La “República plutocrática y
esclavista” de Locke se consolidó con la ingenuidad política de Montesquieu, quien
ilusamente cree que las ‘Leyes’ frenarán las indomables ambiciones del
capitalista. Estados Unidos construyó su “República Plutocrática y Esclavista”
con George Washington, y en Francia emerge la “República Falaz” con Napoleón
Bonaparte
Inglaterra, es la gran maestra de la política mundial, en y desde
Europa, y su experiencia interna en el campo: social, religioso, militar y económico-político
es muy enjundioso, sangriento, pragmático y aleccionador, para cualquier estudioso
y político de cualquier parte del orbe occidental; y en el siglo XVII y XVIII
con mucha mayor razón: las guerras religiosas; la lucha por el poder interno
entre monarquistas de diversas casas; capitalistas, comerciantes, industriales
y terratenientes; ciencia y tecnología pujantes; nobles y pueblo llano siempre
enfrentados; protestantes y católicos asesinándose; el establecimiento del
imperio de ultramar inglés a sangre y fuego; las colonias inglesas en América
enriqueciendo a la isla europea cabeza del mundo; el ascenso imparable e
impetuoso del capitalismo comercial y luego industrial, etc., etc., todo eso
hacía un marco muy especial para el estudio de la economía y de la política y
de las ideas en la Inglaterra de Locke
y sus adversarios: donde que el gran capitalista, inversionista y comerciante
quería gobernar con el Rey y/o sobre el monarca, y de esa pugna potente,
religiosa, económica, sangrienta, política, militar e ideológica se va a
producir la paradigmática Monarquía
Constitucional Inglesa: donde nunca, ni jamás de los jamases, se verificó
en modo alguno la TEORÍA DE LA
SEPARACIÓN DE PODERES del francés Montesquieu.
Hablemos claro, y en puridad de verdad: el Barón de Montesquieu o Charles
de Secondat fue un ingenuo, políticamente hablando, con respecto a los
avisados y cazurros y polemistas pensadores ingleses del siglo XVII como Locke; la tradición política y
económica francesa, no tiene: ni el discurso, ni la línea de desarrollo
inglesa, en modo alguno; Francia no tuvo en esa centuria, REVOLUCIONES tan potentes y trascendentales para el orbe occidental,
como los verificados en la isla de Inglaterra: Francia en el siglo XVII seguía
siendo un feudo monárquico absoluto, encapsulado en despotismo, con ostensible subdesarrollo
científico, con multipolar y disímil economía precaria, basada en la tenencia
de la tierra, con sangrientas y dogmáticas guerras religiosas, etc., etc., y
para el siglo XVIII: había ebullición de ideas y agitación de posiciones
políticas, más empujadas por la miseria y la grave crisis económica debido a la
incapacidad y frivolidad extremas de sus monarcas engreídos y ciegos a la
realidad social, económica e internacional.
Inglaterra: era el modelo político para los pensadores revolucionarios y/o
contestatarios galos, pero el francés Montesquieu
era un ‘bebe de pecho’, ideológica y políticamente hablando, con
respecto al inglés John Locke: quien
había logrado con su pensamiento, fundamentar y consolidar, al Parlamento: como la suprema autoridad
constitucional que defendía los intereses de los grandes capitalistas,
terratenientes y comerciantes y financistas ingleses en oposición y control y
fiscalización contra la monarquía
misma, o sea: EQUILIBRIO DE PODERES
políticos, nunca lo hubo en Inglaterra, y lo que vio Montesquieu cuando viajó a la tierra de Oliverio Cromwell, fue espesa niebla inglesa y espejismos
políticos, pero nunca la realidad de lo que acontecía como mar de fondo
político inglés. Es más: Montesquieu
no estaba capacitado para ver la realidad política-económica inglesa, que la
tuvo frente a sus narices, porque su tradición política y económica nacional,
no tenía punto de comparación con la inglesa. El capitalismo inglés avanzaba imparable y engullía no sólo tierras y
negocios y posesiones ultramar, sino que también se industrializaba de la mano
con los avances de la ciencia y tecnología, y se engullía a la misma monarquía, la misma que daba unidad
política que tanto necesitaba el capitalista para avanzar mucho más
rápidamente, tal como se ha verificado mil veces en el campo de la economía
mundial.
Montesquieu a pesar que aparentemente apela a los estudios
sociológicos y empíricos para arribar a sus conclusiones teóricas, ahora
conocidas y harto difundidas y mal manipuladas por los grupos de poder, pues, lo cierto es que, Montesquieu crea su TEORÍA
DE LA SEPARACIÓN DE PODERES sin tener nunca jamás un referente
histórico concreto, sin tener un solo ejemplo de tal aplicación material, y en
funcionamiento perfecto, probado y comprobado; es decir Montesquieu crea una quimera, crea una ilusión que rápidamente será
aprovechada por el sector capitalista para engañar y estafar a las grandes
mayorías y utilizarlas para sus fines, tal como se ha probado y comprobado
documentadamente a través de la historia universal, y no solamente con respecto
a la historia económica-política francesa y norteamericana del siglo XVIII, y
de las repúblicas subsiguientes.
Recordemos que en EE.UU., en 1776
con la revolución independentista de George
Washington: el soldado-granjero, lo que tenemos es un conflicto bélico
disímil y asimétrico en lo militar y económico entre los capitalistas
imperialistas ingleses protegidos por su gobierno y régimen político-militar
ultramar, en contra de los terratenientes y granjeros e incipientes
capitalistas norteamericanos, donde que el pueblo no tuvo mayor participación
salvo en la entrega de su vida y sangre como soldados-granjeros y que después
de la guerra continental regresaron a su misma vida de miseria y esclavitud.
Los beneficiados con la República norteamericana de Washington: que atendió al pensamiento político de Locke y Montesquieu fueron los capitalistas norteamericanos, que ahora
crecerían sin el dominio imperial inglés, en suma: en 1776 se instaura la República Plutocrática y Esclavista
norteamericana, como está más que probado por la ciencia de la historia. Y
en Francia, se erigió una República
Falaz que siguió la suerte y destino de Napoleón Bonaparte --el soldado republicano privilegiado--, y luego
siguió dando tumbos y caídas y reformas y más reformas.
Como lo he venido explicando en otras oportunidades y momentos, la TEORÍA DE LA SEPARACIÓN DE PODERES de Montesquieu, --que alimenta
teóricamente a las actuales Repúblicas del
orbe occidental, y que inclusive tienen carta de ciudadanía y santidad
en el llamado ‘Derecho Constitucional’--,
ha fracasado absolutamente, ya que la ingenuidad del pensador francés Charles de Secondat no podía ni pudo
advertir: que los capitalistas de marca mayor se parapetaron en y/o detrás de
los parlamentos, para defender sus propiedades y negocios, sin interesarles en
modo alguno la suerte y el bienestar de las grandes mayorías, y probado está:
el abuso inclemente e inhumano de los capitalistas europeos que explotaban
hasta la indignidad, y la miseria extrema, a los obreros y campesinos, tal como
ahora la ciencia de la historia lo tiene muy bien documentado, la REPÚBLICA PLUTOCRÁTICA de Locke y Montesquieu sirvió para que el capitalismo engañe y estafe a las
grandes mayorías. En el caso peruano
está más que probado y comprobado, desde la fundación de la Republica en 1821
hasta la fecha, los únicos grandes beneficiados han sido y son las oligarquías
y élites de poder y las transnacionales, y el pueblo sigue viviendo en
ignorancia y miseria con sueldos mínimos indignos y de hambre, y nuestras
riquezas mal barateadas y expoliadas, de tal forma que con la República plutocrática y esclavista peruana
desde 1821 a la fecha, seguimos siendo económicamente: simples EXPORTADORES DE PIEDRAS tal como
lo fuimos desde el tiempo de la Colonia en el siglo XVI hacia adelante.
Asimismo, lo expliqué muchas veces, y lo vuelvo a repetir: NO EXISTE TEORÍA DE LA SEPARACIÓN DE
PODERES bien aplicada en la práctica, toda vez que la PARTIDOCRACIA se ha dado maña
para copar, no sólo el poder ejecutivo, sino también el poder judicial, y el
poder legislativo por antonomasia, y en esa praxis viciosa comprobada, no
existe independencia de poderes, ni mucho menos, contrapesos alguno: En Perú,
tenemos el caso clamoroso hace décadas, de ex presidentes de la República
corruptos, que siguen libres y delinquiendo, porque los jueces están vinculados
a su partido político, igual los legisladores, y la burocracia del ejecutivo de
su facción, lo apoya, blinda y protege.
El reconocido investigador de ciencias sociales de la universidad de
Liverpool Charles Vereker expone
sistemáticamente varios temas básicos de la Teoría Política, y de donde
extraemos éstas citas que abonan la tesis que hemos elaborado ut
supra:
“En décadas anteriores, el
exilio virtual de Bolingbroke en Francia, donde cultivó una íntima amistad con
el joven Voltaire, y la visita de éste a Inglaterra, seguida por la de
Montesquieu, contribuyó a popularizar la teoría de Locke y la práctica
constitucional inglesa. Los reformadores de Francia recibían alborozados todo
apoyo a su crítica del absolutismo monárquico. Un pensador social como
Montesquieu, aunque sus investigaciones tuviesen una base muy diferente de las
de Locke, se dirigía al mismo propósito de describir las condiciones políticas
que sirvieran mejor a la cooperación armoniosa de los hombres racionales.”
(…)
“Sin embargo, Francia, por
aquella época, no había realizado con éxito una revolución política, y quizá
por esta razón los críticos del régimen eran más sensibles a las amenazas a la
libertad moral y política en la nación-estado altamente organizada. Sea como
fuere, los pensadores franceses como Voltaire (pag. 154) y Montesquieu usaban
un criterio más histórico en su enfoque de las cuestiones políticas. (…) Pero
el análisis de Montesquieu acerca del modo de alcanzar y mantener el consenso
general respecto de la opinión moral es más sutil que el de Locke; y, además,
destaca con mayor firmeza el modelo y la estructura de la autoridad que, en su
opinión, permitirá el mejor desarrollo de esta armonía moral en circunstancias
históricas particulares.”
(…)
“Pero Montesquieu no suscribe
sólo el punto de vista de que el hombre en general (la expresión es de
Voltaire), siente (pag. 155) una común inclinación a ser racionalmente moral.
Se sentía también dispuesto a compartir el punto de vista que fue conquistando
cada vez mayor aceptación a medida que transcurría el siglo, de que los hombres
son impulsados la mayoría de las veces por sus sentimientos. Y esta convicción
originó su interés por la búsqueda de las causas generales de la conducta
social en la historia ‘porque como los
hombres han tenido en todo tiempo las mismas pasiones aunque difieran las
ocasiones que provocan los grandes cambios, las causas son siempre las mismas’.
La principal contribución de Montesquieu a esta investigación apareció, después
de muchos años de labor, en 1748. Su título, De l’esprit des lois, es sumamente difícil de traducir al inglés y
no muy fácil de comprender en el original francés. Pues este ‘esprit’ de las leyes que constituyó el
tema de tan extensa y multifacética investigación se refiere constantemente a
dos características distintas, aunque relacionadas, de la ley social; y su
influencia mutua constituyó el verdadero propósito de su estudio, si bien el
autor no reconoció esto totalmente.”
(…)
“En primer término, Montesquieu
quería descubrir aquello que podría llamarse el propósito moral de una ley, su
intención original en función de alguna causa final. Pero también quería
considerar su adecuación a las circunstancias particulares en que debía regir.
Finalmente, estas dos cuestiones se relacionaban por medio de una tercera, que
consistía en preguntarse, no cuál era la relación de la ley con las
condiciones, sino cuál debía ser en una (pag. 156) situación determinada. Las
condiciones además incluían no solamente los hábitos y el clima, la riqueza y
la población, sino también el carácter de las instituciones políticas de la
comunidad en estudio. (…) Teóricamente, su éxito no fue muy grande, pero
contribuyó en gran medida a exponer las debilidades del enfoque racionalista de
la política. Su influencia, como la de Locke, no se vio disminuida; hasta es
posible que resultase incrementada por las inexactitudes y confusiones de su
pensamiento.”
(…)
“Montesquieu iba más allá, y
llegaba a afirmar que las leyes de estos dos ámbitos podían armonizarse. Con el
conocimiento de esta armonía, podía construirse una sociedad política racional
tan libre de despotismo arbitrario, como el orden natural parecía hallarse a
cubierto de los caprichos de la fortuna o de las instrucciones irregulares de
la providencia. Tal sociedad se uniría en la práctica de la virtud, no una
virtud difícil y costosa, sino la virtud
resultante de lo que casi parecería una conducta instintiva.” (pag. 157)
(…)
“Su gran obra tenía la intención
de investigar este sistema de causas generales, pero ocurría con más frecuencia
que elegía sus ejemplos para ilustrar teorías cuya base era apriorística; su
supuesto fundamental reposaba en que los fenómenos sociales debía explicarse en
términos de sus complejas interconexiones con las condiciones físicas. (…) El
mismo Aristóteles ya insistía en la importancia de definir una constitución en
función de su propósito moral y de las circunstancias sociales, al mismo
tiempo. El efecto del clima y de otras condiciones naturales habían sido
considerados por Bodin en la República,
y con alguna extensión también en su ensayo menos conocido sobre la historia.
(…) Aristóteles tenía más fundamentos al trazar analogías orgánicas tomadas de
la naturaleza, que Montesquieu al tratar de esbozar paralelos con la Mecánica.”
(pag. 158)
(…)
“Montesquieu heredó de la Edad
Media la triple distinción entre los reinos de Dios, del hombre y de la
naturaleza, y aunque comience en su De
l’esprit des lois diciendo que ‘las
leyes, en su sentido más amplio, son las relaciones necesarias que se derivan (pag.
158) de la naturaleza de las cosas’,
lo cierto es que se halla más interesado en sus diferencias particulares, según
que los acontecimientos se hallen en el nivel
divino, humano o natural. La ley moral es captada por la razón, como
sostenía Locke, pero Montesquieu agrega que también es un deber de la razón el
distinguir entre sí los diversos órdenes de leyes y usar este conocimiento para
la comprensión de los hechos y la adopción de decisiones prácticas.” (pag. 159)
(…)
“La dificultad residía en
decidir si, en un esquema determinado de acontecimientos históricos, las causas
más importantes eran las morales o las físicas y cuáles eran, en realidad, las
relaciones entre ellas. Montesquieu sabía que, de acuerdo con la teoría
anterior, la justicia y la equidad de los decretos de la ley natural se
percibían directa e intuitivamente, mientras que la acción de las causas
físicas debía descubrirse mediante la observación. Las relaciones entre estos
dos conjuntos de leyes eran también un problema de observación. Montesquieu parece haber
creído que había logrado demostrar cómo podía efectuarse la reconciliación
entre ambas.” (pag. 159)
(…)
“El elemento significativo en la
contribución de Montesquieu a la realización de esta armonía social, en que las
aspiraciones de justicia, no se vean defraudadas por no tomarse en
consideración las circunstancias sociales, económicas y naturales, consiste en
que casi siempre apela a una analogía con la mecánica o la cosmología de Newton
para describir la constitución política que más se acerque a su ideal. Además,
hoy día se le recuerda principalmente en la medida que esta concepción
contribuyó, entre otras, a moldear la constitución de los Estados Unidos. Con
excepción de su pasaje en que usa una metáfora inspirada en la armonía musical,
la expresión usual que da a sus afirmaciones es ésta: ‘Puede existir la unión en un Estado en que no parece haber sino
tumultos: es decir, puede haber una armonía de la que resulte la felicidad, que
es la única paz verdadera. Ocurre lo mismo que en las partes del universo, que
están eternamente unidas (pag. 160) por
la acción de unas y la reacción de otras’”.
(…)
“Una república indiferente al
bien común podría inclusive ser peor que una tiranía. (…) Montesquieu sabía muy
bien que era más fácil denunciar el despotismo que evitarlo. ‘Para formar un gobierno moderado es
menester combinar las potestades, arreglarlas, atemperarlas, imprimir
movimiento; dar, por decirlo así, lastre a la una para ponerla en estado de
resistir a la otra; trátase de una obra maestra de legislación que la
casualidad rara vez produce y que rara vez se permite hacer a la prudencia’.”
(pag. 161)
(…)
“Locke en términos generales
había (pag. 162) preconizado la supremacía a la legislatura y había esbozado la
teoría que yacía detrás del procedimiento parlamentario de su tiempo.
Montesquieu fue más allá, en parte por su conocimiento superficial y erróneo de
los desastres políticos de Inglaterra, y arguyó que las autoridades
legislativas, ejecutivas y judiciales del Estado eran en sí mismas los factores
constitutivos primarios de la maquinaria política. Su separación teórica debía
acompañarse con un equilibrio práctico de sus funciones y de su autoridad, de
modo que ninguno de ellos pudiese
anular a los restantes o ejercer sus
funciones propias sin el consentimiento de los otros. La naturaleza de las
cosas, dice Montesquieu, exige este equilibrio de poderes en el Estado. La
libertad moral de los ciudadanos depende de esta armonía concebida según un
esquema mecánico.”
(…)
“La práctica política de
Inglaterra nunca se adecuó a este modelo, ni siquiera en los días de Locke, y
cuando Montesquieu visitó Inglaterra ya se habían constituido los estrechos
vínculos entre las ramas ejecutiva y legislativa del gobierno.” (pag. 163
(…)
“Para Paine, el llamado
equilibrio de poderes en Gran Bretaña carecía de sentido, era un mero recurso
para evitar que los comunes, que representaban el (pag. 165) elemento
democrático, ejercieran su autoridad libremente. Ya hacia fines del siglo se
advierte una creciente desconfianza respecto de la eficacia del aparato
constitucional, excepto como barrera negativa, e inclusive respecto de la
simple e indiscutible claridad de las mismas leyes fundamentales. Richard
Price, en un panfleto escrito como contribución a la discusión sobre la
secesión de las colonias, observa visionariamente que no es suficiente definir
la libertad como ‘un gobierno por las
leyes y no por los hombres’, pues eso depende mucho de quienes sean los
hombres que hagan las leyes. En cierta medida, debe responsabilizarse al mismo
Locke de este resultado, por la preeminencia que su teoría de los derechos
concede al concepto de propiedad, como extensión prepolítica de la persona. La
salvaguardia de los intereses de las clases poseedoras desempeñó un papel
importante en la estructuración de las constitución americana, y Godwin
observaría más tarde en su Political
Justice que ‘el hombre pobre se ve
inducido a considerar el estado de la sociedad como un estado de guerra, como
una combinación injusta, destinado a no proteger a cada uno en sus derechos y a
asegurarle los medios de subsistencia, sino a aumentar las ventajas de unos
pocos favorecidos…’. Pero, para la mayoría de los observadores, estas
importantes consecuencias económicas, que en el siglo XIX, y en el nuestro,
aparecieron en primer plano, permanecieron ocultas detrás del fundamento ajeno
a la historia de la teoría abstracta de los derechos.” (pag. 166)
(…)
“Todas las famosas declaraciones
americanas derivan su contenido teórico de Locke, y la Declaración de la Independencia contiene lo que quizá constituya la
enunciación más conocida de las concepciones de Locke relacionadas con el
individuo moralmente libre. ‘Consideramos
como verdades evidentes por sí mismas que todos los hombres hayan sido creados
iguales, y que el Creador les ha otorgado ciertos derechos inalienables, entre
éstos la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad’. La sustitución
del ‘patrimonio’, de Locke, por la ‘búsqueda de la felicidad’, no entraña una
diferencia esencial en cuanto se refiere a la intención de tal afirmación. El
propio Locke usa ese término para describir el logro de las satisfacciones en
este mundo, y la Declaración de Derechos
de Massachusetts, de 1780, agrega específicamente, a la vida y la libertad,
el derecho de ‘adquirir, poseer y
proteger la propiedad’. La Declaración
de Derechos de Virginia, de 1776, incluye una claúsula similar, en la cual
la felicidad se agrega a la propiedad, aunque no se relacione con ella. (…) Al
presentar los Rights of Man a
Washington, Paine los describía ‘como un
pequeño tratado en defensa de los (pag. 167) principios de libertad que vuestra virtud ejemplar ha contribuido tan
poderosamente a establecer’.”
(…)
“Paine concluye: ‘La sociedad no le otorga nada. Todo hombre
es propietario en la sociedad, y deriva beneficios del capital con todo
derecho’. En este último aspecto la teoría de los derechos necesitó
enmiendas y complementos, particularmente en el siglo posterior. Su
formulación, de predominio abstracto y no histórico, impidió que sus
expositores comprendiesen que no es lo mismo derivar toda la autoridad política
de los ciudadanos, (pag. 168) que atribuir todas las ventajas y beneficios
sociales a los individuos que componen la sociedad. El uso metafórico que hizo
Paine del término ‘capital’ fue desdichado.” (pag. 169), ‘Capítulo III. Los
Derechos’ en ‘El Desarrollo de la Teoría Política’, editorial Universitaria de
Buenos Aires EUDEBA, versión castellana por Néstor Míguez, Argentina, 1961.
Con las citas glosada ut supra, queda más que claro, que
el francés Montesquieu fue ingenuo y
poco realista cuando apela al estudio de ‘LAS
LEYES’ y no al estudio de los hombres detrás de las leyes, no estudió, ni
profundizó sobre los grupos de poder económico que buscaban apoderarse y/o
dominar las instituciones políticas que puedan fiscalizarlos y controlarlos y
regularlos, en sus actividades injustas, abusivas y explotadoras y elitistas
como fue el caso del capitalismo mundial.
También queda en evidencia, que los pensadores y políticos
norteamericanos más honrados y honestos, se dieron cuenta que la nueva República Plutocrática y Esclavista
norteamericana solamente favorecía a los hacendados y terratenientes y
capitalistas, pero nunca al pueblo llano ni menos al ‘ciudadano’ pobre y sin patrimonio, la República Plutocrática y Esclavista fue la maldición para el pueblo
mayoritario: de quien decían defender sus derechos, los teóricos y políticos,
tal como sucede también, en la hora presente.
En Perú, nace la República
Plutocrática y Esclavista al igual que en otras naciones hermanas de
nuestro continente, para favorecer a grupos de poder dominante, racista,
patrimonialista y elitista, como está hoy más que probado científicamente, y lo
peor, es que la secuela y la saga negativa contra las grandes mayorías
continúa.
Tenemos que ir a una Segunda
República con nuevo continente y contenido.
Lima, 12 de agosto del 2014
Jaime Del Castillo Jaramillo
Abogado egresado de la U.N.M.S.M. con más de 20 años de ejercicio
profesional y cuenta con estudio jurídico abierto; politólogo con más de 20
años de ejercicio profesional; periodista, fundador y director del programa
radial y televisivo ‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y cerrado cinco veces en
radio); Maestría en Ciencia Política con la tesis “Pensamiento Político peruano
insuficiente y epidérmico causa de nuestro subdesarrollo político”; Post Grado
internacional en Ciencia Política otorgado por la UCES – Universidad de
Ciencias Empresariales y Sociales de Buenos Aires-Argentina graduado con la
tesis: “Crisis terminal de los Partidos Políticos en el Perú”; catedrático
universitario de ‘Historia del Pensamiento Político”, “Filosofía Política”,
“Metodología de la investigación en Ciencia Política”, “Realidad Nacional”;
“Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.; blogger, comunicador social,
articulista y conferencista.
Fundador, ideólogo y Presidente de “Foro Republicano”
http://fororepublicanoperuano.blogspot.com
@jaimedelcastill
yeagob2@gmail.com
https://www.facebook.com/jdelcastillojaramillo
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