SOCIALISMO Y MARXISMO TRAICIONARON AL MOVIMIENTO OBRERO DESDE LOS
ORÍGENES, EL ANARQUISMO TUVO RAZÓN HISTÓRICA Y FUE EL VERDADERO ENEMIGO LETAL
DEL CAPITALISMO: SOCIALISMO PARLAMENTARIO SIEMPRE FUE Y SERÁ ALIADO DEL
CAPITALISMO O LIBERALISMO O NEOLIBERALISMO
En el siglo XIX y por legítima y
auténtica paternidad del capitalismo industrial, hace su entrada el nuevo actor
social, económico y político: El proletariado,
que no es otra cosa, que el producto y criatura del capitalismo industrial,
--como hemos dicho--, en su fase agresiva, impetuosa, dominante e imponente.
Recordemos lo que dijo Jean-Charles-Leonard Simonde de Sismondi
(1773-1842; célebre y respetado historiador, reconocido literato y genial e
innovador economista suizo) sobre el proletariado:
“El cambio fundamental que ha
sobrevenido en la sociedad, en el seno de la lucha universal creada por la
concurrencia y como resultado inmediato de su lucha, es la introducción, entre
las condiciones humanas, del proletario, cuyo nombre, tomado de los romanos, es
antiguo, pero cuya existencia es completamente nueva. Los proletarios eran, en
la República romana, los hombres sin bienes que no pagaban el censo y que no
estaban vinculados a la patria más que por la primogenitura (proles) que le
daban; al igual que nosotros, los romanos habían observado que son quienes no
poseen nada los que tienen familias más numerosas, ya que no les produce
ninguna inquietud criarlas. Además, el proletariado romano no trabajaba, puesto
que, en una sociedad que admite la esclavitud, el trabajo es deshonroso para
los hombres libres; vivían casi por completo a costa de la sociedad, de la
distribución de víveres que hacía la República. Casi podría decirse que la
sociedad moderna vive a costa del proletariado, de la parte que le quita de la
recompensa del trabajo. En efecto, según el orden que tiende a implantar la
crematística, debe cargarse al proletario con todo el trabajo de la sociedad,
permaneciendo ajeno a toda propiedad, viviendo sólo de su salario.” (Sismondi,
‘Estudios
sobre Economía Política’, 1836)
El proletariado se organiza,
debido a la grave, perversa e inhumana explotación de que eran víctimas, por
parte de los dominantes, impíos y avaros capitalistas industriales. Los
proletarios no tenían protección alguna, y si ellos mismos no se defendían,
nadie lo haría por ellos, el Estado
Liberal o Neoliberal tiene como
objetivo principal cuidar los intereses del capitalismo y negar o suprimir u
obstruir cualquier beneficio a favor de los trabajadores o de otro segmento
social que no sea útil al capitalismo
directamente. Con esas condiciones y situaciones históricas científicamente
probadas, pues, obviamente, y como no podía ser de otra manera, la clase media,
--(obstáculo contra todo poder abusivo y mediocre, siempre, y en toda sociedad
civilizada occidental)--, con sus intelectuales,
fueron los que observaron tamaña situación injusta, odiosa e inhumana por parte
del capitalismo industrial, y la racionalizaron, sistematizaron y denunciaron,
en sus diferentes aspectos, y proyecciones, en la primera mitad del siglo XIX;
y toda esa producción intelectual, fue llamada: por oposición o por reacción
contra el liberalismo ideológico perverso, y contra el capitalismo opresor y
explotador: Socialismo.
El socialismo no era otra cosa, que la crítica intelectual, literaria
y/o razonada, en contra de la insoportable situación laboral, social, política
y económica, creada, promovida, mantenida y defendida por el capitalismo
industrial, en contra de los, y sus trabajadores, los mismos, que les generaban
riqueza, confort y poder; y, si bien es cierto, que se insufló influencias
románticas y religiosas, e inclusive hasta novedosas posiciones de vida mística
y laboral en esta literatura socialista, no eran menos ciertas sus posturas
críticas, de denuncia y de rechazo a la situación laboral, económica, política
y social impuesta, y por demás dominante, por parte del Liberalismo ideológico,
imperante culturalmente, y de su Estado republicano democrático capitalista.
Fueron los trabajadores organizados, quienes hicieron carne y sangre dicha
literatura socialista y la mutaron en posición ideológica y política.
Recordemos, por ejemplo, al
parisino Claude-Henri de Rouvroy, Conde
de Saint-Simon (1760 -1825), legendario filósofo y teórico social, el
típico sabio ilustrado creativo, algunos lo consideran: el primer teórico de la sociedad industrial, atribuyéndosele el título de fundador del socialismo francés;
incluso, algunos también lo nominan: como el iniciador del Socialismo, es autor de una obra voluminosa sobre economía.
Saint-Simon, fue un revolucionario, más que, o nada utópico, --a
pesar de ser aristócrata--, vivió el hervor social, cultural y político, de la
incomparable, sangrienta y paradigmática revolución francesa; luchó a favor de
la patrimonialista revolución estadounidense; y sufrió la inhumana y demoledora
primera industrialización capitalista, la misma que demolió la dignidad y
proyección de la persona humana no capitalista, perjudicando y trozando vivo impíamente
al ciudadano trabajador o proletario de su ‘Estado
Liberal’. El gran teórico social Saint
Simon, también fue el mentor de Auguste
Comte, luego reconocido como el ‘padre
de la sociología’, --la conocida teoría de los tres estadios comtiana,
surgió de aquella influencia directa--, y
mentor también del historiador Auguste
Thierry; probado está que Saint-Simon
fue muy influyente sobre los primeros socialistas, asimismo influyó en la
sociología sistemática y paradigmática de Auguste
Comte, --como se ha dicho--; se evidencia su influencia en los escritos del
británico John Stuart Mill; así como
sobre el galo Luis Napoleón.
Evidente y ostensiblemente influenció, al mismo joven Carlos Marx, ya que las pretensiones científicas sociológicas
románticas, serán compartidas tanto por el filósofo galo como por el filósofo
germano bajo comentarios; también la fe en la tecnología capitalista, fue
sentir conjunto de Marx y Saint Simon.
Saint Simon creía en la sociedad con desarrollo industrial
musculoso, con gobernantes sabios, esclarecidos juristas, expertos banqueros y
trejos empresarios o capitalistas al mando, pero respetando normas morales, y
protegiendo y ayudando a las clases más débiles o desposeídas. Es decir, la
tesis del ‘capitalista bueno’ saintsimoniana:
Tesis que nunca se ha verificado, hasta la fecha, el capitalismo es capitalismo
porque no ayuda a nadie, salvo a los negocios del capitalista. Y eso está
probado y comprobado hasta la fecha. El reconocido optimismo y buena fé de Saint Simon, no cambiaría la esencia
perversa y avariciosa del capitalismo. Su gran objetivo romántico, fue
reorganizar la sociedad científicamente y con la industria centralmente (no
veía con buenos ojos al comercio), a fin de lograr la sociedad sin clases, con
doctrina de renovación ético-religiosa, eso es lo que se evidencia en su libro “El
Nuevo Cristianismo” de 1825.
En cuanto al francés Francois Maria Charles Fourier (1772-1837) tenemos al teórico de una nueva
sociedad cooperativa de producción, o falansterios (Comunidades), --considerado
por ello el ‘padre del cooperativismo’--.
Fourier fue frontal opositor contra el capitalismo y la industrialización,
tampoco creía en el matrimonio y la monogamia, creía en la economía cooperativa
integral y autosuficiente, que promueva las pasiones individuales y su despliegue,
que generarían a la larga: la armonía; por ello y para ello, planteaba la
igualdad de género entre hombres y mujeres, y sus ideas se concretaron en las
comunidades de ‘Utopía’ en Ohio, ‘La Reunión’ de Texas, y ‘La Falange
Norteamericana’ establecida en New Jersey, todas en los Estados Unidos, a la
mitad del siglo XIX. La cooperativa más famosa que promovió Fourier fue la Coopérative des bijoutiers (Cooperativa
de los joyeros) en Doré, y está probado que
Fourier románticamente, buscaba convencer a los capitalistas para que inyectasen
recursos necesarios, a fin que se construyan y puedan funcionar sus
Falansterios o cooperativas, y así, lograr la justicia y equidad laboral, social
y económica, pero, ningún capitalista apostó por ello, por razones obvias: las
tesis saintsimonianas, iban en contra de los intereses capitalistas esenciales.
Por su lado, el francés Etienne Cabet (1788-1856) fue teórico político, y se inspiró en Tomas Moro, escribiendo en 1840 su
famosa obra ‘Viaje a Icaria’, donde
describe un mundo utópico, en el cual primaba la propiedad colectiva, y la
fraternidad entre los hombres, es decir, describe literariamente la sociedad
comunista utópica. De ahí se deriva el
movimiento icariano, integrado por emigrantes que viajaron a Estados Unidos,
para fundar una nueva sociedad basada en estas ideas, para ello, Cabet había comprado tierras en Texas,
pero fracasó su proyecto. Cabet era
abogado, pero sus enemigos los borbones, le prohibieron ejercer su profesión, y
observando que las insurrecciones no tenían resultado positivo, es que crea el
proyecto de una nueva sociedad o movimiento icariano, declarándose comunista-demócrata y sosteniendo que,
la verdadera y completa democracia,
era el comunismo, donde no exista ni la propiedad privada ni el dinero.
El teórico político británico Robert Owen (1771-1858) era un
reconocido, antiguo y exitoso empresario, considerado el padre del
cooperativismo inglés, y se preocupó en mejorar las condiciones laborales y
sociales del trabajador, para ello en 1825 adquirió la Comunidad de Harmony en
Indiana, estableciéndola como "New
Harmony"; este proyecto fracasó, y se deshizo finalmente de la
infraestructura e instalaciones, en 1828.
Robert Owen defendía el cooperativismo de producción y de
distribución. Quería sustituir el sistema capitalista por otro más justo, donde
los obreros dirigiesen un sistema económico cooperativo, que fuese más rentable
que el capitalismo industrial. Sus ideas fueron escuchadas, ya que en 1832, se
verificaron aproximadamente 500 cooperativas que empleaban a 20,000
trabajadores.
El francés Louis Jean Joseph Charles Blanc (1811-1882) fue político e
historiador. En su juventud, asumió las ideas saintsimonianas, y preocupado por
la injusta situación de los trabajadores, se dedicó al periodismo crítico y de denuncia.
Y para 1839, publicó su célebre obra ‘La organización del trabajo’, que
fue muy influyente en su tiempo: Ahí proponía, las empresas estatales y las
empresas obreras, atribuyendo a la presión de la competencia económica, la
causa de todos los males sociales, comenzando por la pobreza de los
trabajadores. Exigía la igualdad de los salarios, sentando la famosa frase: “A
cada uno según sus necesidades, de cada uno según sus facultades”, frase
que procedía en verdad de verdades, de Saint
Simon. El célebre político Louis
Blanc planteaba como alternativa de solución, en oposición al capitalismo: los
‘Talleres sociales de trabajo’ donde
habría intereses cooperativos y sindicales combinados. En 1848 fue parte del
gobierno provisional de la Revolución Francesa de ese año, y preside la
comisión gubernamental para los trabajadores, que se estableció en el Palacio
de Luxemburgo.
El alemán Carl Marx (1818-1883) fue el más importante pensador socialista, en
el siglo XIX, quien con Federico Engels
(1820-1895) escribieron muchas obras que se convirtieron en la ‘biblia’ del socialismo universal. El
pensamiento básico marxista es que: el trabajo del hombre es el único que crea
riqueza, por lo tanto, esta riqueza debe quedar en las manos del obrero que la
produce.
Específicamente dijo Marx, que:
“El obrero se empobrece tanto más cuanto más riqueza produce, cuanto
más aumenta su producción en extensión y en poder. El obrero se convierte en
una mercancía tanto más barata cuanto más mercancía crea”. (Carlos Marx en Gouache de Schaumann.
Manifiesto comunista, Praga).
Tesis marxista totalmente
equivocada por cierto, ya que la riqueza que produce el obrero, sin los medios
de producción, es imposible crearla o producirla a gran escala, comerciarla a
gran escala y distribuirla a gran escala. La mano de obra sola y nuda, no es
suficiente, evidentemente. Es más, Henry
Ford y su industria de automóviles en los Estados Unidos, a comienzos del
siglo XX, se encargó de desmentir esta errada y sesgada teoría marxista.
Marx, también se equivocó rotundamente, cuando planteó que, el
capitalismo llevaba en sí mismo los gérmenes de su propia destrucción, y que la
esperada revolución obrera llevaría a una sociedad justa y libre, en la que
cada ciudadano aportaría en función de sus posibilidades y recibiría de acuerdo
con sus necesidades. Lo cierto es que, la revolución proletaria nunca se
verificó en los países desarrollados y portaestandartes del capitalismo
industrial, tal como lo sostenía y planteaba la teoría marxista, por lo tanto el capitalismo NO ‘lleva en sí mismo los gérmenes de su propia destrucción’ así de
sencillo y de fácil, y ahora en el siglo XXI, lo podemos comprobar en el día a
día. Marx fue otro literato
romántico más, tal como los socialistas utópicos que él mismo criticó, la
historia y la ciencia de la economía lo comprueban amplia y palmariamente.
Recordemos lo que escribieron Marx y Engels en el célebre ‘Manifiesto
Comunista’ de 1848:
“La historia de la sociedad hasta
nuestros días no ha sido sino la historia de la lucha de clases.
Hombres libres y esclavos,
patricios y plebeyos, nobles y siervos, maestros artesanos y jornaleros, en una
palabra, opresores y oprimidos, en lucha constante.
La sociedad burguesa moderna,
levantada sobre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido los
antagonismos de clase. El carácter distintivo de nuestra época, de la época de
la burguesía, es haber multiplicado los antagonismos de clase. La sociedad se
divide en dos grandes campos opuestos, en dos clases directamente enemigas: la
burguesía y el proletariado.”
Lo que plantearon teórica,
ideológica y erradamente Marx y Engels en una sesgada y torpe lectura
de la historia, e inclusive, llamada
petulantemente ‘Materialismo Histórico’,
es una curiosa y original historia universal del odio, inestabilidad y guerra permanente y fundamental, situación
tal, que nunca hubiese podido permitir, o viabilizar o conseguir o lograr, el
establecimiento y crecimiento de las civilizaciones, y de las grandes naciones,
ni mucho menos, la erección y progreso de una nación modesta y común. Era y es,
error garrafal teórico y científico-social, de interpretación de la historia
universal por parte del marxismo. Max
Weber se encargó de demostrar los grandes y graves errores de
interpretación de la historia, por parte de Carlos Marx y Federico
Engels, entre otros autores científico-sociales reputados y reconocidos
hoy.
Lo cierto es, que los
trabajadores o proletarios europeos, alimentados espiritual y culturalmente por
las teorías de los intelectuales socialistas, o por la clase media esclarecida
y progresista, se decidieron a luchar por su organización y defensa, premunidos
de dichas teorías socialistas e ideas concretas a oponer contra el capitalismo
explotador y expoliador e inhumano.
Las luchas fueron intensas, hasta
que el capitalismo reconoció legalmente a las organizaciones obreras; y, para
1864, a propósito de la gran exposición universal industrial de Londres, los
obreros franceses e ingleses, reuniéronse orgánicamente en dicha ciudad,
creando la Asociación Internacional de
Trabajadores (AIT), o, más conocida como la Primera Internacional obrera, ahí estuvieron como fundadores y
grandes rivales y líderes, el teórico socialista Carlos Marx, y al frente
suyo, el ideólogo y político Miguel
Bakunin, el legítimo ‘padre del
anarquismo’. El objetivo de la Primera
Internacional era ampliar la lucha contra el capitalismo industrial, en
todo el mundo, siendo que la constitución del organismo obrero internacional,
fue recibido con beneplácito por los trabajadores europeos, quienes empezaron a
cotizar a favor de su gremio internacional, y así solventaron las huelgas, que
provocaron el temor y pánico de los
gobiernos liberales y capitalistas de la época.
Las organizaciones obreras
mundiales, en verdad de verdades, --y probado está--, fracasaron absolutamente,
y sirvieron en y para la óptica económica y política opositora de los intereses
capitalistas: mostrando y enseñando el oculto y eficaz camino, --y llave
maestra--, para seguir dominando y sometiendo embozadamente a los trabajadores
en el mundo, a través de los sindicatos y sus dirigentes y/o representantes
venales, corruptos y traidores, --con meritorias excepciones, por cierto--. En
verdad de verdades, fueron los marxistas,
y esa izquierda dizque socialista, la que traicionó el camino
revolucionario obrero, fueron los marxistas
los que ilusionaron, engañaron y estafaron a los trabajadores mundialmente, ya
que probado está en la historia, --hasta el hartazgo--, que los dirigentes y
representantes y/o parlamentarios socialistas
o marxistas, siempre negociaban con el capitalismo,
y se sometieron a las reglas del juego del liberalismo
y del capitalismo mundial; los marxistas
o socialistas se echaron al Estado liberal “republicano parlamentario democrático capitalista”, fueron
comprados, negociados, neutralizados y cooptados/captados para el sistema capitalista, tal como ahora se puede
verificar con mucha mayor nitidez.
Pero a decir verdad, la Primera Internacional Obrera nació
bicéfala, teórica e ideológicamente, --tal como lo adelantamos ut
supra--, con dos grandes y poderosas corrientes políticas, toda vez que
el ANARQUISMO fue una gran
tendencia, posición e ideología, que disputaba al marxismo o socialismo, la dirección y conducción de la lucha obrera
mundial. El capitalismo le tenía
pánico y temía realmente al anarquismo,
porque era radical y directo y frontal, en sus ataques concretos contra el
capitalismo industrial y sus capitanes, y en forma efectiva y espectacular y
letal, hasta llegar al terrorismo. Karl
Marx y Bakunin eran los grandes
generales de las dos corrientes encontradas, rivales y opositoras en la Primera Internacional Obrera.
Nunca olvidemos que fue el mismo Carlos Marx quien acusó con saña,
traición y cobardía, a Miguel Bakunin
de ser agente ruso capitalista; y mil calumnias más, por parte de los marxistas que odiaban mortalmente a Bakunin porque les disputaba en forma
efectiva, masiva y racional, la conducción de la Primera Internacional Obrera. No olvidemos que Carlos Marx muchas veces conspiró con tenacidad, contra Bakunin
para lograr su expulsión de la reciente organización obrera mundial prima. El anarquismo, tuvo la razón a la luz de
la historia, en cuanto a su veracidad, consecuencia y decisión en la lucha
contra el capitalismo explotador e
injusto; el marxismo fue la estafa
universal, en perjuicio del movimiento obrero universal; el marxismo nació errado, traicionero y
traicionando, las justas luchas del sector proletario, aplastado por el
capitalismo mundial.
Mijaíl Aleksándrovich Bakunin o Miguel Bakunin (1814-1876) fue el
más trascendente e influyente anarquista ruso, considerado el ‘padre del anarquismo’, sostenía la
tesis colectivista y el ateísmo, a pesar de provenir de noble cuna y familia.
Fue militar de carrera, lo que le sirvió para saber plantear las estrategias
materiales de ataque contra el capitalismo; también estudió filosofía, a
profundidad. Y para 1842 ya estaba en Alemania codeándose con los jóvenes
socialistas combatientes. Estuvo en su momento, en París, donde conoció a Proudhon y a George Sand y a otros revolucionarios de su tiempo. Luego vivió en
Suiza comprometiéndose en las luchas socialistas, motivo de ello, su gobierno
en Rusia, le ordenó regresar, y ante su desobediencia, le confiscaron sus
bienes, y regresó a Paris con mayor ímpetu y fuego a luchar contra el sistema;
ya era 1848, y al redactar un manifiesto contra Rusia, lo expulsaron de
Francia. Estuvo en la insurrección de Dresde en 1849 y fue detenido y condenado
a la pena de muerte, pero fue entregado a Rusia, donde lo confinaron a un campo
de trabajo en Siberia. Escapó de su prisión y estuvo en Japón, EE.UU.,
Inglaterra y Suiza y siempre vinculado a sus seguidores.
Es cierto y probado, que socialistas o marxistas y al lado de
los anarquistas estuvieron en la
primera fila de la sangrienta lucha por la Comuna
de París de 1871, fueron los trabajadores explotados y en miseria, los que
lucharon en las calles y plazas, a sangre y fuego, para instaurar
revolucionariamente la República de
trabajadores. Fue en el contexto de la derrota francesa en la guerra
franco-prusiana. La Comuna de París
fracasó por su falta de preparación, y por la desesperación a que fue llevada
la clase obrera o proletaria por el despiadado capitalismo, ya que pasaban
hambre, deudas, desempleo; además, se aprovechó la circunstancia, que la Guardia Nacional estaba impaga,
insatisfecha y derrotada, y se unió a los revolucionarios. Fue el 18 de marzo
de 1871 en que el estallido social, popular y obrero, hizo huir al gobierno,
convocóse a elecciones, y se eligió un Consejo
General de la Comuna de París con poderes legislativos y ejecutivos,
conformado por obreros y radicales miembros de la clase media: Declararon la
separación de la Iglesia y el Estado, la prohibición de los trabajos nocturnos,
los alquileres máximos, y otras medidas inmediatas, etc., pero no pudieron
avanzar más a profundidad en los cambios y reformas sociales, por su corta
existencia.
El estallido de la Comuna de París asustó a toda la Europa
capitalista, y temían lo peor, pero como quiera que hubo mucha improvisación,
voluntarismo y poca estrategia en la revolución popular, --tal como se ha
comentado ut supra--, París quedó aislada, y sin el apoyo del resto de las
ciudades francesas del interior. La reacción capitalista aprovechó esta demora,
y enviaron 100,000 hombres fuertemente armados, a destrozar la Comuna de París al costo que fuere, y
así lo hicieron, en siete días de masacre y matanza brutal y general: fusilaron
a veinte mil revolucionarios en los primeros días, y luego ejecutaron a otros
10,000 insurrectos comuneros parisinos.
Esta luminosa, trágica y
sangrienta lección de la historia, nunca la aprendieron los dogmáticos marxistas, ni menos el mismo Carlos Marx, quien testarudo, fatuo y fundamentalista, siguió
pregonando sus tesis equivocadas, las mismas que ya fueron rechazadas, negadas
y escupidas con sangre, fuego y muerte vesánica, por la misma Gran Historia, en el preciso contexto
de la Comuna de París: toda una
revolución violenta, atroz y feroz, donde fueron eliminados decenas de miles de
obreros, revolucionarios y gente pobre, por parte del capitalismo agresivo,
iracundo y asesino.
La Segunda Internacional Obrera, se organiza, pero con la intención
premeditada, racional y estratégica, de no hacer revoluciones sangrientas y
violentas, los marxistas o socialistas
en verdad de verdades, se acobardaron y se acomodaron al sistema capitalista industrial
soterradamente, ya sabían muy bien, que el capitalismo
no andaba con juegos ni miramientos, e inmediatamente eliminaba sin piedad, sádica y vesánicamente y con su aparato
legal de asesinato y represión, tal como lo demostró en la Comuna de París, por lo tanto, los marxistas o socialistas se
convirtieron y/o devinieron, en convenidos y falsos revolucionarios, y
solamente buscaron acomodarse al capitalismo,
recibiendo su oro bajo mesa, y además las gollerías, granjerías y engreimientos
legales y constitucionales que el capitalismo sabe dar, brindar, allegar y pagar
a los traidores de las buenas causas populares.
En 1889 se funda la Segunda Internacional obrera, en la
ciudad revolucionaria de París, y para evitar obstáculos, oposiciones y
denuncias e incomodidades, los marxistas
o socialistas se preocuparon muy
bien, en expulsar a los ANARQUISTAS de
esta segunda organización internacional obrera bajo comento, obviamente que los
anarquistas, eran los únicos
revolucionarios auténticos, letales y consecuentes, por la sagrada causa obrera
internacional y en contra del capitalismo
industrial.
No olvidemos, que fue
directamente por los eficaces ataques del anarquismo,
y sus sonados magnicidios y
asesinatos, que en los EE.UU., nace
el policía más tenaz, consecuente y profesional, en la persecución-represión de
y contra los enemigos del capitalismo, tal y como fue el célebre Herbert Hoover, y posteriormente bajo
sus cuidados nace: el FBI; y
subsecuentemente la CIA, como
aparatos eficaces y eficientes de represión y de persecución poderosa y estatal
liberal, contra los que atenten contra el capitalismo norteamericano; no
olvidemos los asesinatos y magnicidios en toda Europa, atribuidos al anarquismo contra los explotadores
capitalistas; no olvidemos, que fueron los
anarquistas los que precipitaron la Primera
Guerra Mundial cuando asesinaron a un alto representante de la monarquía
capitalista represiva y explotadora.
Los anarquistas, se llevaron el honor y la gloria, histórica y
universal, en la real, directa, operativa y letal lucha contra el capitalismo
mundial, los anarquistas vivían a
salto de mata, perseguidos, odiados, escondidos y famélicos, luchando en el día
a día y en las calles, por la justicia universal, mientras los marxistas y socialistas: comían pavo y
faisán y caviar y bebían champagne fino en las mejores y lujosas mesas del
capitalista, y a espaldas del pueblo, y de los parlamentos liberales europeos.
(Rusia no cuenta, porque era un
continente atrasado de campesinos ignorantes mayoritariamente, sin industrias
relevantes, y con cultura inferior y monárquica) La traición marxista y socialista, se preocupó, se protegió
y se blindó bien, de negociar con el capitalismo
sin indeseables enemigos, o denunciantes opositores anarquistas incómodos, que les malogren el negocio de recibir el
dinero y las prebendas del capitalismo dadivoso con los proditores, de y por la
traición a la causa obrera.
Y no les fue mal, a los traidores
marxistas o socialistas europeos, --(¿Quiénes, creen Uds., que los
financiaron?)--, ya que crecieron en número, los partidos dizque socialistas u
obreros; tuvieron diarios de amplia circulación; cooperativas, etc., por
ejemplo en Alemania para 1912 tenían 110 parlamentarios; en Francia lograron
fuerte sector electoral propio; en el Reino Unido y en España tampoco les fue
mal electoralmente, sometidos ya, por cierto, al Parlamento liberal
capitalista. Es más, tuvieron intelectuales dizque socialistas y marxistas que justificaban su proceder proditor y
allanado al capitalismo: Eduard
Bernstein (1850-1932) quien fue discípulo de Carlos Marx, y trabajó intelectualmente con Federico Engels, pero frontal y taxativamente afirmaba que las
revoluciones violentas no servían de nada, y que todo lo lograrían con el calor
y el amor de los parlamentos capitalistas liberales; recordemos que Bernstein fue además de político alemán,
--de origen judío, como Carlos Marx
y Lenin--, perteneciente al SPD o partido socialista alemán, y considerado como el ‘padre del revisionismo’ y principal fundador de la
socialdemocracia.
Así mismo fue el caso del
marxista checoslovaco Karl Johann
Kautsky (1854-1938) quien con toda desfachatez, afirmaba que se deben
respetar las libertades democráticas liberales capitalistas, y que la única
salida era la vía parlamentaria. Kautsky
hizo estudios de historia y filosofía en la Universidad de Viena, y para 1875
se convirtió en miembro del Partido Socialdemócrata de Austria (SPÖ), fue
discípulo del mismo Friedrich Engels
en Londres, por ello en 1891, fue el coautor del Programa de Erfurt del Partido
Socialdemócrata de Alemania (SPD), junto a los marxistas August Bebel y Eduard
Bernstein. Al fallecer Engels,
en 1895, Karl Kautsky se convirtió
en el heredero de la teoría marxista y socialista, y cerebro de la Segunda
Internacional. Por su parte el francés Jean
Jaurés (1858-1914) expresaba que el socialismo era humanista y pacífico.
Queda claro entonces, a la luz de
la historia, de los hechos políticos y de la documentación abundante que
alimenta a las ciencias sociales, que el socialismo y el marxismo traicionaron
al movimiento obrero, desde sus orígenes, convirtiéndose en un fundamentalismo,
que extrañaba descaradamente a la misma realidad histórica (Comuna de París), tal como procedieron los
mismos marxistas teóricos creadores: Carlos
Marx y Federico Engels, éste
último inclusive, a la muerte de su compañero Karl Marx, fue parte del revisionismo de las propias tesis marxistas,
como lo hemos podido comprobar.
Queda claro entonces, que fue el anarquismo el verdadero enemigo letal
del capitalismo mundial, y que el socialismo
y el marxismo se unió desde siempre al capitalismo, para perseguir,
derrotar y aniquilar al anarquismo
heroico y consecuente.
Queda claro entonces, que el PARLAMENTO no solamente sirve al
capitalismo mundial para defender sus intereses fundamental y centralmente, en
todo tiempo y lugar, sino que el PARLAMENTO es el instrumento con y en el cual,
se asocian el marxismo y el socialismo
con el capitalismo, en contra de los altos intereses obreros y populares, esta
verdad histórica, ayer oculta, hoy lo podemos comprobar con suma facilidad, con
una simple y leve compulsa.
Lima, 12 de octubre del 2014
Jaime Del Castillo Jaramillo
Abogado egresado de la U.N.M.S.M.
con más de 20 años de ejercicio profesional y cuenta con estudio jurídico
abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio profesional; periodista, fundador
y director del programa radial y televisivo ‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y
cerrado cinco veces en radio); Maestría en Ciencia Política con la tesis
“Pensamiento Político peruano insuficiente y epidérmico causa de nuestro
subdesarrollo político”; Post Grado internacional en Ciencia Política otorgado
por la UCES – Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales de Buenos
Aires-Argentina graduado con la tesis: “Crisis terminal de los Partidos
Políticos en el Perú”; catedrático universitario de ‘Historia del Pensamiento
Político”, “Filosofía Política”, “Metodología de la investigación en Ciencia
Política”, “Realidad Nacional”; “Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.;
blogger, comunicador social, articulista y conferencista.
Fundador, ideólogo y Presidente
de “Foro Republicano”
http://fororepublicanoperuano.blogspot.com
@jaimedelcastill
yeagob2@gmail.com
https://www.facebook.com/jdelcastillojaramillo
No hay comentarios:
Publicar un comentario