. Ridículo pues, groseramente ridículo: Descartes era parte del mundo
intelectual del siglo XVII, era el sumun egoico europeo, era el eurocentrismo
hecho pensamiento dominante y agresivo. Está claro que, para Descartes los temas filosóficos y las
formas de pensar eurocéntricas y dominantes de su mundo político y económico,
le permitieron llegar a su cosa pensante. Es obvio que su sistema no brinda
conocimiento absoluto, si no que refleja nítidamente el mundo intelectual de la
época, con sus traumas y complejos y voluntad de poder ínsito. El Dasein se explica a sí mismo a partir
del mundo en que es arrojado, y así es que pillamos al buen Descartes en su mundo egoico y ávido de
poder fundante y dominante. El arrojo al mundo, es mucho más fuerte que la
fatua ‘caña pensante’ cartesiana, así de simple y de sencillo
Más aún, para Heidegger
concebimos nuestro mundo, de una manera muy específica: a través de nuestra
relación con el UNO que significaría
más o menos, los modelos tipos de roles y status sociales, culturales,
económico y políticos, por eso el UNO
representa, todas las posibilidades del mundo del Dasein en tanto mundo colectivo. El UNO consiste en la suma o adición de otros Dasein y cuya presencia y acción colectiva continua y torrente,
crea y moldea y canaliza y prefija, el mundo en que actúa y piensa y se forja
un Dasein individual. Entonces, por
ello la CULTURA material y concreta
de cada país o nación o grupo social es muy determinante. Y la TECNOLOGÍA (en el lenguaje
heideggeriano) de dominio político, buscará imponer su egoísmo o su modelo de
presión, generando sistemas políticos inauténticos.
Recordemos también que, Heidegger creía que las prácticas sociales que forman el mundo del
Dasein son establecidas por el UNO, por lo tanto, no puedes escapar a
los condicionamientos, restricciones, tabúes, normas, licencias, etc., que tu
cultura te impone en todo el ámbito cultural y que deviene en la garra que te
moldea y te forja. El UNO es la corporización
o la materialización visible del mundo del Dasein
y, en consecuencia, ahí están las posibilidades personales concretas del Dasein, de ‘lo que uno puede ser’. El UNO
entonces, cumple una función
normativa cultural poderosa en tanto moldea el comportamiento del Dasein.
El aporte filológico heideggeriano fue muy fértil, potente y muy alabado, trabajó muy
fuerte en y para ir hasta las raíces del idioma alemán, porque consideró al LENGUAJE fundamental en y para la
búsqueda del Ser, por ello, el término
alemán utilizado por Heidegger para
su concepto clave del UNO es ‘Das Man’ que también se traduce como ‘La gente’ o ‘Ellos’. Esta traducción ilustra mejor el control y la autoridad
que el UNO ejerce sobre cada
individuo. Es la GENTE o ELLOS los que ya te impusieron su
modelo cultural, mucho antes que tú nazcas, y tu pensamiento será primero
empapado por las restricciones, impedimentos, tabúes, normas y licencias, etc.,
que la GENTE o ELLOS ya impuso previamente para preservar su TECNOLOGÍA de dominio, sobre los más, los regímenes políticos o las formas
de gobierno nada tienen que ver con la ‘democracia’
o la ‘voluntad general’ como nos
vienen engañando los racionalistas y
empiristas y liberales hace siglos de siglos. La GENTE o ELLOS siempre se
preocupará que pienses como ellos, y si no es así, te apartarán y te
discriminarán aplicando sus presiones TECNOLÓGICAS.
Entonces, queda claro que el UNO constituye el entorno en que un individuo puede y debe actuar,
ese es su marco limitativo cultural básico. De hecho, es lo que da sentido e
inteligibilidad a la existencia de cada Dasein
en cada entorno cultural material y determinado. Por el UNO nos explicamos a nosotros mismos,
obviamente, y por cierto, al mundo que nos rodea, y aprendemos así, en forma
concreta, precisa y material cómo ‘uno
vive’. Entonces, en lugar de explicar el mundo mediante las leyes de la
ciencia o de alguna deidad, los individuos dan cuenta de su existencia o de su
mundo, participando en un contexto social, en un contenedor cultural material y
determinado, en un mundo, que de hecho posee costumbres corporizadas y
expresadas en el UNO el colectivo
dominante cultural. Las normas de comportamiento devienen en meros elementos
contingentes de diversas culturas.
Recapitulando, diremos que, todos los elementos
específicos de un mundo concreto y material contribuyen a la actividad más
significativa del Dasein o del ser-en-el-mundo, y por cierto, el ser-en-el-mundo se explica en la
interacción del Dasein con el UNO, que representa y encarna el mundo
del Dasein.
Pero, recordemos siempre que, la experiencia del Dasein en el mundo no es una
experiencia en solitario. Nunca será una experiencia individualista, jamás de
los jamaces.
Está claro entonces que, además de ser-en-el-mundo, el Dasein en
un ser-con-otros. Con ellos, con la
gente, como colectivo impersonal y sin rostro. En la vida de todos los días,
ese Dasein singular se disuelve
entre los otros, a su vez se disuelven y forman parte del Dasein. Esa disolución es precisamente la negativa frontal a la
pretensiones individualistas absurdas del racionalismo, del empirismo y del
criticismo, en la tradición filosófica occidental.
Recordemos siempre que, las posibilidades cotidianas de
SER del DASEIN están a disposición de los Otros. Pero estos Otros no
son Otros definidos. Por el
contrario, cualquier Otro puede
representarlos, he aquí como el dominio se oculta pero está presente
férreamente y sin solución de continuidad. Lo decisivo aquí, es precisamente
ese inconspicuo dominio por Otros
que se ejerce sin conciencia del Dasein
en tanto ser-con las implicancias de
ello en el campo político son muy profundas y concretas y sobre todo y ante
todo constatables. Así es, como uno mismo pertenece a los Otros y refuerza su poder. El ‘quien’
no es este uno, ni aquel uno, ni uno mismo, ni alguna gente, ni la suma de
todos. El ‘Quien’ es neutro, el ‘ellos’.
Un ELLOS tan
difícil de identificar. ¡Qué en esto reside su dictadura! … aquí es donde
trabajan los aparatos y medios y mecanismos del dominio colectivo, tal como
ahora está mucho más que probado y comprobado y constatado, e inclusive se
enseña en la universidades, como proceder científicamente para reforzar las
tecnologías de dominio de los poderosos en élite, en cada cultura determinada.
El NOSOTROS
aquí, es desarrollado en sus detalles por Heidegger,
en contraposición al falso y torpe racionalismo individualista. Que quede esto
muy claro y preciso.
Recordemos que, en vez de una naturaleza humana
esencial, Heidegger consideraba que
cada persona está constituída por el UNO
es decir que cada uno de nosotros ya ha sido moldeado por el UNO a su antojo y semejanza. El Dasein es el UNO y esta es una relación insoslayable, humanamente imposible de
evadir. Y para el Dasein, hay tres
formas de existir en el mundo, que son como actitudes que la persona adopta
frente al mundo. Reconocer la omnipresencia del UNO provoca ANSIEDAD
según Heidegger, es saberse arrojado
en el mundo, en el UNO. La ansiedad
aparece cuando el Dasein toma
conciencia de que todo lo que puede hacer ya ha sido definido por el UNO y de que con el tiempo volverá a la
NADA, tras ser un engranaje más del UNO. La ansiedad marca el momento en
que el Dasein enfrenta la
posibilidad de la NADA. A la primera
opción se le llama la caída. Es la
terrible naúsea que se siente, de saberse arrojado al mundo y obligado por la
dictadura del ELLOS o del NOSOTROS.
Entonces, es bueno precisar que, cuando el Dasein no soporta la posibilidad de la Nada y se niega a enfrentar esa terrible
ansiedad, en lugar de reconocer la situación se produce la Caída: el Dasein se
sumerge nuevamente en el mundo del UNO,
se absorbe en él, vuelve a ser inauténtico.
La segunda opción, es hacer frente o tomar al toro por
las astas con respecto a la Nada. Es
decir, quiero asumir mi responsabilidad por la vida que voy a vivir en
definitiva, decidiré lo que es mejor. Tomar esta posición es volverse un ser-hacia-la-muerte. Toda forma de vida
está definida por el UNO, pero todo Dasein debe enfrentar la Nada, o morir a solas. La muerte se
convierte en la posibilidad sin par del Dasein
nadie escapa a la muerte. Y cuando el ser humano se da cuenta de esto, la
relación del Dasein con el mundo
cambia por completo. Aquí aparece el concepto muy importante de RESPONSABILIDAD antes que el de racionalidad en Heidegger.
Entonces, dado que el Dasein –y no el UNO- es
responsable de su propia muerte, el Dasein
–no el UNO- se vuelve responsable de
su propia vida. Recordemos que, Heidegger
llama CUIDADO a esta transformación.
Nosotros podríamos asimilarlo al concepto de PATRIA o NACIÓN. Al
cuidar de su mundo, el Dasein realiza
lo mejor de sus posibilidades, aun cuando estas posibilidades hayan sido
previamente definidas por el UNO, en
consecuencia, cambia la forma de vida del Dasein
que vive como ser-hacia-la-muerte, antes
que como mera parte del Uno, el contenido, el mundo particular del Dasein se torna irrelevante, un Dasein
que vive como ser-hacia-la-muerte y
expresa cuidado por su mundo existe en un modo de existencia auténtico. En
resúmen, existir o ser-en-el-mundo,
tiene lugar en tres diferentes formas: INDIFERENCIADA,
INAUTÉNTICA y AUTÉNTICA.
Como ya está muy establecido, “SER Y TIEMPO” (Sein und Zeit) es la obra principal de Martin Heidegger, un libro considerado clave
y fundamental para la filosofía del siglo XX. Sin embargo, conocido es que, es
un libro complejo, enjundioso, de lectura difícil en alemán y mucho más
difícil, a veces casi imposible, de traducir a otros idiomas, como así se ha
declarado. Como es conocido, en SER Y
TIEMPO, Heidegger desarrolla las
ideas de autenticidad e inautenticidad, las diferentes formas de existir, de ser-en-el-mundo del Dasein.
La Ruptura
Para entender qué es la ruptura, según Heidegger, diremos que la ruptura es la
hija de la angustia, y que se diferencia del miedo, en que no tiene objeto
definido. Para Heidegger la angustia
proviene del Dasein, como una
perturbadora conciencia de su ser. Tan perturbadora y fastidiosa es que, el Dasein no se siente cómodo en modo
alguno, el mundo retrocede y los otros con él. La angustia molesta y desespera.
Inautenticidad
Y en cuanto a la inautenticidad diremos que, ésta cede
a la tentación de encontrar seguridad en el mundo de Ellos, cierra la puerta a las posibilidades de ser original, y en
consecuencia, clausura el reconocimiento del Dasein. Se deja arrastrar por el terrible tirano ‘ELLOS’.
Autenticidad
Y en cuanto a la autenticidad, diremos que, es ahí,
donde se integra la existencia de todos los cimientos constituyentes del Dasein que se hallan dispersos, incluso
su ser-para-la-muerte. Los reconoce,
no deja que el mundo de todos los días, el de Ellos, los arrastre. Aquí aparece un proceso de integración hacia
la originalidad. Recordemos también que, cada una de estas formas define una
relación propia con un mundo constituído por el UNO.
Entonces, ya podremos decir que, la ansiedad devuelve
al Dasein a aquello por lo cual está
fastidiado y ansioso: su auténtica potencialidad para-ser-en-el-mundo. La ansiedad entonces, individualiza al Dasein en su ser en el mundo, y hace de
alguien que entiende, y que se proyecta a sí mismo, esencialmente sobre sus
potencialidades. Al fin y al cabo, se enfrenta a un abismo gigantesco donde el
individualismo es nada y es locura, es el ‘ELLOS’
el dominante y el que dicta las normas a seguir.
Como es previsible, en la angustia, uno se siente ‘inquieto’.
La peculiar indefinición de aquello en medio de lo cual el Dasein se encuentra a sí mismo, en la angustia llega
originariamente a la expresión: la ‘nada
y ninguna parte’. Pero aquí ‘desazón’
(Unheimlichkeit) también significa ‘no-sentirse-en-casa’.
Entonces el Dasein se aleja de sí
mismo de acuerdo con su atracción más intrínseca a la caída. El Dasein que en su esencia es entregado
al mundo, se enreda en su propio interés. Puede ceder a esta tendencia a la caída,
hasta el punto de privarse de la posibilidad de retornar a sí mismo.
Se puede deducir entonces que, por proximidad, el
Dasein es ‘ellos’, y para la mayoría
permanece así. Si el Dasein descubre
el mundo a su manera, si des-oculta su ser auténtico, este descubrimiento del
mundo y este des-ocultamiento del Dasein siempre se logran en el despeje de
ocultamientos y oscuridades, como una ruptura de los disfraces con que el Dasein obstruye su propio camino. Aquí
ya tenemos a seres humanos trascendentes, pero peligrosos para el sistema de
dominio tecnológico del UNO o del ELLOS.
EXISTENCIALISMO
No olvidemos que el existencialismo parte del hecho crudo de la existencia concreta y
material. Los filósofos existencialistas consideraron absurda la situación humana.
Sin una verdad atemporal, nada importa. Pero a pesar de que para ellos el mundo
no tenía sentido, creían con firmeza en la responsabilidad del individuo por
sus acciones, --y esta inflexión filosófica es el punto de quiebre con el
pensamiento heideggeriano, como veremos más adelante--. Aquí destacan, en el
existencialismo francés: Simone de
Beauvoir (1908-1986), Jean Paul
Sartre (1905-1980) y Albert Camus
(1913-1960).
Recordemos que, ‘Absurdo’
también significa tomar conciencia de que el mundo no sigue el orden que le
imponemos. Para los existencialistas franceses, filtramos el mundo a través del
lenguaje de manera similar a las categorías de Kant, lo cual produce una experiencia particular del mundo.
Convengamos en que, para los existencialistas franceses,
el absurdo consiste en percibir el
mundo sin los conceptos que depositamos en él. Es la experiencia –
descarnadamente horrorosa para algunos existencialistas, y sumamente liberadora
para otros— del sinsentido. Para
esta corriente francesa, el reconocimiento del sinsentido acarrea consecuencias importantes para el individuo. El
principal filósofo existencialista francés, Jean Paul Sartre, decía que el sinsentido de la existencia hace al
individuo libre. Tamaño gran error de implicancias profundas, porque Martin Heidegger reaccionará
inmediatamente ante ese despropósito filosófico, a la luz de la concepción
filosófica fenomenológica alemana.
Entonces, vivir en un mundo sin sentido, implica que no
hay justificación para la vida de un individuo, más allá de lo que el individuo
crea. Al ser el mundo un sinsentido, no hay razones para elegir una forma de
vida u otra. En consecuencia, somos libres para elegir cualquier tipo de
existencia, porque ninguna forma tiene prioridad sobre la otra. Esta posición
existencialista francesa, se diferencia absolutamente de la posición alemana
heideggeriana.
Una de las nociones principales del existencialismo
francés, es la idea de Sartre de que
‘la existencia precede a la esencia’. Y aquí, sí se asemeja a la
concepción de Heidegger de que la
persona es, en primer lugar, un producto de su mundo. Pero para Sartre significaba que los seres
humanos no tienen naturaleza precedente, y aquí sí está el gran error
filosófico del existencialismo francés. Mientras que, Heidegger creía que el individuo era mera parte de su entorno,
parte del UNO tal como lo
desarrollamos ut supra. El buen Sartre
arribó a una conclusión opuesta: cada individuo es un ser autónomo, sentenció
equivocadamente. Y aquí radica la gran diferencia entre Heidegger y Sartre.
Para la fenomenología trascendental heideggeriana queda
establecido que, en vez de la ‘cosa
pensante’, ese yo que Descartes
creía común a todos, nuestro YO, no
es algo preexistente sino una colección de fragmentos, un conglomerado –siempre
cambiante— de acciones, es decir, nuestras acciones no provienen de un yo, sino
el yo de las acciones.
Recordemos que, Sartre
era muy celoso de la idea de que el individuo es libre para elegir sus acciones, para él, uno no puede atribuir las
acciones a la sicología o a la situación. Uno es libre de elegir cómo actuar, o si actuar en absoluto. Precisemos
que, Sartre creía que las personas
que negaban su libertad vivían de
mala fe. Tremendo error sartreano, ya que la ‘libertad’ de la que hablaba el existencialismo francés, ya estaba
determinada y condicionada y limitada por el ‘Ellos’ y por cierto, mucho antes que naciera el sujeto pensante
que se creía ‘libre’ o dizque, en
pleno uso de su ‘libertad’.
Recordemos que para los discípulos sartreanos, admitir
el sinsentido de la propia existencia y aceptar la responsabilidad por las
propias acciones, es lo que Sartre
llama autenticidad. Para Sartre,
esto quiere decir que uno asume su propia libertad. Sin Dios y sin un sentido
que explique la existencia, todo lo que somos resulta de lo que hacemos, y por
esta acumulación sólo uno es responsable. Y esta preocupación de los
existencialistas franceses por el yo y su ‘responsabilidad’, entre otras cosas,
llevó a Heidegger a rechazar todo el
movimiento existencialista de plano. Para Heidegger
estos conceptos sartreanos, --se entiende--, eran egoísmo puro, individualismo
petulante.
Recordemos que, Heidegger
veía en el existencialismo francés
otra versión de la filosofía de Descartes,
un racionalismo petulante o fundamentalista. El yo existencialista
francés, se asemeja a la cosa pensante: los dos conceptos centran el mundo
alrededor del individuo. Egoismo monumental. Yoísmo estratosférico.
Precisemos que, al desarrollar el ser-en-el-mundo, hemos mostrado aquí que un sujeto al desnudo sin
un mundo material y concreto, jamás ‘ES’
primeramente y de base, ni jamás es dado y humanamente posible. Así que a la
larga, un ‘Yo’ aislado sin los demás
también dista de entregarse primariamente. Entonces, el misterio absoluto, el
misterio como tal, impregna la totalidad del Dasein del ser humano, y cuanto más equivocado, más se toma a sí
mismo como la medida exclusiva de todas las cosas, y en consecuencia, los
existencialistas franceses cometieron el mismo error que los demás filósofos:
centraron su atención en una clase de ser y olvidaron lo que hace que los seres
sean posibles y terrenales. Para Heidegger,
--y como está comprobado--, la historia de la humanidad es la de un egoísmo
desbocado, su noción del DASEIN en
cambio, mantiene una relación de humildad con el SER.
Para Heidegger
no sólo era incorrecto centrar la filosofía en una sola clase de ser. Además,
el hecho de que históricamente la filosofía se haya centrado en la
excepcionalidad humana, --casi extra-terrenal--, condujo a la crisis del mundo
moderno. Y para mejor entender la relación entre una filosofía centrada en la
excepcionalidad humana y los problemas mundiales, necesitamos evaluar la
crítica de Heidegger a Descartes como representante de ese
prejuicio histórico filosófico.
Y en esa línea, para Heidegger, la ‘cosa
pensante’ de Descartes simboliza
todas las metáforas que usamos para pensar egoistamente en nosotros mismos como
individuos. Nociones como, ‘el yo’, ‘el alma’, ‘el individuo’, ‘el agente’,
dan lugar a un modo egoísta de pensamiento, dan pie a una excepcionalidad
humana casi extra-terrenal. Cuando nos vemos como ‘cosa pensante’, nos colocamos implícita y erradamente, en forma
individual y colectiva, en el centro del mundo y se asume así una posición
fundamentalista peligrosa. Si todo existe para nosotros, entonces todo lo
podemos dominar o esclavizar y destruir a nuestro antojo y capricho. En vez de
reconocer nuestro lugar en el mundo, nuestra posición como un ser entre otros
seres, hemos convertido al mundo en algo que existe por y para ‘la cosa pensante’.
A esta forma de existir que ve el mundo desde el punto
de vista de la ‘cosa pensante’, Heidegger la llama TECNOLOGÍA.
Aquí, tecnología se refiere a una manera específica de ver el mundo negativa y
peligrosamente, una actitud reveladora de lo que el mundo contiene para y al
servicio de la ‘cosa pensante’, que
considera erradamente que todos los seres del mundo, todas aquellas cosas que
nos rodean, están para que nosotros las consumamos. El mundo en su totalidad se
convierte en un ‘algo’ que existe
exclusivamente para nuestros propósitos.
Recordemos que Heidegger
utiliza, para describir a los seres una vez que la tecnología los ha
transformado en ese ‘algo’, la
palabra BESTAND, que traducida
significa ‘provisión’, ‘reserva’, ‘recurso disponible’.
Entonces, cuando nos creemos ‘cosa
pensante’ dadora de existencia, como lo hemos hecho en los últimos
cuatrocientos años, todo el mundo se convierte en algo para nuestro uso. No
podemos imaginar un árbol sin verlo, de alguna manera, como algo que existe
para nosotros.
Nos apresuramos en precisar que, la tecnología, en el
sentido corriente de la palabra, es sólo una pequeña porción de la actitud
tecnológica filosófica heideggeriana, surgida como resultado de ver a la
humanidad como centro del universo. Heidegger
llama a esta actitud tecnológica GESTELL,
que podemos traducir como ‘asignación’.
Es la actitud que divide y circunscribe lo disponible para nuestro uso.
La tradición filosófica occidental y su petulante ‘cosa pensante’ seccionó la tierra en
porciones para consumo, la excepcionalidad humana dominante y filosófica
occidental, dividió a todos los seres que existían en esas secciones para su
propio uso. El mundo y sus habitantes fueron entonces utilizados para los propósitos
de un solo ser específico: Dasein.
Un grave error y contrasentido, y la explicación de las aberraciones en el
mundo histórico.
Recordemos que Heidegger
sostenía, que todos estos abusos en contra de la naturaleza humana y en contra del
planeta, surgieron de la actitud tecnológica
que traemos al mundo (tecnología en la concepción heideggeriana). Si el mundo
existe por y para la humanidad, entonces no hay nada que no podamos hacerle, el
mundo es como masilla en nuestras manos, y atengámonos al egoismo y perversidad
extrema, tal como se ha comprobado y se sufre a la fecha. Esto es producto del
egoísmo extremo y dulce, que nos vendió la tradición filosófica occidental.
Resulta sencillo entonces apreciar la peligrosidad y
relatividad de nuestros conceptos, cuando aplicamos las nociones de Heidegger para interpretar la
teleología de la tradición filosófica occidental, y para analizar la interacción
con otras culturas por parte de Europa y su marco filosófico universal
dominante; más aún cuando el occidente europeo y el anglosajón han sido lo
suficientemente racistas y discriminadores y esclavistas como para no
considerar ‘cosas pensantes’ a esas
culturas ajenas al eurocentrismo dominante y agresivo. ‘Si yo existo como la cosa
pensante, entonces todo existe para mi uso, incluyendo a otros pueblos’,
esa es la actitud tecnológica perversa y dominante que permitió explotar y
masacrar a quienes no eran del entorno dominante eurocentrista aludido. En
suma, el mundo existe para ser usado y existe para las cosas pensantes que
tienen el poder de explotarlo, existe para los eurocentristas y su filosofía
occidental fundamentalista dominante y perversa.
Debido a la preponderancia de la actitud tecnológica,
el origen de muchas atrocidades del mundo pueden remontarse a la creencia
filosófica, presuntamente inocente, de que somos individuos que damos
referencia al mundo, de que somos una versión de la ‘cosa pensante’. Al vernos de esta manera, perdemos el respeto por
todos los demás seres del mundo, perdemos nuestra capacidad de reconocer al SER. Y ello está debidamente probado,
etapa por etapa y ciclo por ciclo en la historia universal.
Para Heidegger,
cualquier manera de ver el mundo centrada exclusivamente en una clase de ser
(lo cual incluye la manera en que la mayoría de los filósofos han hecho las
cosas), excluye la posibilidad de ver el mundo en una multitud de maneras
positivas y colaboradoras y responsables: apreciativa, respetuosa, artística. Sólo
dándose cuenta de que la humanidad es un ser entre muchos y solamente una parte
de un SER más abarcador, podemos
comenzar a vivir en armonía con el resto del mundo.
Pero es obvio y debidamente probado que la tecnología
(versión heideggeriana) nos impide reconocer al SER. Y si queremos empezar la labor de llegar al SER es necesario superar la actitud
tecnológica hacia el mundo. Según
Heidegger entonces, hemos olvidado al SER
y al ver el mundo a través de los entes de la tecnología excluímos la posibilidad de reconocer el esplendor, que
es el esplendor del SER.
Y lo más importante: la presencia de la tecnología
amenaza la revelación, la amenaza
con la posibilidad de que toda revelación será consumida y que todo lo que se
desoculte lo será como recurso. La actividad humana nunca puede contrarrestar
este peligro directamente. Los logros humanos por sí solos nunca puede
erradicarlo. Pero la reflexión humana puede ponderar el hecho de que todo poder
salvador debe ser de una esencia superior a aquello que está en peligro, aunque al mismo tiempo afín a él.
Para Heidegger,
nuestra actitud tecnológica nos lleva a separar a los seres, de sus contextos
originarios. Esto nos devuelve a la noción de cuidado (atención solícita, sorge en alemán, con connotaciones
de afecto). El cuidado nos brinda una alternativa a la actitud
tecnológica y nos permite vivir con
autenticidad la propia realidad y nuestro entorno material. Cuando cuidamos
a un ser individual, lo cuidamos como parte del SER y reconocemos todas las otras cosas que están en armonía con
ese ser individual. En el cuidado, el
SER me llega, me toca. El cuidado reconoce
los nexos entre las cosas como partes del SER,
cuando el DASEIN ve el mundo desde
la perspectiva del cuidado,
comprende que todos los seres del mundo están interconectados y la humanidad es
sólo uno de esos seres.
Para Heidegger,
el arte es una forma de apreciar los
nexos entre los seres, que la tecnología
ignora. El arte es lo opuesto de la
tecnología, porque no trata a los seres como ‘recurso disponible’, como ‘cosas’
que esperan que las usemos. Entonces, mediante el contraste entre el arte y la
tecnología, el buen Martin Heidegger intenta mostrarnos que hay
diferentes formas de ser-en-el-mundo.
Algunas como el arte, implican un cuidado de las cosas en su contexto y
significado histórico. Esto es parte de la vida auténtica. Pero otras, como las
actitudes tecnológicas que tratan todo como un recurso disponible, niegan que
somos un ser entre muchos seres, y, en consecuencia, niegan el SER. Posiciones materiales que son muy
fáciles de constatar en nuestro día a día.
¿Cómo lograremos esa otra relación con el mundo? ¿Cómo
llegamos a una actitud que no sea tecnológica? Al reconocernos como DASEIN y no como cosa pensante, estamos en condiciones de percibir que una de
nuestras prácticas sociales nos permite discernir nuestra relación con el SER, al mismo tiempo que nos muestra
cómo vivir acorde con ella. Esta práctica, es la preocupación central de la
última parte de la vida de Heidegger,
asimismo se preocupa grandemente por el LENGUAJE.
Pero Heidegger no buscaba el
lenguaje cotidiano, ni menos el de la lógica racional. Si no que buscaba las
palabras fundamentales, como una poética que tendiera a ser un puente con el SER. Mediante el lenguaje, podemos
experimentar nuestra relación original con el misterio de la existencia. El LENGUAJE es como una memoria extendida
del SER que registra todos los
momentos en que hubo seres que surgieron a la existencia. Cada aparición
histórica del SER crea una palabra
especial que se convierte en símbolo de su llegada. Si buscamos el origen de
nuestras palabras fundamentales, podemos recordar la experiencia original de su
surgimiento a la existencia por el SER.
Y para ello Heidegger
utiliza el método histórico, a fin de descubrir y vivenciar nuestras palabras
más importantes, por lo tanto se retrotrae a sus orígenes griegos. Y con ese
método se empieza a comprender nuestra relación con el SER.
En general y todo nuestro lenguaje, el lenguaje del DASEIN, se convierte en la memoria viva
de los seres que surgen a la existencia, y como dijo Heidegger: ‘el lenguaje es la morada del SER’.
Somos los seres humanos, el ser especial que puede hacer preguntas sobre el SER
y, por tener esa capacidad, nos convertimos en vigilantes o guardianes del SER.
Recordemos también que, en su búsqueda del lenguaje que
muestre al SER y que rompiera con
las capas de barniz dispuestas sobre el sentido original, Heidegger forzó su lengua original hasta el extremo. Y para dolor
de cabeza de los traductores de Heidegger,
el gran filósofo alemán y además filólogo, creó muchos términos nuevos, ya que
2000 años de pretensiones filosóficas egoístas han oscurecido nuestra relación
única con el SER.
Asimismo, Heidegger
pensaba que el proceso por el que las palabras se empobrecen a lo largo del
tiempo, es porque cada generación añade otra capa de barniz sobre el sentido
original de la palabra y esta se va cubriendo de estratos. Según Heidegger entonces, hubo un momento en
que alguien pronunció por primera vez la palabra ‘amor’ y en ese momento no
había diferencia entre la palabra y su sentido, entre la palabra y la
experiencia original. ‘Amor’ se hizo existente en el momento en que fue
hablado. En ese instante, el ser llamado ‘amor’ surgió a la existencia por el SER. Para Heidegger, la clave para entender nuestro lugar en el mundo reside
en reconocer ese momento inicial de la existencia, el momento en que ‘el SER habla’, un momento presente en
el núcleo de nuestras palabras más importantes. Al quitar las capas de
sedimentos que la historia ha depositado sobre la experiencia original de las palabras
capitales de nuestra vida –verdad, conocimiento, ser humano, etc.— podemos
vivir una vez más en relación con esos acontecimientos de la existencia. Así
cuando alguien dice ‘te amo’, experimentará el significado original y genuino
de sus palabras y, en consecuencia, aceptará la responsabilidad de lo que
declara. Esta posición y método es el que dará nuevas luces a la hermeneútica
contemporánea.
Según Heidegger,
--y como ya lo hemos adelantado--, la experiencia original de la mayoría de las
palabras fundamentales de nuestra vida, están inscritas en la lengua griega. El
griego no es un lenguaje común, si no que mantiene una relación especial e
inmanente con el SER.
Nuestras palabras fundamentales surgieron a la
existencia en griego, la lengua en que por primera vez se pronunciaron las
preguntas fundamentales como es de todos conocido y establecido, y es por su
relación especial con los seres y el SER.
Entonces con toda razón Heidegger decía
que el griego era el LOGOS: un
lenguaje en el que las palabras son inseparables de lo que nombran.
Recapitulando y a manera de síntesis, diremos que en la
historia contada por Heidegger:
El SER fue
velado primero por las ideas de Platón
Luego por la Sustancia
de Aristóteles
La cosa pensante
de Descartes
El imperativo
categórico de Kant, y hasta
La voluntad de
Poder de Nietzsche.
Poco a poco el SER
quedó olvidado, detrás de los razonamientos, el cálculo, la lógica, etc.
Entonces, queda muy claro que por olvidar la
característica más importante de nuestra existencia, hemos pagado un precio
demasiado alto: un mundo dominado por la actitud tecnológica. Y todo está
sometido al cálculo, y a la vida regida por la eficiencia: el máximo beneficio
al menor costo. Y ¿La naturaleza? Pues para
ser sojuzgada y manipulada, en el marco de la tradición filosófica occidental.
Sin embargo, --y nunca lo olvidemos--, para Heidegger el peligro de la tecnología no reside en esta o aquella
máquina, ni en sus usos particulares ni en que esos usos arruinen el medio
ambiente o arrasen una sociedad, sino en que el pensamiento tecnológico ejerce coerción sobre los seres para
hacerlos aparecer como recurso. Nos hacen creer que lo real es lo disponible. Erosiona y anula a otros
modos de pensamiento. El peligro real de la tecnología es que aleja aún más a
la humanidad del ser.
La crítica de Heidegger
al pensamiento tecnológico no es la mera postura antimodernista de un
nostálgico recluido en una cabaña en un bosque. Su pregunta esencial fue una
fractura en la forma en que comprendemos el mundo; su pregunta esencial fue
trascendental en la filosofía contemporánea y en toda la tradición filosófica
occidental europea. Martin Heidegger no sólo nos proporcionó una
nueva filosofía, sino que también nos dio una nueva manera de pensa, entender y
comprender lo que significa existir,
lo que significa ser.
No lo olvidemos, el ser humano nunca es primariamente
un ‘sujeto’, ya sea como ‘yo’ o como ‘nosotros’. Tampoco es primaria y exclusivamente un sujeto, siempre
en relación con un objeto de manera tal que, su naturaleza se muestra en la
relación entre sujeto y objeto. El ser humano, en cambio, ex – siste en la
apertura al SER, y es esta apertura
la que ilumina y aclara el ‘entre’
donde es posible que la ‘relación’
sujeto—objeto ‘sea’.
Antes de fallecer, el gran Heidegger escribió sobre lo que significa para un ser humano el
hecho de vivir orientado al SER. Y a
esta existencia la llamó MORAR.
Cuando uno mora sobre la tierra, vive una vida poética como acompañante del SER. Está claro que Heidegger sentía que vivir a la luz del
misterio fundamental de la existencia, era algo que no podía explicarse, sino
sólo experimentarse.
La trascendencia del pensamiento heideggeriano es muy
extensa, intensa y muy profunda, y todavía no se ha visto el final de su labor
trascendente y de sus proyecciones, en suma: la obra de Heidegger ha servido de inspiración a algunos de los pensadores más
importantes y líderes del siglo XX, sus discípulos directos fueron Leo Strauss, Karl Löwith, Hannah Arendt y Gadamer.
Por ejemplo esta cita que reza: ‘La deconstrucción de la
filosofía occidental está considerada entre los pensamientos más radicales de
la historia’ fue lo que dijo Jacques
Derrida (nacido en 1930) refiriéndose directamente a la obra filosófica de Heidegger.
También recordemos al famoso sicólogo y filósofo
francés Michel Foucault (1926-1984)
quien escribió que ‘Al hacer una arqueología del conocimiento, he expuesto los endebles
cimientos sobre los que se fundan la mayoría de las ciencias sociales’ aludiendo
indiscutiblemente a Martin Heidegger
y la influencia directa en su célebre enfoque.
Hans-George
Gadamer el
famoso filósofo alemán y gran renovador de la hermeneútica (1900-2002) dejó muy
en claro la gran influencia que recibió de Heidegger
cuando expresó que ‘Doy cuenta del inconsciente sin recurrir a un yo’. Recordemos que Gadamer siguió a Heidegger cuando a este último le dieron una plaza docente en
Marburgo, dejando Friburgo donde se conocieron.
Jacques Lacan (1901-1981) el famoso
médico siquiatra y sicoanalista freudiano francés, también se cuenta entre los
seguidores del pensamiento heideggerianos, y el mismo que sentenció que ‘Mi
obra, la hermeneútica, es la comprensión de la comprensión’.
No solamente eso, además de su influencia en la
filosofía y el sicoanálisis, la obra de Heidegger
ha contribuido a nuevas formas de pensar la estética, la teología, los estudios
culturales y la crítica literaria. Es decir que su influencia es muy amplia y
compenetradora.
A pesar de su enorme influencia, las opiniones
contemporáneas en torno de Heidegger
son ambivalentes, como corresponde pues, al pensamiento poderoso de los grandes
genios. Muchos filósofos lo consideran una de las figuras centrales del
pensamiento occidental; otros no lo consideran un filósofo serio, sino un
místico o un meta-teólogo.
Recordemos al escritor Jeff Collins quien acertadamente se pregunta: ‘A medida que pase el tiempo ¿el
pensamiento de Heidegger tendrá más influencia como una revisión del
pensamiento occidental o como un nuevo despertar en la búsqueda del SER? Hasta
ahora parece ser lo primero, aunque Heidegger hubiese deseado lo segundo’.
HEIDEGGER Y
EL NAZISMO
Está probado que Heidegger
fue miembro del partido Nazi hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.
Su compromiso con el partido y su visión del mundo están fuera de discusión.
Pero su participación resulta aún más perturbadora puesto que Heidegger nunca intentó explicar su
apoyo a los nazis más allá de llamar a ese período un ‘error garrafal’. Por
este motivo, Heidegger averguenza a
muchos filósofos, si es que filósofos se puedan llamar. Sin embargo, el tema
central de los últimos años ha sido discernir si su filosofía refleja su
ideología política, si hay alguna relación entre el SER y el Nazismo. El tema más obvio donde encontrar una conexión
es en su visión de los seres humanos.
Si los humanos son DASEIN,
en el sentido de que no poseen una esencia común a todos, entonces no hay
razones para esperar que determinado grupo de DASEIN respete los derechos de otro. El único sentido de seguridad
de un DASEIN proviene de su sociedad
dada. En consecuencia, la concepción de Heidegger
del DASEIN puede conducir al
nacionalismo absoluto. ‘Yo soy alemán y usted no; por tanto, usted
es una amenaza’. En esto podemos ver de qué manera un concepto puede
prestarse a la plataforma nazi, la cual sostenía que los germanos era una raza
única y superior. Esta lectura política del DASEIN, asi como otros estudios lúcidos sobre su filosofía, se
encuentran en la obra de Richard Wolin,
The
Politics of Being, Columbia University Press, 1990, sin embargo no
compartimos este punto de vista, porque los conceptos de Heidegger son universales, pulcramente universales, y los conceptos
heideggerianos no tienen un coto cerrado germano sino absolutamente todo lo
contrario, es perfectamente universal y sobre todo, su pensamiento es
trascendental y original, y centralmente filosófico y no ideológico.
Martin Heidegger y sus trascendentales conceptos sobre el Poder
Me parece que ya estamos en
vereda para poder comentar el central trabajo “La esencia del poder” del gran filósofo alemán bajo comento Martín Heidegger, dicha obra se
encuentra en la I Edición original de
las Obras Completas [Gesamtausgabe],
Sección 1lI: Tratados no publicados, conferencias, cosas pensadas. Tomo 69: La
historia del ser (1938-1940). § 5763. Comp. Koinon. Desde la historia del ser
[Seyn]. Besinnung, GA, tomo 66, 9, La maquinación, 65. Ser [Seyn] y poder.
Palabras fundamentales. Y procede de la
Biblioteca Internacional Heidegger, y con la traducción de Dina V. Picotti C.
PODER sin predominio o fuerza, o manifestación concreta y
suficiente; y más la ocultación, no es poder, nos lo dice Martin Heidegger cuando filosofa sobre la esencia del poder,
leamos:
“El predominio del respectivo grado de poder y con ello la
esencialización de su esencia permanentemente encubierta: esto es la
autorización de sí mismo en el predominio, el excluir de todo exterior, que no
sea él mismo. Por sí solo determinando la esencia del ente.” (pag. 207)
En la versión de Heidegger entonces, el poder siempre será esencialmente ocultación, y ascendente de grado en grado en forma continua, --los
ingenuos e incautos siempre verán sus formas carismáticas y modosas, y serán
entretenidos y engañados por ello, es el juego básico del poder y su clave
maestra--; el poder siempre será concreto y material predominio, y por lo tanto
su garra poderosa siempre estará encubierta, esa es su esencialización continua.
El poder excluye a otro, y se autoriza a sí mismo y por lo tanto, su
tendencia o esencia determinante es expandirse lo más que pueda, ahí es cuando
tenemos el grado de locura y de anormalidad, en la conducta del animal
político, cuando va en ejercicio del poder; se pierde al ciudadano y al buen
vecino, y en la esencialización de la esencia del poder, nace el animal
político que busca frenar, neutralizar, obstruir y/o eliminar al otro poder
amenazante sea del tipo que fuere o la posición que tuviere.
El poder excluye al otro, y busca
imponerse, expandiéndose, hasta donde tenga límites que no pueda superar. Por
ello, el gran peligro que asuman y tengan poder, los mediocres y los
desequilibrados y los delincuentes. Recordemos que Montesquieu lo dijo muy
claramente: ‘El poder solamente se frena con otro poder’. De esta
constatación es que nace el concepto constitucional liberal de los ‘checks
and balance’ o, los controles o pesos y contrapesos, precisamente para
frenar y controlar al poder, porque en su avance y expansión no tiene reparos
de ningún tipo ni clase.
Los partidos políticos en su ocultación
esencial, en su esencialización de expansión determinante, buscan eliminar o
dejar fuera de juego al opositor y a la vez, --(precisamente por y para ello
sus alianzas son maquiavélicas y diabólicas, no es novedad sus negros y ocultos
pactos con el narco, con sus antiguos opositores y con quien sea útil a sus
intereses)--, se expanden invadiendo o conquistando o dominando o cooptando o
captando a los controles y controladores que se les pongan al frente, esa es su
esencia determinante, esa es su esencialización de ocultación, y aquí se
explica, porque la ‘Teoría de los
Poderes’ de Montesquieu ya no
sirve absolutamente hoy, ya que Charles
de Secondat no pudo preveer en modo alguno, lo nefasto que sería el poder
de los partidos políticos, pero el que sí pudo visionar el gran peligro de y en
su nueva República fue George Washington
quien advirtió formalmente por ante el Congreso
nacional que los partidos políticos son un gran peligro para la naciente
república porque la podrían dividir, y eso es lo que ha pasado en los EE.UU.
hoy, no precisamente con los partidos políticos, sino con las corporaciones multimillonarias que han
devenido en entes de poder irresistible, y que son las que dominan hace décadas
al gobierno norteamericano, incluyéndose a la tenebrosa y potente CIA, tal como ahora está más que
probado.
Más adelante, Heidegger, nos prefigura al Poder como manifestación concreta y
material de eficiencia y eficacia en forma impersonal, eso será lo que
provocará eternamente la percepción del poder como subjetividad incondicionada, leamos la siguiente cita:
“El poder no requiere portadores, porque el ser nunca es conducido por el
ente, sino a lo sumo viceversa, el ente a través del ser, es decir el poder, es
dominado hacia él mismo. Ante todo no ha sido aún reconocido, qué, y aún menos captado, por qué el poder, para esenciarse como
ser, no requiere de un portador. Donde siempre vemos aún el poder en manos de
portadores de poder, no es todavía el poder mismo, que aquí es conducido, sino sólo
un forzado por el poder y de-terminado "medio" de la autorización de
poder. El poder no necesita portador alguno y no puede de ningún modo tener
algo semejante, porque nunca es un ente aquí y allá comprobable y
representable. Es el ser mismo cada vez diferentemente develado, (pag. 207) en
el que oscila cada ente (del tipo de lo eficaz), transparentable o no. El ser
como poder suelta al ente en la mera eficiencia (fuerza, violencia y semejantes)
y en tal desasimiento el poder es justamente poder incondicionado.
El ser nunca puede ser "conducido" por el ente, de modo que
el ser descanse en el ente y sea por su gracia. Antes bien se esencia el poder como
ser en él mismo y es disipado por el ente en lo eficaz e irrefrenablemente confirmado.
El poder nunca puede ser aprehendido (llevado a posesión) porque sólo podemos
ser poseídos por él, puesto que es subjetividad
incondicionada.” (pag. 208)
La autoridad no necesariamente significa portaestandarte del poder,
los ‘hombres de paja’ sea quien
fuere, son recursos de esencialización
del poder para su proyección de esencia de ocultación. El poder por siempre
será ocultación, siempre será poder incondicionado. El SER no se sujeta o se presenta vía portadores necesariamente, el SER se manifiesta en la eficiencia y
eficacia del poder, con los portadores que necesite para sus propósitos y fines
y objetivos; la eficiencia y la eficacia del poder es la pista segura para
percibir como se manifiesta el SER
del poder.
Para Heidegger, el poder nunca
podrá ser cogido o agarrado o sujetado por alguien en forma concreta, ya que el
poder, es el que nos posee, y nosotros no poseemos al poder; y especifica que,
el poder es subjetividad incondicionada,
vale decir, que siempre sentiremos y percibiremos el poder incondicionalmente,
sea en sus efectos nocivos, placenteros, necesarios, perversos, justificantes,
etc., etc., aquí su perfil continuo a través del tiempo y los escenarios:
miedo, temor, respeto, reverencia, distancia, previsión, arrojo, voluntarismo,
obediencia, adulación, sometimiento, militancia, complicidad, complacencia,
permiso, etc., todo eso y mucho más se verifica en la subjetividad incondicionada de la que nos habla Heidegger, y es que, es el poder el que
nos posee.
Lo que Heidegger parece querer decir aquí también, es que el partido o el
colectivo político, es el responsable de sus actos de poder, en forma
impersonal, ya que el poder en sí, no es atrapado o cogido o agarrado por
alguien en específico, ya que el poder no requiere de portadores. Ya que el
poder se manifiesta de varias maneras, formas y acciones. He ahí lo peligroso
siempre del poder que fácticamente hace sentir su presencia y su praxis en toda
sociedad y Estado.
El Poder se manifiesta como mera eficiencia dice Heidegger, por lo tanto, al poder lo conoceremos en los eventos que
favorecen en forma precisa, directa y exacta al político o a su partido, es lo
que muchos llaman o denominan: ‘No hay casualidades en política’, es
decir, realización de actos y hechos políticos eficientes, es acción u omisión
política eficiente y teleológica o eficacia, y para Heidegger, el poder es
fuerza, violencia y semejantes también; y precisamente, al liberarse poder este es incondicionado. Y esto
significa que, el Poder siempre
estará vinculado o signado por la fuerza, sin el elemento o factor fuerza, no
estaremos frente al Poder, así de
simple y de sencillo. Y ese rasgo es fundamental, porque si no, no hablaría
conceptualmente de incondicionalidad, en cuanto al poder. No tienes como
ponerle freno o valla u obstáculo al poder en su avance, estás
incondicionadamente expuesto a que el poder te aborde a su antojo. El partido
como el político, son tan responsables de las acciones eficientes del poder en
su incondicionalidad subjetiva propia y en otros.
Y esto es tan cierto que, en
cuanto a la relación entre Derecho y
Poder, nos dice Heidegger reveladoramente que:
“El poder suprime la posibilidad del "derecho", en tanto
"derecho" es concebido como reivindicación de lo en sí pertinente y
por ello válido y con ello sustraído al poder. Pero la organización del poder
tolerará al menos una ausencia-de derecho. Supresión de la posibilidad de
"derecho" significa aquí modificación de su esencia en un título de
la repartición de poder.” (pag. 208)
Está claro que, para Heidegger, el espacio que ocupa, y que
pretende, y donde se expande el poder, es liberado del derecho como limitación
o valla u obstáculo, hacia y en contra del poder. En suma, el poder elimina,
remueve y exilia la posibilidad del derecho. Y la posibilidad, significa, que
el poder es suficientemente fuerte,
para sacar al derecho de sus terrenos y proyecciones, ya que el poder no admite
límites, ni barreras. La organización del poder, o el partido político u
organización corporativa, admitirá y siempre buscará, la ausencia del derecho
como hábitat mínimo, o círculo de referencia de acción. La eliminación de la
posibilidad de derecho, quiere decir que el poder se reparte lo que le
conviene, le interesa y le gusta, hace del derecho ajeno, la cuota de su poder.
Precisamente el amor al poder o a
la política reside muchas veces en ello: la eficiente y eficaz posibilidad de
vulneración del derecho. El poder no puede resistir la presencia del derecho
opositor o neutralizante o desafiante, el poder es el enemigo del derecho que
ampare a sus enemigos u opositores. Es sumamente claro, que el poder siempre
estará oculto y sobre todo ocultará
perfectamente y tras una majestad falsa al poder judicial o a los entes
vinculados al derecho o a la justicia, para precisamente tras bambalinas mejor
manejar y perfectamente dominar y firmemente avasallar necesariamente la
oposición de derecho que se levante al avance y expansión del poder, eso se ha
logrado en forma exacta y perfecta en muchos escenarios, en otros es
parcialmente y/o en pugna continua, pero es una acción eterna y constatable.
Eso se puede probar a través de la historia universal. Y en nuestros días, la
pretensión de imponer los ‘Derechos Humanos’ es una moda como bien lo afirmó en
su momento y con gran lucidez Michel Foucault, y esa moda, moda es, porque en
realidad el poder se da mañas siempre, para tumbarse los ‘Derechos Humanos’ las
veces que sea necesario, y eso lo evidenciamos hoy en el día a día.
Es más, en muchos países ya está
probado que los partidos políticos, --en su avance corporativo corruptor y
corrupto para beneficio grupal de enriquecimiento fácil y rápido con
impunidad--, sistemáticamente han ido copando las instituciones operadoras del
derecho y la justicia: Poder Judicial, Ministerio Público, Tribunal
Constitucional, policía, etc., y es que las formas de gobierno y regímenes
políticos conocidos ya han perdido su brillo y su bondad justificantes de su
acciones, dizque en favor de las grandes mayorías, ahora estamos en un panorama
sombrío y obscuro, precisamente porque el accionar político ya avasalló todo
freno y control. Ahora las fuerzas obscuras y negativas han ganado mucho
terreno, y la destrucción del ser humano y de su sociedad y sus valores va
galopando firmemente en negro.
Sobre el importante y central
tema del poder y la verdad, nos dice Heidegger que:
“A la esencia del poder pertenece que su esencia sea el constreñimiento a la ausencia de verdad, que la verdad sea
destruida en esencia (como claro del ser [Seyn] y cuestionabilidad del ser).
Lo más imperceptible e impensado e indiferente es lo decisivo en el ejercicio
del poder.” (pag. 209)
La esencia del poder es el extrañamiento de la
verdad, la verdad es deportada y exiliada, como connatural al poder
ínsitamente. Poder, como vulneración del derecho, como ocultación y como potente
mentira, es un trípode que siempre estará firmemente acoderado mirando hacia a
la subjetividad incondicionada, como
esencia del poder. Su presencia inmensa y amurallada y obscura del poder, es la
que causa temor y temblor en las mayorías que siempre serán ignorantes al
lenguaje del poder, pero que sienten su presencia y su resuello.
Lo que no se siente, pero es
eficiente y eficaz; lo que es imprevisto
y sorpresivo, pero eficiente y eficaz; lo indiferente pero eficiente y
necesario y eficaz para el poder: eso es lo decisivo, ya que el poder no vive
ni en la verdad, ni para la verdad, ni hacia la verdad. El poder avanza
inexorablemente, y quiere coparlo todo con los medios y agentes y portantes que
fuere necesario y hábiles en su momento y en su hora, y luego cambiará siempre
de rostro, de cuerpo y de ánimo, por ello la verdad, el derecho y el opositor
siempre estarán en peligro continuo. Además, repetimos, el poder no requiere de
portadores visibles, no los necesita, los usa indistintamente e indiferentemente,
pero los portadores visibles no son casi siempre los operadores de la
eficiencia y eficacia de la que se nutre y alimenta la esencia del SER del poder. Nada es verdad, todo es
ocultación, nada es derecho, todo es
poder de expansión y copamiento.
Precisamente, se reseñará como antagonista
del poder a la obediencia
esencializada en impotencia, quien es señalado relevante, precisa y
taxativamente por Heidegger, cuando
nos manifiesta que:
“El poder sólo admite como su otro a la impotencia como su único otro y
está seguro en esta disposición del consentimiento de todos, aun de los impotentes,
puesto que tiene todo en esta decisión. El más riguroso límite de la esencia
del poder reside en que no puede mirar fuera de sí, porque su esencia no se lo
permite.” (pag. 209)
En la pura relación de poder
entre Gobernante-gobernado, mando-obediencia, tenemos al binomio
central, eterno e insoslayable, en y para todo estudio del poder; para Heidegger el
antagonista del poder, es la
impotencia, es el binomio: poder-impotencia.
El poder se mira a sí mismo, o mejor
dicho, su fuerza y su energía proviene de su propio ensimismamiento eficiente y
competitivo y excluyente.
La clásica relación mando-obediencia es observada por Heidegger como la relación poder-impotencia, si no hay impotencia
no hay poder, si hay poder hay impotencia, así de sencillo y de fácil. Y esta
postura heideggeriana es rechazada y odiada por muchos, por su realismo y
materialidad constatada, ya que no deja espacios para divertimentos
teóricos-políticos, como los que tenemos hoy en cartera. El poder no es un juego que se presta para
‘acciones comunicativas’ y poesías
filosófico-políticas, el poder exige y genera impotencia, sólo así nos
adentramos a las entrañas mismas de la esencialidad del poder.
El poder es ciego, no ve otra cosa que a sí mismo, en sus intereses,
necesidades y objetivos, es por eso, que el ciudadano o el buen vecino o el
buen padre, cuando hace praxis política ejerciendo poder, se transforma y
cambia obligatoriamente y forzado por la esencialidad del poder en su esencia
expansiva e impersonal.
El poder es ciego no ve otra cosa
al frente que la impotencia, y es que para Heidegger
la obediencia es una careta formal, y el rostro real y concreto es la
impotencia; el poder no es poder si es que no genera, provoca o inocula
impotencia al frente suyo y a su alrededor. El poder se ensimisma en su
esencialidad.
Además, el poder es eterno, insoslayable y parte misma del ser, nos lo explica
Heidegger de la siguiente manera:
“Pero la opinión de que el poder nunca podría ser suprimido en la
historia, surge del mismo olvido del ser que la conciencia de que el poder sea
(pag. 209) el único y verdadero
fundamento de la humanidad histórica y que siempre tenga que renovarse.”
(pag. 210)
El SER es el Dios o níveo ángel celestial y paradisíaco y el PODER es el caído ángel de ébano que
mora, vive y reina en el mundo terrenal, en la existencia material y concreta
del mundo fáctico. El SER es olvidado
por sus hijos, y se postran ante el PODER
como el único y verdadero fundamento de renovación continua, mucho más cercano
está y a la mano, el caído ángel de ébano que conoce a la perfección las
debilidades, vicios, traumas y complejos de la doliente humanidad histórica.
La impotencia que produce el PODER es una faceta más de la material
y concreta vivencia o de la existencialidad probadamente fenomenológica inserta
en la historia de la humanidad. El ser humano nació para ser feliz, para
progresar, para sufrir, para cambiar, para ser auténtico, para dominar y para
obedecer, también nació para morir, también nació para adentrase en la nada,
también para ser inauténtico.
El poder entonces, es el único y verdadero fundamento de la humanidad
en la versión heideggeriana, en su devenir, en la forma más consciente, pero
siempre bien disimulada por las poesías filosóficas, religiosas,
socio-culturales, etc. La impotencia forma parte del reconocimiento existencial
de la humanidad misma, que no tiene todo el poder para ser autodeterminante, el
ser humano requiere y necesita a la naturaleza y al hombre mismo y a la
sociedad, esa impotencia, (la caída pensada y concienciada en autenticidad
heideggeriana) alimenta y expele al PODER
en la historia misma; no dudamos en afirmar que para la existencia y
coexistencia del poder, la historia se
renueva y el poder necesariamente, y la impotencia lo alimenta más y más: la
historia de las civilizaciones, culturas, naciones y Estados, no son sino, la
historia de la impotencia con el disfraz del progreso, sin el PODER no hubiésemos llegado a este
punto de la historia universal, aquí y ahora.
Sobre la importancia de la
categoría de la apariencia en el poder, nos dice Heidegger que:
“El poder, que nada excluye del apoderamiento, ejerce poder sin embargo
justamente con auxilio de la apariencia,
como si él tan sólo
"liberara" a los prepotentes y los remitiera a la determinación, para
con la cual ellos mismos hasta ahora permanecieron incapaces. Así les surge a
los prepotentes el "sentimiento" de, sin embargo, tan sólo llegar a su derecho. No advierten que entretanto
a través de la prepotencia fueron ante todo trasladados a una interpretación de
su "sí mismo" conforme a ella. Esta apariencia de liberación es la más dura coerción, que la esencia
del poder se puede permitir.” (pag. 211)
El poder tiene su clave careta preferida: la apariencia, como lo
constata Heidegger; el animal
político se siente feliz en aquel escenario donde reptará en la obscuridad
apelando a sus elementos de ataque, depredación y muerte, y se saciará y/o hará
daño por placer o por necesidad o por objetivos de posicionamiento y expansión.
Con la apariencia, el animal político se expande, en su adicción esencial de
apoderamiento y crecimiento y expansión. Y que los verdaderos políticos
gustarán sentirse firmes y cautos y seguros, bajo la apariencia, porque el
poder tiene como auxiliar mayor a ella.
La apariencia política se
justifica o tiene como esencia: el apoderamiento, por eso es que nada excluye a
su tendencia o natural objetivo y esencialidad. Cuanto más busque el animal
político apoderarse de algo o alguien, pues más apariencia usará. Es
connatural, y es la tipicidad universal. Es el signo distintivo que el buen Maquiavelo sabiamente lo clasificó como
los zorros o los leones.
Los prepotentes, los agresivos y
los violentos son el efecto no la causa, son ‘liberados’ de la apariencia y buscarán
concretar y tomar o ejercer ‘su’ derecho. La coerción es ínsita al poder, es un
reflejo muy de su esencialidad esencial, es naturaleza pura, y los prepotentes,
agresivos y violentos, siempre estarán a mano, a disposición y a placer, en
forma directa o indirecta, es parte de.
La relación binomial, sigue siendo fundamental, trascendental y cardinal en el
estudio del poder, por eso mismo
dice Heidegger que:
“Tan sólo cuando el poder choca con la nada, cuando ni siquiera puede "hacerse"
una enemistad, se derrumba en sí y en su esencia. Cuando el ente ya no puede
remitirse a su aprovechamiento y conservación y aumento, para ''justificar'' el
ser, donde sin embargo sólo rebaja su esencia a un medio.” (pag. 213)
Muchos expertos y maestros de la
ciencia política han escrito y enseñan que el poder es agonal, vale decir que,
el poder es identificado en pelea, conflicto, enfrentamiento y lucha, en agonía
no en serenidad y placer. El poder es agonal, porque siempre se desenvuelve en
el escenario de la binominalidad, siempre habrá el protagonista y el
antagonista, y su esencialidad expansiva se desarrolla y crece y vive cuando
está siempre al frente del antagonista.
El poder requiere de su antagonista siempre, para poder reconocerse y
hacer poder eficiente, de faltar el antagonista obligatorio y trascendente, el
poder reduce su potencia sin perder esencia y troca en medio, el derrumbe
comienza a rodear al poder y a conspirar contra él, se ha probado en la
historia muchas veces. El poder es aprovechamiento expansivo, y conservación de
su integridad, y sus manifestaciones eficaces. Si el poder choca con la nada,
si no hay antagonista, el decaimiento y perversión de la esencia del SER podría ser inminente, sea a la
larga o a la corta.
Muchos politólogos, viven errados
y equivocados creyendo que la politología es estudiar libros y aprender gestión
pública u ordenamientos y estrategias académicas, y se acabó, eso no es
politología, politología es estudiar al poder en su agonalidad, es estar
siempre entre Escila y Caribdis, lo demás es falsa politología o poses
ruinosas.
En otro momento Martin Heidegger nos dice que “El poder "necesita" poder
(violencia)” en esta importante cita, la misma que argumenta que:
“El necesitar es equívoco. El poder requiere poder como un medio para
ser poder. Cuando el poder se emplea a sí mismo y tiene que consumirse, entonces
el poder deviene violencia. Sólo que la violencia no es necesariamente y cada
vez acto violento, pero siempre un forzar. La violencia no desatada en su
constreñir, que no se degenera en un ciego golpear e impedir, es no obstante
violencia y de este modo no otra cosa que la coerción a lo no libre necesitada
por el poder y empleada pero refrenada o encubierta.” (pag. 217)
La necesidad entonces para Heidegger puede tener muchos rostros, y
seducciones y atracciones y espejismos en política, y por eso afirma que la
necesidad o necesitar es equivocación. Lo cierto, y lo real, lo verdadero y lo
concreto es que el poder se alimenta de poder, y solamente a través del poder
como nutriente y refresco y hasta como medio se ES esencialmente esencial
poder.
Aquí es muy específico Martin Heidegger, en el sentido que el poder crece, vive y se nutre del mismo poder se ensimisma de su esencialidad
y desoye o menosprecia a la necesidad, y es aquí donde se abre la puerta
pequeña, ligera y presta de la violencia, no lo olvidemos nunca: el poder es apariencia, fuerza, expansión
y potencia, es medio y fin. Por lo tanto, cuando el poder arde en sí, y por sí y para sí, deviene en su otro rostro:
la violencia.
Y violencia la entiende también Heidegger, como forzar, como obligar a la impotencia
al otro, al antagonista del poder, si no se arrodilla de impotencia el
antagonista no existe el poder, así de sencillo y de fácil.
La violencia no es solamente el
golpe ciego y brutal, o el impedir grosero. Es también la coerción, es también la
obligación, es también la fuerza en contra de lo no libre pero que el poder lo
necesita. No hay límites, no hay temores, no hay imposibles, la violencia como
forma de doblegar elegantemente, con persuasión, o con amor y cariño, o con
temor y coerción poliédrica, pero
doblegar hasta la impotencia al antagonista, es la razón de ser del poder, lo
otro es cualquier cosa menos poder, así de sencillo y de fácil.
Y, sobre el central tópico de la violencia y el poder, abunda Heidegger,
de la siguiente forma:
“La violencia (brutalidad) se distingue a través de una singular
simplicidad. Su proceder se dirige a la incondicional aniquilación con medios
incondicionalmente eficaces en toda ocasión y en cada aspecto.
De allí que apenas dos poderes de igual capacidad brutal chocan entre sí,
se mostrará que sus métodos en ningún aspecto se distinguen, porque nada hay en
que de alguna manera se puedan distinguir. De allí que se (pag. 218) acreciente
aquí también la posibilidad de responder de un golpe al proceder del adversario
con los medios correspondientes.” (pag. 219)
La violencia como brutalidad, como específicamente lo apunta Heidegger es ‘singular simplicidad’, y lo que se evidencia y prueba es que esa ‘singular simplicidad’ es directamente y
sin ambages, aniquilar incondicionalmente en toda ocasión o momento requerido.
Aniquilar es la palabra exacta, expresa y taxativa que utiliza el mismo Heidegger. Y aniquilar no significa
aquí, matar o asesinar al enemigo o al otro, específicamente, aquí el concepto
es mucho más profundo y más integral y poliédrico.
Cuánta razón tuvo la sabiduría y
realismo científico de Michael Foucault
cuando expresó y sentenció que los Derechos
Humanos devienen en una moda de la humanidad. Y como moda suponemos bien
que pasará al olvido en su momento, porque la esencialidad del poder y sus
proyecciones connaturales son las mismas en todo el discurso universal
histórico político, solamente han cambiado las formas del poder, las
apariencias del poder son muchas, perceptibles e imperceptibles. Es más, hoy
por hoy, las apariencias del poder son más potentes, técnicas, refinadas y eficientes
y eficaces, lo demás es apariencia de apariencia: los derechos humanos como
apariencia del poder, también va probado y comprobado.
Y seguidamente, argumenta Heidegger, que el poder y el crimen son hermanos, e históricamente presentes siempre, haciendo la prefiguración e identidad del PODER.
“Donde el poder deviene históricamente esencia del ser, toda moralidad y legalidad ha sido desterrada y a saber incondicionalmente. El poder no es moral ni inmoral, domina fuera de eticidad, derecho y costumbre. Todo lo construido, guardado y fijado en estos ámbitos, lo que aquí ha sido exigido y planteado como criterio, es a través del poder incondicionalmente quebrado y, a saber, de tal manera quebrado, que nada entra en lugar de lo quebrado más que el poder mismo, pero que en tanto ser se da como la inasible nada, por lo cual el quiebre de todo lo estable y permanente tiene que mostrarse como este extremo de destrucción.”
“De allí que a las épocas determinadas por la incondicional esencia de
poder, pertenecen los grandes criminales. No son enjuiciables según criterios
morales-jurídicos. Se puede hacerlo, pero nunca se alcanza así su verdadera
criminalidad. Tampoco hay pena alguna que bastara para castigar a tales
criminales. Toda pena queda esencialmente rezagada con respecto a su esencia
criminal. Aún el infierno -y semejantes- es en esencia demasiado pequeño ante
lo que los criminales incondicionales destruyen.” (pag. 219)
Toda la parafernalia
institucional o jurídico constitucional en las diferentes formas y sistemas y
regímenes de poder y de gobierno son solamente apariencias de paz y de armonía
y de bienestar popular, pero esto es solamente apariencia, el pueblo tiene que
vivir en sus menudas vivencias, en sus trascendentales caprichos pigmeos, y en
sus adictivos ensueños infantiles, para que deje avanzar a su antojo y en la
apariencia siempre al poder, que no pone reparos alguno en tumbar hasta la
impotencia a su opositor u enemigo, por eso es que el poder está más allá de
todo derecho, ética o costumbre o moralidad, la historia política así lo
demuestra palmariamente en términos concretos y materiales, lo demás es
parloteo académico que engaña incautos, y que suelta poesías románticas para
las niñas susceptibles que dicen estudiar ciencia política, como está más que
probado a estas alturas del siglo XXI.
Para el poder, el periodista, el
abogado, el jurista, el magistrado, el policía, el militar, el empresario, el
artista, etc., etc., y todo aquel que esté frente a su avance y expansión,
siempre serán imbéciles y sujetos a someter y reducir a la impotencia. O es que
acaso ello no está mucho más que probado en la historia de ayer y en la de hoy.
Los poderes del Estado no son nada de nada frente al poder que se ejerce y que
necesita devorarse a sí mismo para poder SER.
Para SER y sentirse y poseerse y
amarse y odiarse como esencialidad del SER.
No olvidemos el Ser-en-el-mundo, nunca lo olvidemos, porque ahí está en esa
simple palabra que acuñó Heidegger la belleza, la poesía, pero también la
bestialidad, la ferocidad y la brutalidad en un solo fenómeno. Fenómeno y
fenomenología de la existencia, no de la poesía, ni de la idea, de la
existencia, de la dura y real y concreta existencia.
Es muy claro y preciso y taxativo Martin Heidegger en afirmar que el poder está lejos y fuera de toda moralidad o legalidad. Y que el poder
no es ni moral, ni tampoco inmoral, y que está libre de toda eticidad, derecho y costumbre. El poder se hace ser, se hace a sí mismo, e impone su presencia y
expansión por el uso mismo del poder, se esencializa sí y solo sí, también
de esa forma y presencia histórica, probada y comprobada.
Por eso mismo, se llama criminales cuando hay incondicional
esencia del poder, los mismos que no
son enjuiciables según la moral o el derecho. Pero que realmente son
inalcanzables en su verdadera criminalidad. La destrucción que ejecuta el poder,
--vía sus criminales--, no pueden ser encuadrados ni en la ética, ni en el
derecho, ni en la costumbre, ni es moral ni tampoco inmoral, simplemente, los
criminales de poder no son enjuiciables en la forma institucional jurídica o
axiológica común y ordinaria en forma justa y equitativa, no hay proporción
alguna, ya que el Poder vive otra
esencialidad.
Los criminales en y desde el
poder, también viven y esencializan la ruda, dura y feroz batalla contra
poderes y opositores fenómenos muy grandes, muy monstruosos, y muy peligrosos y
muy aterradores, que ni el código penal, ni los tratados, ni las instituciones
políticas son suficientes para poder siquiera hacerse respetar todas juntas, es
la parte de la gran película o puesta en escena que el pueblo llano nunca podrá
ver, ni entender, ni concebirlo y ni siquiera imaginarlo.
Aquí cobra potencia y fuerza lo
que dijo Heidegger y que muchos se
devanan los sesos interpretando que quiso decir con: Ser-en-el-mundo. El mundo no es poesía y perfumes y romances
solamente, el mundo es la existencia
cotidiana y material y concreta. El mundo también es locura, escoria y
pestilencia. Heidegger es respetado
y venerado por las mentes e inteligencias más esclarecidas del mundo, porque filosofa,
ordena, racionaliza y dice elegantemente y con profundidad y por experiencia,
lo que muchos hipócritas, convenidos y cobardes dizque ‘filósofos’ nunca iban a mencionar ni siquiera sugerir: el existencialismo con Heidegger da un vuelco total también, a
la filosofía política, pero la ciencia política oficial exilia y condena a Heidegger, como sucede hoy
comprobadamente, y ya sabe Ud., caro y amable lector porqué motivos.
Siempre será risible como los ‘filósofos’ y los ‘politólogos’ académicos dizque analizan y estudian el poder desde
los libros y las filosofías y teorías, y siempre estarán parloteando y
parloteando, y elucubrando y elucubrando, de libro en libro, de cita en cita,
de frase en frase, etc., pero en realidad a sí mismos se engañan, o se auto-engañan,
y/o normalmente sea acurrucan y se acomodan a los pies del Poder, porque saben lo monstruoso que resulta decir la verdad tal
como es en cuanto a la esencialidad del poder, y exponerse a que los expulsen
de las universidades o de las instituciones del Estado donde ‘prestan’ servicios, así de contundente
es la realidad del PODER frente a
los que la estudian y la investigan y la clasifican y la tipifican, etc., y que
se hacen llamar filósofos y cientistas del poder, el PODER LOS VUELVE IMPOTENTES, y tienen que decir lo que es la verdad
no verdad, y la ciencia que no es ciencia para poder subsistir y vivir, y
aprovechar vivir sometidos al poder, así de simple y de sencillo. O es que
acaso no está probado que los ‘académicos’
oficiales y pro sistema son los que gozan de las mieles del poder, y de la
comodidad y del confort y del respaldo del poder oficial.
Seguidamente, en la misma obra
bajo comento, Heidegger, denomina ‘Gigantes’ a los portadores del poder y titulares de la criminalidad,
en la siguiente cita:
“De este modo ocurre que "el poder" se aloja en cualesquiera
"portadores" y los hace responsables de lo que ellos
"hacen" "con" el poder, en lugar de considerar que los
portadores son los siervos, que sólo son hechos por el poder.”
“Pero los "siervos", correspondiendo al despliegue esencial
de la esencia del poder a la incondicional in-esencia, no son enanos sino
"gigantes", a saber, con respecto al modo en que sencillamente -sin
medida comparable- se someten a la esencia del poder. Lo gigantesco concierne a
la decisión al sometimiento a la esencia del poder y al no poder saber acerca de
la esencia y del origen de la necesidad de tales decisiones.” (pag. 220)
Recordemos que Heidegger nos habló del UNO, nos habló de la cultura que nos
encima y que nos enseña y que nos moldea y que nos prefija, y que precisamente el existencialismo es tal, porque primero
se preocupa por la existencia del mundo material y concreto y después por tu
pensamiento que ya está moldeado previamente, ojo, previamente, previamente,
por tu cultura ambiente, por el UNO.
El Dasein es estar-en-el-mundo, nunca olvidar eso jamás. Por lo tanto, nuestros
condicionamientos culturales son poderosos y es la infraestructura básica
previa y muy que previa a toda filosofía, religión o creencia. Tus mitos y tus
tabúes y tus traumas, son parte de: tu infraestructura, y sobre eso harás ‘filosofía’ y ‘ciencia’. A buen entendedor?.
El poder entonces siempre estará presente y vigente mucho antes que tú
nazcas, y siempre el poder creará y renovará y actualizará su batería inmensa,
compleja y potente de apariencias, para que te desarrolles desde niño en un
ambiente de paz, armonía, felicidad y promesas dulces que el poder decide que
tú vivas. Así ha sido y así es la EXISTENCIA.
Entonces, el poder para esencializarse y para expandirse, se aloja a conveniencia o utiliza a cualesquiera portadores, y
estos ‘siervos-portadores’ del
poder, son ‘gigantes’ cuando
obedecen a la esencia del poder, y eso significa conducta criminal también,
desde la óptica y necesidades del poder, su portador puede ser cualquiera que venga a cuento para los
propósitos del poder, o un simple mendigo o portero o el más encumbrado
magistrado.
En otro momento, el célebre
filósofo Martin Heidegger, nos dice
que Poder es nivelación, es decir, que el Poder
busca la igualdad, con respecto a otra fuerza o fuerzas políticas
enfrentadas, y en oposición, leamos la siguiente cita:
“"Poder" induce a la opinión de que su esencia se absorbe en
la supremacía y el dominio y con ello también en el avasallamiento y la
opresión. Conforme a ello el poder trae consigo la desigualdad. Esto también
acierta mientras miremos sólo al ente determinado por el poder. Pero si
pensamos la esencia misma del poder, es decir, lo entendemos como ser, entonces
se muestra de inmediato, que al poder pertenece la nivelación y ello en un
sentido incondicional. Todo poder autoriza en lo mismo, a saber, en el
incremento de poder, al que como prepotencia le concierne su propia esencia y
no mienta el avasallar al ente. Pero el incremento de poder requiere, ya por la
seguridad de sí mismo la mayor uniformidad posible del "principio",
de modo que la uniformidad de la esencia del poder incluye la homogeneidad del
poder en el forzamiento de una igualdad en toda extensión de poder. De allí
procede que donde siempre se desplieguen (pag. 222) luchas de poder más y más
puras, donde pureza significa desconsideración del desenfreno de la esencia de
poder, los antagonismos se lleven alternativamente a la plena igualdad de sí
mismos.” (pag. 223)
Poder entonces no es avasallamiento y opresión, supremacía y
dominio, si no, que al poder le corresponde, y pertenece la igualdad
incondicionalmente, es decir busca la plena igualdad en los antagonismos. Es obvio,
que en cualquier sistema o régimen político tendremos actuando a la
esencialidad del poder como SER que
no reconoce nacionalidad, ni patria, ni Estado, porque el SER es el SER atemporal y
ubicuo, pero que se adapta bien a los tiempos y a las formas, y sobre todo es
el hacedor de culturas, porque siempre serán apariencias para la esencialidad
del poder.
Obviamente, del poder, nunca debes confiarte, porque es
asistémico, y tiene sus propias reglas y necesidades, inasibles por sistema
alguno, leamos Heidegger en esta
importante cita:
“El poder es en su esencia asistémico, y precisamente esto asegura su
poder, estar seguro en todo momento de la prepotencia de sí mismo. Lo que, por
el contrario, el asistémico poder reivindica para sí, es la posibilidad de la
total organización, que con respecto al ente nunca consiente un compromiso y
que deniega al ente por adelantado toda reivindicación de compromiso. Lo que a
la esencia del poder es usual, la independencia para con el ente y el modo de
su respectivo juicio y valoración, el diario opinar lo experimenta siempre de
nuevo como lo extraño y busca depreciarlo como "falta de principio".”
(pag. 224)
Entonces, queda claro que el poder, esencialmente es asistémico, y
que cuenta solamente con su prepotencia muy de suyo, prepotencia inasible,
indómita y brutal. El poder, no se
compromete, y rechaza todo compromiso, y todo lo organiza de acuerdo a sus
requerimientos y arbitrariamente. El poder
esencialmente entonces, es independiente y autónomo en sus juicios y
valoraciones. Es fácil imaginar para qué sirve el ‘Estado de Derecho’, o los ‘Derechos
Fundamentales’, o la ‘majestad de los poderes del Estado’.
En otro momento, Martin Heidegger nos explica que el poder necesita de la publicidad, pero para su mayor y
propio regocijo y proyección, leamos la siguiente cita:
“El poder necesita la publicidad, pero con la intención de
desconcertarla de parte a parte y sepultar la posibilidad de una formación de
opinión. La (pag. 224) consecuencia de este desconcierto es la plena
indiferencia con respecto a todo. Los mayores éxitos no hacen más efecto y a lo
más excitan aún la vacía curiosidad por los próximos, a los que por adelantado
ya se ha acreditado la inesencialidad.” (pag. 225)
El poder necesita la publicidad pero para mentir y confundir y desconcertar plenamente,
y lo que busca el poder, es más,
emocionar al público, que hacerle formar opiniones racionales. El poder busca mover voluntades y
sentimientos, vía la emoción y no vía el pensamiento. Al poder no le interesa
nada de nada, salvo sus requerimientos, es indiferente a todo, salvo a sus
intereses.
Hasta aquí, una muy breve y
brevísima nota sobre Martín Heidegger
y sus pensamientos sobre el poder, ya volveremos en otro momento con otro tema
sobre el gran filósofo revolucionario que nos concita, y el poder.
Lima, 1° de enero del 2015
Jaime Del Castillo Jaramillo
Abogado egresado de la U.N.M.S.M. con más de 20 años de ejercicio
profesional y cuenta con estudio jurídico abierto; politólogo con más de 20
años de ejercicio profesional; periodista, fundador y director del programa
radial y televisivo ‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y cerrado cinco veces en
radio); Maestría en Ciencia Política con la tesis “Pensamiento Político peruano
insuficiente y epidérmico causa de nuestro subdesarrollo político”; Post Grado
internacional en Ciencia Política otorgado por la UCES – Universidad de
Ciencias Empresariales y Sociales de Buenos Aires-Argentina graduado con la
tesis: “Crisis terminal de los Partidos Políticos en el Perú”; catedrático
universitario de ‘Historia del Pensamiento Político”, “Filosofía Política”,
“Metodología de la investigación en Ciencia Política”, “Realidad Nacional”;
“Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.; blogger, comunicador social,
articulista y conferencista.
Fundador, ideólogo y Presidente de “Foro Republicano”
http://fororepublicanoperuano.blogspot.com
@jaimedelcastill
yeagob2@gmail.com
https://www.facebook.com/jdelcastillojaramillo
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