Si la
legendaria y trascendental ciudad de Nueva
Orleans, se distinguió por ser la madre creativa y generosa del jazz original y primevo, mostrando lo
mejor de sí, en senda escuela de bandas musicales de metales, donde la corneta
y luego la trompeta, --(sin desmerecer la calidad de los otros instrumentos
necesarios para la aparición del primer jazz tradicional de la mencionada
ciudad histórica)--, eran los instrumentos principales por antonomasia; pues
bien, la capital del mundo, mostró su potencialidad, calidad, genio y
creatividad magistral en el Jazz, a través de las blancas y las negras, en ello y por ello, se distinguió nítidamente
el Harlem negro jazzístico, sin
lugar a dudas.
En el Harlem subterráneo y amante del nuevo jazz, se pudo verificar y
corroborar; sonora, ostensible y palmariamente, que el instrumento musical por
antonomasia y muy apreciado y valorado y exaltado era el piano. Y precisamente, con el piano
se cruzaban espectaculares espadas musicales entre los pretendientes a rey de las blancas y negras y por
cierto, de gran audiencia, expectativa y aplauso; con el piano jazzístico se patentizaron y para los áureos anales de la
historia del Jazz en Harlem, grandes
y gloriosas batallas pianísticas,
entre gigantes músicos, mostrando sus concepciones y visiones de lo que debía
ser el arte negro mejor.
El piano
en el Harlem negro oculto y amante
del Jazz, provocó un gran impacto
poliédrico y por cierto, fue un revolucionario instrumento para esa comunidad
jazzística, toda vez que, era la mejor oportunidad para que el músico negro demuestre su refinada
cultura musical occidental, mostrando sus conocimientos de música clásica o culta,
fusionados con el Jazz en su piano;
asimismo, el piano elevó el nivel cultural del negro pobre de Harlem, ya que ingresar a esas
presentaciones musicales nocturnas, era ser parte de la nueva cultura popular del más alto nivel; no solamente eso, ser buen pianista en Harlem era un signo evidente de distinción y era encarnar la
prosperidad del negro triunfador y exitoso; así mismo, el hombre negro de clase media, ya tenía un paradigma de
cómo obtener un lucrativo medio de ganarse la vida y sustentar así a su
familia.
El
trascendental y revolucionario piano
en el Harlem negro de la referencia,
se verificó a finales de los deprimidos años 20’ y principios de los esperanzadores años 30’; el piano de Harlem fue el eje centrípeto que
apretaba y consolidaba y perfilaba el
jazz como un nuevo mensaje, como un nuevo estilo, como una nueva genialidad
negra en la música: nació el original y revolucionario Harlem stride piano.
El Harlem stride piano sin lugar a dudas, constituye
y se muestra nítidamente, como la natural continuación del genio musical negro norteamericano, ya que se pasó normal y
congénitamente del aplaudido ragtime que
emergió a finales del siglo XIX
hacia flamantes y novedosos estilos y ritmos pianísticos, que generaban
poderoso swing y sonidos en la rica
y fructífera evolución del jazz y
desde Harlem negro, para el universo
entero.
Recordemos
lo que afirmó para 1958, el maestro del Stride
Piano, el gran James P. Johnson o
James Price Johnson, (nació un 1°/2/1894 en Nuevo Brunswick, Nueva Jersey, y
fallece un 17/11/1955, en Jamaica, Nueva York), el mismo quien fuera
excepcional pianista y compositor de jazz, definitivamente fue uno de los gloriosos
creadores, junto con Luckey Roberts,
o Charles Luckeyth, (pianista y compositor de jazz, quien ejercía regularmente
desde el año 1900, tanto como pianista como también actor, nació un 7/8/1887 en
Filadelfia, Pensilvania y fallece un 5/2/1968, en Nueva York), del famoso
estilo Stride Piano; fue el gigante James P. Johnson bajo comentario, quien
dijo que para comienzos del siglo XX,
--cuando era muy jovencito y recién había llegado a residir a Nueva York--, el panorama musical era el siguiente: “No había ninguna banda de jazz
como las que había en Nueva Orleans o en los barcos del río Mississippi, pero
el ragtime se tocaba al piano en todas partes, en los bares, en los cabarets y
en los prostíbulos”.
Alboreando
el siglo XX en Nueva York y hasta 1914,
se han constatado alrededor de 100 editoras que publicaban y difundían las partituras
del popular ragtime para piano. Pero
el duro y rudo Nueva York no
entendía de arte solamente, sino principalmente de negocios y de apurar la
concreción del ‘sueño americano’ lo más pronto posible, tal fue la praxis y
política en el Tin Pan Alley; por lo
tanto y como siempre, gran cantidad de músicos mediocres se hacían notar con
las ramplonas rag songs, las mismas que estaba muy lejos de ser fieles y
leales seguidoras de la línea del ragtime
clásico del maestro Joplin, de Scott y de Lamb, eran versiones para el olvido y el desecho.
Pero
recordemos que el gran maestro Scott
Joplin, a la sazón, padre del Ragtime,
escogió el Harlem negro, como el
lugar adecuado para poner en escena su famosa e histórica ópera Treemonisha, en un alarde y afán de
elevar el ragtime a los cielos de la
música clásica o culta y la ópera; a sí mismo, el maestro Joplin en mención, pretendía que su obra
promoviera en la clase media negra, el interés por cultivar las raíces folclóricas de su cultura,
objeto que no logró en ese preciso y coyuntural momento.
La
proyección cultural del famoso estilo pianístico del stride, buscó a contrapelo de los intereses y finalidad del gran
maestro Joplin, englobar y unir lo culto con lo popular, precisamente ese objetivo y finalidad fue lo que colmó de
gloria y honores al Jazz de Harlem
con su Stride Piano. Mientras que la
salsa desde sus orígenes en New York en los años 70’, vive
divorciada absolutamente de la música clásica y/o culta; aquí está pues, la
gran divergencia y naturaleza y propósito desigual, desemejante y disímil entre
la Salsa con el Harlem Stride Piano; y también, aquí están, los destinos distintos
y diferentes, ya que el Stride Piano
buscaba afanosamente (con la música clásica o culta y la música popular) su
muestra, su fusión, su presencia y su cultivo; cosa que a la salsa poco le
interesa y precisamente, esa es su desgracia y la razón de su desprestigio,
agotamiento y declive.
Lima, 26 de
octubre del 2016
Jaime Del
Castillo Jaramillo
Abogado
egresado de la U.N.M.S.M. con más de 25 años de ejercicio profesional y cuenta
con estudio jurídico abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio
profesional; periodista, fundador y director del programa radial y televisivo
‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y cerrado cinco veces en radio); Maestría en
Ciencia Política con la tesis “Pensamiento Político peruano insuficiente y
epidérmico causa de nuestro subdesarrollo político”; Post Grado internacional
en Ciencia Política otorgado por la UCES – Universidad de Ciencias
Empresariales y Sociales de Buenos Aires-Argentina graduado con la tesis:
“Crisis terminal de los Partidos Políticos en el Perú”; catedrático
universitario de ‘Historia del Pensamiento Político”, “Filosofía Política”,
“Metodología de la investigación en Ciencia Política”, “Realidad Nacional”;
“Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.; blogger, comunicador social,
articulista y conferencista.
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