KARL LÖWITH Y LA NATURALEZA INVARIABLE Y ESENCIAL DEL HOMBRE
POLÍTICO FRENTE AL ROMANTICISMO MARXISTA DE JÜRGEN HABERMAS
Karl Löwith nace en Múnich-Alemania un 9 de enero de 1897,
falleciendo en Heidelberg-Alemania el 26 de mayo de 1973, conocido discípulo primevo
de Heidegger —y luego será su
crítico punzante— y fue a través de Husserl
que conoce al mencionado Heidegger
en Friburgo --en los años veinte--, siendo alumno de ambos grandes personajes
de la filosofía universal.
Para 1936 en pleno furor
del nazismo abandonó Alemania debido a su origen judío. Estuvo en Japón, donde estudia
a fondo la relación de la filosofía zen con una nada no originada en el
nihilismo y enamorándose de dicha postura filosófica.
Para 1941 se fue a los
EE.UU. y luego a Alemania en donde enseñó en la Universidad de Heidelberg de
sus antiguas cuitas filosóficas con la fenomenología.
K. Löwith considera el desarrollo del pensamiento
europeo como un proceso de secularización o de aterrizaje de la antigua visión
teológico-bíblica de la historia, caracterizada a su vez por el terrible “futuro escatológico”. Para hacer la
diferencia con la presentista violencia del logos occidental pues Löwith opta inteligentemente por la
opción de la naturaleza no considerada como historia, destino ni creación, y en
la que la muerte no es la autenticidad que busca el hombre.
La opus magna de Karl Löwith --y la que influenció fuertemente sobre la
filosofía política-- es “Historia del
mundo y salvación” donde aborda el tema central en el debate contemporáneo:
la secularización; donde afirma que la filosofía de la historia reposa sobre
presupuestos teológicos generalmente ignorados o negados. Löwith somete a menudo examen crítico las bases comunes de la
teología y de la filosofía de la historia y apela a la pregunta sobre los fundamentos
metafísicos que pasan desapercibidos para la racionalidad occidental.
Karl Löwith criticó a su maestro Heidegger sobre sus vinculaciones filosóficas y a la vez su
cuestionada participación política en el periodo nazi.
Es curioso como Löwith a pesar de ser un agudo crítico
de su maestro Heidegger sin embargo
tiene posturas antropológicas duras y firmes sobre el ser humano consideradas
intemporales, esenciales y recurrentes de por sí y ante sí y para sí, dichos
conceptos de antropología política son en el fondo, productos del esfuerzo
filosófico de la fenomenología de sus maestros Husserl y Heidegger.
Y precisamente sobre el
punto, me gustó mucho la polémica que sostiene Jürgen Habermas con Karl
Löwith sobre el tema antropológico
político, donde Habermas critica
sin mucho futuro ni acierto a Löwith,
toda vez que K. Löwith con solvencia
filosófica apela a la antropología
negativa y a las esencias de naturaleza humana intemporales y eternas e
ínsitas del hombre a través de los tiempos y que no ha variado.
Me llama mucho la
atención la postura romántica y pacifista de Habermas considerado un marxista
crítico importantísimo, pero su tesis de la ‘Acción Comunicativa’ basado en la racionalidad no resiste el
análisis ni la fuerza conceptual, histórica y filosófica de Löwith a la luz de los acontecimientos
de índole internacional del día a día y del hoy por hoy, donde el hombre con
poder y los hombres con poder y los grupos de poder (Estados, corporaciones,
etc.) mantienen a la ONU como
organismo débil, borroneado y de fachada para así poder satisfacer su sed de
poder y de dominio y de sojuzgamiento contra otros hombres y naciones como en
los viejos tiempos de Polibio,
Maquiavelo o Tucídides; y, Habermas no lo quiere ver o no lo
quiere reconocer y apela a posiciones moralistas muy epidérmicas en todo
término y concepto.
Löwith siguiendo la corriente fenomenológica del
riguroso y exigente Husserl y de la
fría lógica de ‘Ser y Tiempo’ de Heidegger se embarca y se alinea contra
el romanticismo filosófico alemán,
es un crítico profundo, original y pletórico, y, da la casualidad que Habermas también es otro crítico del
aludido romanticismo filosófico alemán por la vía marxista. Mientras que Löwith
va por la vía fenomenológica,
más radical, más realista, más cruda y hasta casi comprobable, pues Habermas va por la vía de la crítica marxista pero al parecer (como
todo marxismo siempre equivocado y
romántico al revés) regresa por la puerta falsa del romanticismo alemán en una
nueva espiral histórica y moderna, ya regresaré sobre ese punto, en otro envío.
Pero vayamos a la cita
pertinente que siempre nos interesó y quisimos comentar, dice Habermas sobre Löwith lo siguiente:
“Políticamente esto significa la vuelta a la doctrina del
derecho natural clásico, aunque no deja de ser curioso que Löwith no recurra en
ninguna parte a ella; se queda en referencias ocasionales a la antropología
política de los historiadores antiguos, que podían narrar sus historias sin
sentirse todavía perturbados por el pathos
de la historicidad. Se menciona la convicción de Tucídides de que las azarosas
luchas por el poder político tienen sus raíces en la inalterable naturaleza del
hombre y de que, por consiguiente, siempre se repetirán de manera uniforme. Se
trae a colación la doctrina de Polibio de que, por la misma razón, el carácter
cíclico del cambio de la constitución de las constituciones, la transformación
de la victoria en derrota y del sometimiento en poder, está sometido a una ley
natural. Löwith reproduce estas opiniones afirmativamente como si se tratara de
conocimientos inamovibles, hurtándose así a la presión de los problemas
contemporáneos. Pero la verdad es que mientras tanto no sólo se ha transformado
la estructura de las formas de dominación, no sólo ha cambiado la sustancia
misma de la dominación en comparación con la época de Polibio e incluso con la
de Maquiavelo, sino que también la eliminación de la guerra se ha convertido en
objeto de negociaciones diplomáticas en curso y la abolición de la pena de
muerte ha sido elevada en norma constitucional en muchos países. Esto último es
un ejemplo de una mutación que alcanza hasta las capas antropológicas más
profundas en la organización del dominio y del ejercicio del poder, y, lo
primero, un ejemplo de la necesidad práctica de cambiar en el futuro estados de
cosas que hasta hoy habían sido considerados como constantes antropológicas.
Cuando no se hace mucho se invitó a Löwith a intervenir en una serie
radiofónica sobre la pena de muerte, reaccionó de forma característica: tituló
su charla “Homicidio, asesinato y suicidio” y explicó en pocas palabras la
diferencia existente entre el homicidio en estado de guerra y el asesinato bajo
las leyes de la convivencia civil; sin hacer ninguna alusión a la pena de
muerte, y sin hacer tampoco alusión alguna a las pruebas que tienen en suspenso
el aliento de este mundo angustiado, a las pruebas que parecen intentos de
poner fin al estado de naturaleza entre los Estados recurriendo a los hongos
nucleares y, por consiguiente, de suprimir la diferencia que establecía Löwith
entre homicidio y asesinato, se limitó después exclusivamente a tratar del topos estoico del suicidio como signo de
una vida dominada por la filosofía. Y ante (pág. 185) esto hay que preguntarse
si se puede seguir llamando sabiduría a algo que hay que afirmar a costa de tal
limitación de la mirada.”
“Lo mismo que no hay una naturaleza moderna, pero sí una
ciencia moderna de la naturaleza, afirma Löwith, tampoco hay una naturaleza
moderna del hombre, aunque sí antropologías anticuadas y antropologías a la
altura de la época.” (pág. 186, ‘9. Karl Löwith’ en ‘Perfiles filosófico-políticos’ de Jürgen
Habermas, editorial Taurus, versión castellana de Manuel Jiménez Redondo,
traducido de la tercera edición alemana, aumentada, España 2000)
Como se puede notar Habermas exagera cuando le atribuye a Löwith volver a la doctrina de Derecho Natural Clásico, porque el
concepto fenomenológico en su línea y dirección va muy lejos de todo tipo de derecho, existencialismo y derecho prácticamente van en divorcio y
separación de cuerpos cuasi-radical.
¿Es que acaso no es
cierto lo que afirmó el viejo Tucídides
sobre la inalterable naturaleza del hombre que se repite en toda época y era
histórica? Ni se sonroja Habermas al
pretender negar una verdad de a puños: ¿O es que las muertes, guerras,
asesinatos, terrorismo, torturas, etc., en el medio oriente del hoy por hoy es
poesía de Hölderlin? … ¿O es que la ‘Guerra de las Galaxias’ de Bush o el
asesinato brutal de Sadam Hussein,
Kadafi, Bin Laden y otros recientemente es juego de niños? …
Habermas en forma ligera niega el acierto de Polibio sobre el carácter cíclico de
los cambios de poder que se puede verificar solamente en nuestra crónica del
día a día.
Habermas derrama romanticismo marxista cuando apela a
supuestas ‘transformaciones de la
estructura de dominación’ que no son otra cosa que espejismos y ropaje del
momento en crónica, y se ampara entonces en las siempre falaces y negociables
pro-grupos de poder, las tratativas diplomáticas, como se puede comprobar a
través de la historia política ¿O es que desconoce la obra ‘Diplomacia’ de Henry
Kissinger o no conoce el accionar de Nixon
y otros gobernantes terribles del siglo XX? …
Sobre la abolición de la
pena de muerte, parece que Habermas no
repara en que EE.UU. mantiene la pena de muerte en muchos de sus Estados y que
muy a pesar de los esfuerzos abolicionistas en el mundo, pues el asesinato y
las guerras e invasiones y ‘limpiezas
étnicas’ y eliminaciones y desapariciones, etc., se siguen verificando, y
lo que se ha logrado es la sofisticación de los métodos de dominio político pero
con la misma esencia y naturaleza antropológica de siempre, es fácil
constatarlo hoy.
Y es que Löwith nunca se equivoca cuando afirma
sobre el “homicidio en estado de guerra
y el asesinato bajo las leyes de la convivencia civil” porque eso es parte
de nuestra cultura solo que con diferente ‘jerga
técnica’, ello es comprobable de momento en momento histórico.
Tampoco yerra Löwith nunca, cuando afirma lo que es
cierto y comprobable: No existe “naturaleza
moderna del hombre” solamente antropologías anticuadas. Michel Foucault lo dijo muy claro: ‘Los Derechos Humanos son una ideología
reciente, es una moda que pronto desaparecerá’ … parece que vamos en camino
de ello, y que Löwith vence a Habermas y al romanticismo marxista al
revés.
Lima, 17 de octubre del
2013
Jaime Del Castillo Jaramillo
Abogado egresado de la
U.N.M.S.M. con más de 20 años de ejercicio profesional y cuenta con estudio
jurídico abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio profesional;
periodista, fundador y director del programa radial y televisivo ‘Yo, Sí Opino’
(censurado en TV y cerrado cinco veces en radio); Maestría en Ciencia Política
con la tesis “Pensamiento Político peruano insuficiente y epidérmico causa de
nuestro subdesarrollo político”; Post Grado internacional en Ciencia Política
otorgado por la UCES - Universidad Ciencias Empresariales y Sociales de Buenos
Aires-Argentina graduado con la tesis: “Crisis terminal de los Partidos
Políticos en el Perú”; catedrático universitario de ‘Historia del Pensamiento
Político”, “Filosofía Política”, “Metodología de la investigación en Ciencia
Política”, “Realidad Nacional”; “Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.;
blogger, comunicador social, articulista y conferencista.
Fundador, ideólogo y
Presidente de “Foro Republicano”
http://fororepublicanoperu.blogspot.com
@jaimedelcastill
yeagob2@gmail.com
https://www.facebook.com/jdelcastillojaramillo
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